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viernes, febrero 20, 2004

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Las erratas molestaban enormemente a Julio Cortázar

MADRID, España (Librusa) - Las erratas molestaban enormemente al argentino Julio Cortázar, y una vez dictaminó, al abandonar una lectura de Elena Garro, la primera mujer de Octavio Paz, que "no hay derecho a escribir tan mal", aunque le dio el visto bueno a los dos primeros relatos de aquel libro titulado "Andamos huyendo Lola".

Esas y otras informaciones se desprenden de un minucioso recorrido por la biblioteca personal de Cortázar, la cual se encuentra en la Fundación Juan March de Madrid desde la primavera de 1993, y que dio origen a un amplio reportaje de portada que aparece publicado esta semana en el suplemento El Cultural, del diario El Mundo, de España, bajo la firma de la investigadora Blanca Berasategui.

"Las bibliotecas siempre nos hablan de sus dueños. Las bibliotecas de los escritores suelen darnos, además, muchas claves -palabras mayores y letra pequeña- del mundo literario de su época", así empieza Berasategui antes de entrar en detalles de la biblioteca de Cortázar.

"Si encima se trata de la biblioteca de un escritor que dialoga con pasión con los autores, que expresa en cada página su furia o su entusiasmo, que discute y corrige, que subraya y tacha a lápiz o en colores... esa biblioteca es un tesoro. La de Julio Cortázar es una de ellas", agrega.

"Sus libros destilan, a chorros, gustos literarios, amistades, creencias, sensaciones y compromisos de su dueño. Estoy por decir que la biblioteca personal de Cortázar es la mejor de sus autobiografías posible, porque los libros guardan, agazapados en las páginas como a hurtadillas, retazos de su vida escritos de uno en uno, durante las lecturas, a lo largo del tiempo", explica Berasategui, pero luego hace una advertencia: "No es apta para la salud de los mitómanos".

Entre los autores que suscitaron "admiración y desencuentros" en Cortázar figuran Octavio Paz, Pablo Neruda, Alejandra Pizarnik, José Lezama Lima, Federico García Lorca, Juan Carlos Onetti, Luis Cernuda, Ramón del Valle-Inclán, Jorge Luis Borges y Pedro Salinas.

"De García Márquez y Vargas Llosa hay sólo tenues rastros y es significativa también alguna ausencia: del Nobel Cela , por ejemplo, Cortázar no tenía un solo libro. Ningún poema tampoco de Juan Ramón, ni de Guillén", anota la investigadora.

Sin embargo, "a Octavio Paz lo admiraba" y lo consideraba "la estrella marinera de la poesía latinoamericana", pero en el libro "Andamos huyendo Lola", que Elena Garro publicó en 1980, en la primera página, Cortázar escribe lo siguiente: "Abandono en la página 76. No hay derecho a escribir tan mal. Pero los dos primeros cuentos son bonitos", según Berasategui.