C iudad Juárez, Chihuahua. 11 de febrero de 2022. (RanchoNEWS).- En espera de las condiciones objetivas para encender la llama de la revolución, uno bien puede sentarse en el sofá a leer sobre ella, acompañado de un té de manzanilla o de un tequila, dependiendo del ardor insurreccional de cada quien. Los días que corren son especialmente propicios para ello, y no porque el proletariado esté a punto de rebelarse, sino porque acaban de aparecer tres obras fundamentales: la reedición de Hacia la estación de Finlandia, el clásico de Edmund Wilson sobre la historia de la idea de revolución (Debate, Barcelona, 2021); la primera versión al español de los Diarios de un revolucionario (1936-1947), del legendario Victor Serge (UACM-BUAP, México, 2021), y El árbol de las revoluciones, ideas y poder en América Latina, en el que Rafael Rojas recorre y analiza la historia intelectual de la revolución en el siglo XX latinoamericano (Turner, México, 2021).
Después de todo, y a riesgo de que nos acusen de revisionistas, quizás algo de razón tenía Lenin cuando, al verse obligado a interrumpir la escritura de El Estado y Revolución por el estallido de la rebelión de Petrogrado, 1917, afirmó que «es más agradable y provechoso vivir la experiencia de la revolución que escribir acerca de ella», pero por algo no se atrevió a decir nada sobre su lectura. De hecho, leer sobre la revolución es también una forma de vivir su experiencia, con la ventaja de que uno no se mancha las manos de pólvora ni de sangre.
El texto de Federico Guzmán Rubio es publicado por el suplemento El Cultural de La Razón