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Una de las fotografías incluida en el libro. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 24 de junio 2009. (RanchoNEWS).- «El documentalismo social hace de la precariedad un espectáculo»: Ingrid Hernández. Propone una «geografía sicológica transportada al mundo de los objetos», afirma. Reúne en un libro imágenes captadas en su natal Tijuana y en la capital de Colombia. Una nota de Mónica Mateos Vega para La Jornada:
Hace cinco años, la fotógrafa tijuanense Ingrid Hernández emprendió un largo periplo, «a la deriva», dejándose llevar sólo por los encuentros y los hallazgos del camino.
Así fue como su cámara se entusiasmó por captar los detalles e intimidades de los hogares de las personas que viven en asentamientos irregulares de su ciudad natal y en Bogotá, Colombia.
Sin embargo, de inmediato supo que la imágenes ahí obtenidas no serían para exaltar la precariedad, mucho menos para convertir la pobreza en espectáculo, lo cual es, en su opinión, una visión dominante en el documentalismo social.
«Esto ocurre porque hay una tendencia hacia un solo lado, es decir, hay una inclinación por hablar de la precariedad en un solo sentido, abandonando otras dimensiones del ser humano que pueden ofrecer una representación con más variantes», explica en entrevista con La Jornada.
Ni conmiseración ni sufrimiento
Alejado de conceptos como lástima y sufrimiento, el material obtenido dio como fruto el libro Irregular, en el que de manera simple, pero contundente, se plasma el viaje que la propia artista hizo, «esto es, ir del exterior al interior, de la luz dura del mediodía a los claroscuros de los interiores en las viviendas.
«Lo más interesante del trabajo fue el proceso. Por ello siempre me resulta importante desarrollar proyectos durante largos periodos; de esa manera logro establecer una relación de confianza con las personas, pues éstas son las primeras en ver las imágenes que tomo, antes de mostrarlas en cualquier otro lugar. Me interesa conocer su opinión, lo que me comentan es interesante, pues siempre existe una sorpresa de ellos al mirar sus casas desde otra perspectiva. Muchos se preguntan, ‘¿así es mi casa?’, y dicen ‘no la había visto, es bonita, es sucia, es grande, es pequeña’, etcétera».
Ingrid Hernández (Tijuana, BC, 1974) también es socióloga, con maestría en administración integral del ambiente por El Colegio de la Frontera Norte.
Hace cuatro años presentó una primera serie, captada en el asentamiento Nueva Esperanza, «lugar donde desarrollé el proyecto Tijuana comprimida que muestra el uso de los materiales en la vivienda autoconstruida», explica.
«El resultado –añade– fue un registro fotográfico donde la estética respondía a la organización de los asentamientos y a la yuxtaposición de estilos urbanos. La iluminación era natural, uniforme, dura; las composiciones recurrían a patrones y repeticiones intensamente geométricas, fotografiadas a la altura de la mirada. Eran paisajes desolados que mostraban la intervención de las personas en la transformación del entorno».
En 2006 dio a conocer Hecho en casa, con imágenes de viviendas colombianas: «Para mí el hogar es el lugar más íntimo del ser humano, en él proyectamos nuestras creencias, deseos y expectativas en forma de caprichos, el modo particular de disponer los platos en el trastero, la especial forma de colocar una fotografía en la mesa de centro, los diferentes tonos elegidos para cada habitación; la decisión, consciente o no, de evitar mover el mobiliario. Todo ello enmarca lo que para mí es una geografía sicológica transportada al mundo de los objetos. En ese trabajo me interesó representar las manifestaciones de carácter íntimo presentes en cada una de las elecciones que determinan dónde acomodar un objeto, agruparlo, separarlo o privilegiarlo dentro del hogar».
Por tal motivo, puntualiza la fotógrafa, «mi trabajo no trata de explotar los aspectos pintorescos de los espacios de vivienda o construir una idea de la pobreza como espectáculo. Por el contrario, busco una representación que fomente el diálogo con el espectador y con aquello representado, donde se observe una riqueza de significados y lecturas. No me interesa mostrar la figura humana, no busco retratos de gente; más bien intento construir imágenes de espacios y objetos que hagan referencia, en tono oblicuo, a las personas que les pertenecen. Quiero que las imágenes inciten a pensar en la condición humana, partiendo del mundo material».
El libro Irregular se presentó en marzo en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México y este mes se dará a conocer en Nuevo Laredo, Tamaulipas, y en julio en San Cristóbal de la Casas, Chiapas.
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