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Aspecto de la muestra en la Fundacion Mapfre. (Foto: Carlos Alba)
C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de junio 2009. (RanchoNEWS).- La exposición rastrea la obra de los escultures que pusieron en entredicho al artífice de El pensador. Una nota de EFE:
La escultura vuelve a Madrid y de nuevo lo hace de la mano de la Fundación Mapfre, que en ¿Olvidar a Rodin?. escultura en París 1905-1914 propone un novedoso estudio sobre el inicio de la escultura moderna a través de obras de los más destacados artistas de los inicios del siglo XX.
La muestra llega tras su exhibición en el Museo D'Orsay y se ha organizado en colaboración con este museo, la Fundación Mapfre y el Museo Internacional de Escultura de Duisburgo.
Obras de grandes artistas como Maillol, Bernard, Bourdelle, Brancusi, Epstein, Duchamp-Villon, Zadkine, Julio González, Picasso, Wilhelm Lehmbruck o Archipenko, junto a las del propio Rodin, muestran cómo se construye un nuevo lenguaje de la modernidad tomando como punto de referencia al escultor francés.
Además, se pone en valor y contextualiza la obra de grandes escultores españoles del momento, como Manolo Hugué, Gargallo, Casanovas o Clarà que, junto a González y Picasso, estaban establecidos en París.
Dos obras marcan el periodo, Mediterránea (1905) de Aristide Maillol, escultura emblemática cuya influencia en la concepción del mediterraneísmo catalanista es fundamental y que por primera vez sale del Museo D'Orsay para viajar a España, y Mujer sentada (1914), de Gaudier-Brzeska.
A través del estudio de los años que cubren la exposición se pretende prescindir de posturas establecidas por los historiadores de arte que lo situaban en la tradición o buceaban en la vanguardia.
«Este carácter disociado de análisis siempre me ha parecido falso, artificial. Por ello he querido abrazarlo todo, mostrando toda la producción de escultura del momento. Hay que superar las categorías para dejar aflorar otras visiones», ha comentado Catherine Chevillot, conservadora-jefe de Escultura del Museo D' Orsay.
El deseo de la comisaria es también que la exposición permita redescubrir a una serie de escultores que son poco conocidos o que han caído en el olvido y «volver a ponerlos juntos en una perspectiva europea».
En el periodo estudiado, París era un crisol, un lugar indispensable para la escultura, «desde 1905 a 1914, son unos años en que todo el mundo se daba cita allí, las ideas se intercambian y se mezclan» y surge una floración, una experimentación que llevan a cabo todos juntos y que supone un desafío para las categorías preestablecidas.
La emoción más allá de la estética
Buscan la forma, movida por la preocupación arquitectónica, y desprovista de estética ya que, según ellos, cuando la escultura está sobrecargada de emoción, arrastra con ella la desaparición de cualquier significación de forma y de visión.
«Se oponen a todo lo hecho por Rodin y buscan una nueva manera de trabajar, volviendo a la esencia», según la comisaria, y pieza fundamental en la percepción del inicio de ese cambio es Mediterránea.
El recorrido muestra obras del numeroso grupo de jóvenes como Maillol, Bernard, Hoetger, Lehmbruck, Zadkine, Archipenko, Nadelman, Brancusi, Gargallo, González o Picasso, procedentes de toda Europa que, atraídos por el carisma de Rodin, comparten una serie de preocupaciones formales que abrirán la puerta de la escultura moderna.
Otros como Bourdelle, Brancusi o Josep Clarà se convierten en ayudantes de Rodin.
Las formas se vuelven cada vez más simples, se ordenan en esquemas de mayor sencillez. Las figuras en pie se van reduciendo cada vez más al cilindro, al cono y a la esfera. Los rostros se simplifican, limitando al máximo rasgos y expresión.
Ante los acontecimientos bélicos, algunos artistas adoptan un fuerte expresionismo desprovisto de sentimiento, como Bourdelle en Francia o Lehmbruck en Alemania, escultor que sirve de hilo conductor en la exposición.
La muestra finaliza con dos obras fundamentales de este periodo El hombre sentado, de Lehmbruck, que se exhibe junto a El pensador, de Rodin. La comparación entre ambas figuras pone de manifiesto cómo, sin embargo, la influencia de Rodin sigue presente. Parecía imposible olvidar a Rodin.
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