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Las calles de Monterrey, México 2009 de Óscar Fernando Gómez. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 11 de enero 2010. (RanchoNEWS).- En marzo del año pasado, dos amigos le hablaron al fotógrafo español Paco Salinas de un taxista de Monterrey que hacía fotografías desde su coche. Sus imágenes le impactaron tanto que decidió visitarlo. El coordinador de la muestra Fotoencuentros 2010 de Murcia cuenta que resultó ser, «no sólo un fotógrafo muy especial, sino también una persona con una enorme capacidad de comunicación y un talento impresionante». Ahora, una exposición suya y un vídeo documental sobre su vida en el taxi en Monterrey van a formar parte de Fotoencuentros 2010. Una nota de Javier Ruiz para El País:
Óscar Fernando Gómez confiesa que, desde que compró su primera cámara con 27 años, había hecho varias exposiciones. Pero que pronto se dio cuenta de que «no podía vivir de la fotografía, por mucho que me dijeran todos que eran muy buenas». El taxi le cuesta 300 pesos al día y debe tanto dinero que necesita seguir trabajando en él para sobrevivir. Emocionado, añade que toma las fotos «por gusto, porque son un sustento espiritual, pero nada más». «Para muchos fotógrafos su sustento es trabajar pero para mí es imposible. Mi sustento económico es el taxi y dedicarle tiempo a las fotos me gusta un chorral, pero también me pone en un dilema bien difícil: o comer o dedicarle tiempo a las fotos».
Estamos ante un genio de la imagen urbana que captó, por ejemplo, a unos obreros de la construcción vendiendo a su perro por 100 pesos. Es una de sus imágenes favoritas. Explica que sus fotos reflejan a una parte de la gente que trata de sobrevivir en México. «Son los humildes, una porción del país que trata de brincar hacia donde está la otra parte». En su opinión, ni él, «ni ningún compatriota debe avergonzarse de ser humilde ni de haber tenido piojos de pequeño porque es la situación que hay y es el principio para mejorar».
Su cámara «le hace fallas y no jala». Está muy estropeada porque la lleva debajo del asiento de su taxi donde hay varios agujeros y se le ha mojado alguna vez. «El día que se me descomponga, ya no podré seguir, porque será imposible comprar otra», se lamenta.
La mayor parte de sus fotografías las visualiza subido a su taxi, retratando lo que ve a través de él, tomando a sus clientes como figuras protagonistas de la imagen. El vehículo convertido así en elemento principal para su creación.
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