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El padre del Nuevo Periodismo, esta mañana en Barcelona. (Foto:J. M. Baliellas )
C
iudad Juárez, Chihuahua. 10 de diciembre de 2013. (RanchoNEWS).- Tom Wolfe sigue siendo la clase de alborotador flacucho, tal vez demasiado alto y con cara de niño (aunque no ya de melena rubia, de un rubio pajizo, sino completamente blanca, tan blanca como sus famosos trajes) que debió de ser en la época en la que el redactor jefe del New York Herald Tribune lo envió a entrevistar a la más que posible viuda de un gángster de Nueva Jersey. «Era mi primer encargo. Llegué allí y le dije al matón que me abrió la puerta que quería entrevistarla y me mandó a paseo. Por suerte, detrás tenía un equipo de televisión. El matón abrió la puerta y me colé. La televisión consigue esas cosas. Es capaz de hacer magia. El caso es que ellos se fueron enseguida, pero yo me quedé y le hice una entrevista alucinante», recuerda. Una nota de Laura Fernádez para El Mundo:
Viste de blanco (americana, corbata y pantalones) y azul cielo (camisa) y admite que quizá haya mucho de sí mismo en John Smith, el astuto periodista novato con cara de niño que protagoniza Bloody Miami (Anagrama/Grup 62), su monumental y millonario regreso a la novela. Nada menos que siete millones de dólares (cinco kilos y medio en euros) pagó el sello británico Little Brown, por la cuarta novela del tipo que le dio nombre al nuevo periodismo literario de los 70. Es decir, 7.676,49 euros por cada una de sus vibrantes y trepidantemente divertidas páginas.
¿Por qué Miami? «Oh, al principio no era Miami sino California. Quería escribir una historia sobre los inmigrantes. Pero se han escrito tantas que pensé que no escribiría una historia de inmigrantes cualquiera, que escribiría sobre lo que ocurre después, cuando estos inmigrantes se han asentado en el lugar al que han decidido emigrar. La idea era hablar de la cada vez mayor comunidad de inmigrantes vietnamitas que hay en Los Ángeles y en el resto de California. Así que me trasladé a California, decidido a investigar. Pero una vez allí me di cuenta de que me iba a ser imposible porque no tenía ni idea de vietnamita. Fue entonces cuando se me ocurrió lo de Miami. Yo había estudiado español en el instituto y en la universidad y podía leerlo sin demasiada dificultad», recuerda. Una vez allí se dio cuenta de que Miami era perfecta para lo que se proponía.
¿Por qué? «Porque es la única ciudad del mundo en la que, en tan sólo una generación, los inmigrantes se han hecho con el poder», contesta. Inmigrantes cubanos, como los padres de Néstor Camacho, el musculoso (y también novato) agente de policía que se mete en un buen lío el día en el que, cumpliendo con su deber, detiene a un inmigrante ilegal que había conseguido trepar al altísimo mástil de un barco de recreo.
Semejante (superheroica) gesta no tarda en convertirse en flamantes titulares. Titulares que leerán los familiares de Néstor (que le retirarán la palabra), su futura ex novia (enfermera y amante del psiquiatra 'pornógrafo' Norman Lewis) y hasta su compañero de piso, un supuesto artista ruso que no tiene nada que ver con Sergei Korolyov, el magnate que dio nombre al Nuevo Museo de Bellas Artes de Miami después de 'donar' un puñado de valiosísimos cuadros. Cuadros que el tal John Smith, el periodista metomentodo que el propio Wolfe considera una especie de 'alter ego' («Fue a Yale, como yo», recuerda), asegura que son falsos. Sí, es una novela de Tom Wolfe y el periodismo está por todas partes.
Hablando de periodismo, ¿qué opina del momento que atraviesa la profesión hoy? «Que es un muy mal momento. El periodismo está pasándolo francamente mal. Hemos vuelto a la comunicación tribal. La gente se fía más de los cotilleos, de lo que se dice, que de lo que se escribe. Creen que los periódicos mienten, pero se fían de los blogs. Leer un periódico hoy es la cosa menos 'cool' que existe», contesta.
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