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La bibliotecaria Esther Morán. (Foto: Karen Quevedo)
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iudad Juárez, Chihuahua. 3 de diciembre de 2013. (RanchoNEWS).-De pedagogía a historia, y de filosofía a lingüística, Esther Morán, bibliotecaria de la escuela vocacional de la Universidad de Guadalajara, repasa una y otra vez la arrugada hoja de papel blanca donde lee los títulos de los libros que tiene que comprar para sus alumnos, «pero resulta que luego las editoriales no traen todo el material», dice desde uno de los stands de las casi dos mil casas editoriales que asisten a la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara. Una nota de Karen Jubileth para Milenio:
Con el dinero que le da la universidad, Morán, que desde hace 24 años cataloga y clasifica libros, tiene que revisar y preguntar en al menos 30 editoriales para completar la lista que la escuela le da. En esta ocasión lo que más busca y menos encuentra son publicaciones de educación física y desarrollo humano.
Pero también hay títulos que ella misma tiene ganas de hojear y revisar antes de que lleguen a las manos de sus alumnos, como Historia del mundo con los trozos más codiciados, de Fernando Garces Blázquez, «que es como de historia para los chavos, para que nos se les haga tedioso el tema», dice.
No sólo la universidad elije qué libros tiene que comprar. Con el dinero que le sobra de los libros que no encontró, Esther selecciona novedades literarias, porque «a los muchachos les gusta mucho la literatura». Especialmente la contemporánea, que utilizan para hacer cartas al autor.
A Morán le tocó asistir a una feria del libro donde en vez de alfombra el piso era de cemento, donde ponían mamparas para dividir las conferencias, «y había mucho ruido», donde las sillas eran incomodas y no había ni la mitad de expositores que hay ahora; «todo era chiquito».
Valora el cambio, y comparado con el pasado, «esto está perfecto... Toda la gente está de buenas, es una semana muy intelectual», dice Morán, que reitera que no le cambiaría nada a la FIL. Pero es consciente de la popularidad de una fiesta cultural de tal magnitud, por eso aprovecha los primeros tres días de esta semana -2, 3 y 4 de diciembre- porque «luego esto es un caos», hay mucha gente. En estas jornadas, el acceso al público es a las 17:00 horas, hasta entonces la Expo Guadalajara pertenece a los profesionales del libro.
Quizá eso es lo único que de verdad le desagrada, la gente; «porque no ves igual. Ahorita ves, hojeas, ves las novedades, te invitan a una presentación del libro. Todo es más tranquilo». Después de tantos años de regresar a la FIL de Guadalajara, no soporta con el mismo ánimo a las multitudes que vienen de todo los estados de la República y de otras partes del mundo. Así que organiza su día para llegar desde las 8:30 y regresar con sus hijos a su casa a las 17:00 horas. Pero eso no siempre funciona, «a veces me quedo hasta las nueve de la noche porque no termino de hacer mis compras; a veces me entretengo buscando algo para mi hija y me tardo», dijo.
En un espacio de 34 mil metros cuadrados reúnen más de 600 autores, 20 mil profesionistas del libro y más 700 mil visitantes de todo el mundo. Es la feria del libro más grande e importante de habla hispana.
A pesar de que le desespera el exceso de visitantes y no comprar todo lo que le encargan, la tranquiliza el hecho de estar rodeada de libros y escritores. «Luego andan en los pasillos, el escritor Vargas Llosa o la señora Poniatowska, y como mucha gente no los conoce, ellos andan como Juan Pérez por toda la FIL, así como la gente que pasa», dijo.
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