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El buen uso del español, publicado por la RAE y Espasa. (Foto: Archivo)
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iudad Juárez, Chihuahua. 12 de diciembre de 2013. (RanchoNEWS).- Para los talibanes de la puntuación, para los eternos dudosos de las tildes, para los curiosos, para los eruditos, para las víctimas del sistema educativo y, en definitiva, para el usuario universal de nuestra lengua, la RAE acaba de publicar El buen uso del español. Su director, José Manuel Blecua, el académico Salvador Gutiérrez y la directora general de Espasa, Ana Rosa Semprún, han presentado esta mañana el volumen, en plena época de compras navideñas. Ya es tradición, como ha recordado Gutiérrez, que la institución presente sus «nuevas criaturas» en estas fechas, así que «hoy podemos decir que ya es Navidad en la RAE», bromea el académico. Una noata de Fernando Díaz de Quijano para El Cultural:
Con una primera tirada de 20.000 ejemplares, elegantes como siempre, de tapa dura y funda de cartón, las expectativas de venta son altas. «Los libros de la RAE siempre son bestsellers», recuerda la responsable de la editorial, con dos ejemplos: la última Ortografía vendió 60.000 ejemplares y la Nueva Gramática, 35.000.
Este nuevo manual es «un gran resumen» de ambas obras, con un tono didáctico y una estructura de más de 200 temas sintetizados al máximo en páginas dobles, además de una decena de apéndices sobre conjugaciones, abreviaturas, gentilicios y símbolos, que «se pueden leer como se juega a la rayuela, o como se lee Rayuela», explica Gutiérrez.
«Ha sido una tortura tener que resumir cada cuestión en una sola página doble», confiesa el académico. El libro, en su afán divulgativo, apuesta por «la ejemplificación abundante y las explicaciones claras».
Como advierte Gutiérrez, El buen uso del español «no es un libro de estilo, sino de norma». «Pero lo que hoy es norma puede morir y lo que hoy es condenado, puede ser norma en el futuro. Los filólogos estamos vacunados contra el inmovilismo».
Según el académico, «el peor enemigo de la lengua es darle poca importancia a su enseñanza. Si un chico de 13 años no lee con soltura, esa deficiencia será difícilmente salvable y le lastrará en todo su aprendizaje».
El libro ha sido confeccionado con la colaboración de las academias argentina, uruguaya, mexicana y costarricense y también incluye dudas y errores propios de América que aquí no se producen, porque la obra está pensada para los 500 millones de hispanohablantes, y «el centro de gravedad del idioma ahora está en América», subraya Gutiérrez.
Hace pocos días, el Instituto Cervantes -también con Espasa- publicó Las 500 dudas más frecuentes del español. Aunque ambos lanzamientos se solapan por completo y competirán entre sí en las estanterías, los responsables de El buen uso de el español aseguran que son libros muy distintos y su coincidencia en el tiempo «demuestra el interés que suscita la lengua». «El libro del Cervantes responde a preguntas muy concretas, muchas de ellas referidas al léxico, mientras que este se centra en la ortografía y la gramática», explica Blecua.
Aunque la RAE ha hecho una apuesta decidida por la digitalización de sus obras en los últimos tiempos, este libro no estará disponible de momento para su consulta online. «Espasa querrá recuperar su inversión», explica Gutiérrez, que confía en que pasado algún tiempo sí se pueda acceder a él desde el portal de la RAE.
Notarios, no prescriptores
Preguntado una vez más por la posibilidad de eliminar términos sexistas u ofensivos, Blecua ha recordado por enésima vez que la RAE debe ejercer como notario del uso de la lengua y si el uso discriminatorio o despectivo de una palabra está respaldado por el uso de los hablantes, seguirá apareciendo en el diccionario, cuya 23ª edición se presentará, “si todo va bien”, en octubre del año próximo.
«No se puede ver el diccionario como un organizador social para remediar los males de nuestra sociedad machista. La lexicografía es una ciencia objetiva con principios universarles y la RAE no puede estar en contra de la ciencia», exclama el director. Además, como decía el otro día el secretario, Darío Villanueva: «La lengua también tiene que poder servir para expresarse como un canalla».
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