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Aspecto interior de la sucursal Cuernavaca de la librería Bonilla. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 21 de marzo de 2010. (RanchoNEWS).- Desde la Ciudad de México, la periodista Yanet Aguilar de Sosa El Universal ofrece un reportaje en el que editores y libreros explican cuál ha sido el impacto del Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU) para sus empresas:
Hay quienes lo conciben como un asunto del noveno infierno o un impuesto de terror; otros lo califican de ejercicio estúpido, doble impuesto o gravamen que deja a los editores en medio de las tenazas. El Impuesto Empresarial a Tasa Única, más conocido como IETU, es un gravamen que se aplica en México desde el 1 de enero de 2008.
Ese impuesto que impacta a todos los empresarios, es el coco para muchos editores mexicanos. Si las grandes casas no son tan impactadas debido a su flujo monetario constante, las editoriales pequeñas e independientes pasan las de Caín; incluso han hallado algunas estrategias para evitar, en lo posible, pagar a la Secretaría de Hacienda un impuesto que se ha sumado al IVA y al ISR.
Pasados dos años de que entró en vigor el IETU, editores, libreros y representantes de autores hablan de lo qué ha significado este nuevo impuesto que se paga por mes vencido. «Usted declara el mes anterior a más tardar el día 17; es decir, tiene 17 días a más tardar para pagar sobre el ejercicio del mes que acaba de pasar», señala Juan Luis Bonilla, director de Librerías Bonilla que acaba de celebrar su 60 aniversario, etapa en la que emprende una empresa editorial.
El librero por tradición familiar, afirma: «El IETU es un asunto del noveno círculo del infierno», no lo duda, conoce este oficio que se sostiene en una situación fiscal híbrida porque por un lado junto con los alimentos y las medicinas no pagan IVA en los libros, pero a la vez como libreros no pueden canalizar el IVA que pagan en todos los servicios; ni pueden solicitar devolución con la nueva miscelánea fiscal que aprobaron en 2009; eso, sumado al IETU, ha generado lo que él llama «un desbalance extrañísimo que no tiene pies ni cabeza».
Ellos pagan a crédito y en el caso concreto de sus proveedores extranjeros les pagan en moneda extranjera. «Ahí nos pega muchísimo, tenemos que trabajar todo el tiempo para nivelar cuánto cobramos y cuánto pagamos, para que el impuesto sea manejable».
El arte de la guerra
Frente a ese impuesto que formó parte del paquete de Reforma Fiscal propuesto por el presidente Felipe Calderón en 2007 y cuya tasa actual es del 17.5%, editoriales como Sexto Piso han encontrado alternativas que los mantiene al filo del abismo. Su estrategia es osada: intentan terminar el mes sin un peso en la cuenta; es decir, todo lo que cobran lo pagan a sus proveedores. Acción que un asesor fiscal describe como «una estrategia donde todo lo que cobra lo gasta: si le pagan 100 pesos, paga cien pesos».
Para Eduardo Rabasa, editor de Sexto Piso, el IETU es «un impuesto muy estúpido porque te obliga a gastarte todo el dinero que ingresas mes por mes o te cobran más del 17% sobre lo que tengas. En términos de flujo te tiene ahorcado todo el tiempo; supongo que eso será válido para muchas editoriales grandes, pero en el caso de la nuestra, como es una editorial chica que tiene recursos bastantes limitados, todo el tiempo tienes deudas con proveedores».
El editor de esa empresa que también tiene una distribuidora de sellos españoles, asegura que desde la entrada en vigor del IETU ha sido muy complicada la planeación. «Cada mes lo tienes que acabar en ceros y los primeros días del siguiente mes estás sufriendo porque no puedes hacer los pagos que se te van venciendo porque no puedes guardar recursos de un mes a otro; bueno, si puedes guardarlo, pero no te conviene».
El impacto por este impuesto no es parejo para la industria editorial. Por supuesto, todas pagan el reglamentario 17.5%, pero no ha todas les afecta igual. Grupos trasnacionales como Planeta «tienen la fortuna de ser grandes y estar en una situación buena» como afirma José Calafell, presidente de Grupo Planeta en México; sin embargo la afectación es por el lado de la tesorería «hay que estar adelantándole más al gobierno cada mes y digamos que esto afecta».
