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Pérez-Reverte publicará en marzo El asedio, su nueva novela, el «botín final» de sus veinte años de escritor. (Foto: Gustavo Mujica)
C iudad Juárez, Chihuahua. 11 de enero 2010. (RanchoNEWS).- La contundencia característica que Arturo Pérez-Reverte imprime en las citas dominicales que tiene con sus lectores tomó forma de libro en Cuando éramos honrados mercenarios. En este último trabajo aparecen recopilados los artículos que el escritor español publicó entre 2005 y 2009 para la revista XLSemanal. A modo de síntesis de estos últimos años, en su nuevo libro impera la crítica frecuente a los políticos de turno, pero también a los ciudadanos que actúan como «cómplices pasivos» y que «no reaccionan ante nada». Para Pérez-Reverte, «todos somos cómplices de los canallas que nos manipulan y lo somos por incultura, por comodidad», recalca. Una nota de la redacción de Página/12:
Su labor como articulista fue recogida antes también por Alfaguara en los libros Patente de corso, Con ánimo de ofender y No me cogeráis vivo. Sobre Cuando éramos honrados mercenarios asegura que «resume perfectamente el espíritu» que los ilumina. Por otro lado, en marzo verá la luz un nuevo trabajo, El asedio. Se trata de una novela en la que dice haber volcado «todo lo que ha aprendido hasta ahora». El «botín final» de sus veinte años de escritor.
«Es mi visión del mundo. Cualquier lector de mis novelas, al leer estos artículos, comprende de dónde viene el material con el que las nutro», asegura Pérez-Reverte sobre su nuevo libro. En cada cita semanal con sus lectores el autor de El club Dumas, La tabla de Flandes o La reina del sur se dedicó a componer «un personaje» que cultiva y que mima, y que le permite «decir atrocidades» que en su vida normal no dice ni «tendría por qué». «El Arturo Pérez-Reverte gruñón, que critica a todo el mundo, es un personaje. Yo no soy así», aclara el escritor, que se toma sus artículos como «un desahogo semanal. Es como la válvula por la cual una caldera deja escapar la presión excesiva que le sobra».
Como dice José Luis Martín Nogales en el prólogo de Cuando éramos honrados mercenarios, los textos de este libro «se han publicado durante un tiempo que ha pasado de la euforia económica al derrumbe», y en el que «la fiebre inversora» con que empezó el siglo XXI «derivaría pronto en una de las crisis más profundas de la historia reciente». Una crisis, por cierto, que Pérez-Reverte había retratado mucho antes de que ocurriera en su artículo «Los amos del mundo», que en 2008 circuló por la red. En ese texto, el escritor arremetía contra aquellos que se pasan el día hablando de «fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje». «Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro», advertía. Lo curioso es que ese artículo es de 1998. Como si se tratase de una profecía, diez años después todo sucedió como auguraba el escritor en aquel texto.
«Mi reflexión es la siguiente: si yo, que soy un individuo normal, de infantería, me daba cuenta perfectamente de lo que iba a suceder en la política y en la economía, cómo estos sinvergüenzas de financieros y políticos dicen ahora que les ha pillado por sorpresa. Tendrían que haberlo visto», afirma Pérez-Reverte. Pero «les importaba un carajo», asegura el escritor. «Lo que sucede es que, aquí, todo el mundo, sin distinción de colores, hace negocios y gobierna pensando en el año que viene o en los siguientes seis meses, y a nadie le preocupan las cosas a largo plazo», añade el controvertido novelista.
El mensaje que brinda Pérez-Reverte en sus citas semanales es claro: «los culpables» de esa situación «somos nosotros». Al reflexionar sobre la situación de España, advierte que «lo que más sale en los artículos es un país acrítico, analfabeto, sin capacidad de reaccionar ante nada». Y asegura: «Desde hace muchísimas generaciones somos cómplices de los canallas que nos manipulan. Cosas por las que la gente normal estaría poniendo barricadas en la calle, asaltando palacios y ministerios, aquí en España la gente las asume y a los dos días ya se ha olvidado porque se va de puente».
Pérez-Reverte siempre parece tener una carta bajo la manga. Historias que contar le sobran, y como no sabe cuánto tiempo le queda como escritor, se ve obligado a elegir bien cada una de sus novelas futuras para «disparar y no malgastar pólvora en salvas». Por ahora sabe que cuando se publique El asedio, se meterá de lleno en la nueva entrega del emblemático e hipervendedor capitán Alatriste, El puente de los asesinos, y luego ya verá qué proyecto de los muchos que baraja se convierte en novela.
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