Rancho Las Voces: Literatura en el Bravo / Entrevista a Juan Manuel Roca
La vigencia de Joan Manuel Serrat / 18

miércoles, septiembre 17, 2008

Literatura en el Bravo / Entrevista a Juan Manuel Roca

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El gran poeta colombiano en Ciudad Juárez. (Foto: JMV/ranchoNEWS)


C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de septiembre de 2008. (Rubén Moreno Valenzuela/RanchoNEWS).- «Buscar en la creatividad una suerte de resistencia espiritual», recomienda el poeta colombiano Juan Manuel Roca (Medellín, 1946) ante el embate de la narcoviolencia, esa «sociopatía».

En una entrevista exclusiva para Rancho Las Voces (cuya versión en audio puede escucharse al final del texto), el poeta –que es considerado uno de los más importantes literatos latinoamericanos contemporáneos– ha reflexionado sobre diversos temas que van desde sus orígenes como escritor hasta el estado actual de la joven literatura colombiana.

Hombre afable y sencillo, conjuga una enorme sensibilidad con un estricto sentido crítico, accede a la entrevista después de concluir una conversación con el poeta Eduardo Lizalde (Ciudad de México, 1929) y su inseparable esposa, en una mesa del jardín del Hotel Holiday Inn Lincoln. Encuentro internacional de escritores Literatura en el Bravo. Improvisada sobremesa. Café y los fantasmas de Borges, Rulfo, Arreola, Onetti, Tablada, Torri. Anécdotas de oro.

«El arte nace por una profunda insatisfacción con la realidad», comparte Roca su creencia y se confiesa un autodidacta («podré tener muchos lagunas pero son mis lagunas»), habla del ambiente familiar que propició su carrera incluyendo a su tío poeta Luis Vidales, autor de Suenan timbres (1926). Luego viene la nómina de los poetas colombianos de su juventud: Porfirio Barba Jacob; Aurelio Arturo, «el más grande poeta del siglo XX en Colombia»; José Asunción Silva, el primer poeta moderno colombiano; y después Héctor Rojas Herazo; Fernando Charry Lara; y Carlos Obregón.

Rojas Herazo le merece una mención aparte. Lo califica como «uno de los más grandes novelistas que ha dado América Latina», y afirma que de su novela corta Respirando el Verano (1962) parte la novelísitica de García Márquez, el pueblo Cedrón es fundado antes que Macondo.

El poeta habla también de su relación con la cultura mexicana, en particular con los olores y sabores de la cultura popular mexicana. El impacto de la poesía prehispánica, que le anticipó el surrealismo. Sus artistas preferidos son Juan Rulfo, Juan José Arreola y Julio Torri, en la literatura; José Guadalupe Posada y Tamayo, en las artes plásticas; y Silvestre Revueltas, en la música. Revela la empatía entre colombianos y mexicanos. «Un país que tiene el privilegio de fusilar a un emperador tiene toda mi simpatía», concluye.

Aunque no olvida su vocación latinoamericana. Recuerda a Rubén Darío: «El modernismo fue el primer grito de independencia estético latinoamericano, es un devolverle a España las carabelas cargadas de un nuevo sentido de la lengua». Rubén Darío era un poeta que escribía para una lengua y no para un país, subraya.

Le festejamos el título de su novela: «Esa maldita costumbre de morir». Revela que ésta nace de historias que eran «más del contar que el cantar», que es una metáfora alrededor de los espejos (el Estado los ha abolido), una discusiuón contra el gregarismo, en el fondo un homenaje al pensamiento anarquista. Recuerda una definición de político: es alguien que dice entrégueme su espejo particular para fundirlo en el espejo colectivo.

Su relación con el mundo de la plástica le ha descubierto que «algunos somos pintores del habla, como ocurre el fenómeno inverso». Sin embargo los vasos comunicantes existen entre todas las artes, y llega a un principio estético: Donde no hay poesía no hay arte, sea en el cinematógrafo, en la narrativa, en la plástica.

Sobre su experiencia en el periodismo cultural rescata su gusto por escribir crónicas en particular las que denomina necrónicas.

De su experiencia con la violencia en Medellín ofece el consejo de «no desalentarse y buscar en la creatividad una suerte de resistencia espiritual». Sin embargo, cree con Flaubert que el arte como el Dios de los judíos se alimenta de holocaustos. Opina que la cultura no es una vía de escape sino de confrontación.

«El gran tragaluz por el cual la gente puede respirar es a través el arte... Todo el meridiano de la paz debe pasar por el meridiano de la cultura antes que por el meridiano de la guerra», afirma.

Además informa brevemente del Festival de Poesía de Medellín, que fue creado en el momento de mayor crisis de violencia.

De la joven literatura colombiana dice que la poesía goza de buena salud, pero la salud de la narrativa es precaria. Aunque recomienda a autores como Efraín Medina Reyes, pero mejor todavía a Germán Espinoza y su novela La tejedora de coronas.

Lamenta que las editoriales colombianas no publiquen cuento, dado que su país se distingue por tener una gran tradición de cuentistas, tampoco se publica poesía.

«Yo le di un slogan a un comerciante de estos de las editoriales –dice para concluir la entrevista–, que le pusiera a los libros: la poesía es como el crimen, no paga»

El audio de la entrevista está dividido en las siguientes cinco partes:

I
Orígenes



II
Cultura Mexicana



III
Prosa, Arte Plástico y Periodismo Cultural



IV
Poesía y Violencia



V
García Marketing y la joven literatura colombiana