El editor asegura que, en el caso del IETU, el aumento es importante a nivel de tesorería porque hay que estarle adelantando un impuesto al fisco; si el año va bien y las ventas son buenas y hay ganancia al final, pues se recupera pero sino no se recupera nada».
Mientras José Calafell afirma que se trata de un impuesto en el que le llueve sobre mojado a la industria editorial, porque el libro no es un bien básico, Alfredo Herrera, director de la editorial independiente Verdehalago, dice que el IETU ya tiene mucho tiempo y los efectos ya se vieron. «Hay que sumarle el efecto del 1% mayor del IVA que tampoco es tan dramático, pero se van sumando».
Otro caso es el de los libreros. Juan Luis Bonilla asegura que éste es un impuesto del terror porque está basado en los diferenciales entre compras y ventas. Entiende que al final de cuentas lo que tratan de motivar las autoridades es la circulación del dinero, pero a ellos les pega durísimo y ha provocado un problema financiero difícil de enfrentar.
«Nosotros nos movemos con créditos, el libro que vendo hoy lo pago a 30, 60, 90 o 120 días, el problema es que yo tengo que pagar un impuesto sobre lo que estoy recibiendo hoy, pero al final tengo que pagar ese libro en cuatro meses y quizás en ese tiempo ya no tengo el dinero», señala el impulsor de Bonilla-Artigas Editores.
Autores pagan, pero aún no luchan
Alfredo Herrera de Verdehalago asegura que el IETU tiene dos vertientes distintas a nivel editorial: una es por el lado de la parte editorial, donde están en la misma posición que cualquier empresa, y la otra son los autores, que poco se ha atendido. «A ellos les ha afectado grandemente; estaban acostumbrados a la exención del ISR hasta cierta cantidad, pero de pronto, sin que nadie terminara de enterarse, empezaron a pagar impuestos que no pagaban», señala.
Y aunque Herrera afirma que la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) no tuvo una defensa frente al IETU –aún cuando siempre la había tenido en el asunto de la exención–; Lorena Salazar, presidenta de ese organismo de gestión colectiva, asegura que justo elaboran un diagnóstico para ver qué tanto afecta a los autores con base en los estados de cuenta. «Hemos encontrado que quienes menos ganan son los más afectados», reconoce la ejecutiva.
Aunque Salazar reconoce que no se han manifestado en el caso del IETU, afirma que se iniciarán acciones pidiendo cosas razonables. «Queremos presentar peticiones coherentes que, si bien beneficien a los autores, tampoco se pueda pensar que perjudica al Estado. La postura es una: el autor debe estar exento de impuestos».
Las razones que esgrime son tres: el patrimonio de los pueblos está formado por la cultura generada por los creadores; después de 100 años su obra pasa al dominio público, con lo que también pagamos impuestos después de muertos; y, su situación es diferente a la de otros creadores que pagan con obra; ellos no crean un libro, una obra de teatro, una telenovela o una película cada mes.
¿Crisis en la industria por el IETU?
Pocos de los editores y libreros creen que el IETU podría generar un incremento en el precio de los libros.
Todos coinciden en que si lo hay será por la crisis que ha pegado fuertemente a las librerías, sobre todo del interior de la República Mexicana. José Calafell afirma que los clientes retrasan pagos y encima el gobierno exige pagos por adelantado, con lo que a las editoriales «nos deja en medio de la tenaza».
Pero va más allá. Entiende que la posición recaudatoria del gobierno; él dice en que, en países con desigualdades importantes como México, tener un régimen fiscal sólido y un estado que recaude en proporciones correctas es la única forma de redistribuir el gasto para que el país salga adelante; pero no está de acuerdo en la falta de equidad. «Por un lado, en la industria editorial tenemos cada vez más impuestos, pero por el otro tenemos cada vez más piratería que no se combate», concluye el editor.
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