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sábado, febrero 07, 2004

COLUMNA
Latidos

París en clave de libro

SERGIO VILA–SANJUÁN La Vanguardia 04/02/2004

Supongamos que es usted un joven autor residente en París, y quiere ver su trabajo convertido en hermoso volumen. ¿Por dónde empezar? O bien es un turista que quiere llevar a cabo un tour por las casas de escritores más conocidas de la Ciudad Luz. ¿Cuántas se abren al público? De los famosos bouquinistas, ¿cuáles ofrecen al bibliómano buenas ofertas no demasiado turistizadas? ¿Qué contiene la Biblioteca Sigmund Freud de la Ciudad Luz? (resulta fácil imaginarlo) ¿Y la Biblioteca rusa Turgueniev? (tampoco es difícil). ¿Y –más complicado– la Biblioteca Samuel-Aimé Forney? Éstos son sólo algunos de los muchos enigmas que despeja “Paris à livre ouvert. Le guide des lecteurs, des libres et des auteurs” que han preparado Frédéric Lewino y Lamia Oulalaou para ediciones Autrement. El capítulo inaugural responde a un título muy idóneo, “Le livre et Paris, un roman d´amour”, y especifica que la capital francesa cuenta con 1.050 librerías, 726 imprentas, 874 editoriales y 67 bibliotecas. Esta historia de amor, recuerda el volumen, empieza en 1470, cuando la Sorbona edita las “Epistolae” de Gasparin Barzizza (se considera que el primer libro editado en Barcelona fue una “Ethica” de Aristóteles sólo tres años más tarde). Una guía de itinerarios por el París literario, con cafés y salones de tés incluidos, completa la panoramica

La aventura de un creador de cubiertas
Cuando en 1952 Pablo del Molino decidió regresar a España desde Argentina e imprimir un nuevo impulso a la editorial que llevaba su apellido, necesitó contar con ilustradores eficientes que le ayudaran a insuflar nueva vida a escritores clásicos como Salgari y Karl May, y a introducir en el mercado a nuevos autores y autoras como Richmal Crompton y Enid Blyton. En el equipo que creó destaca una figura, Roc Riera Rojas (1913-1992), pintor y dibujante, que realizó para la editorial centenares de cubiertas. En la completa monografía consagrada al artista que acaba de poner en las librerías Publicacions de l'Abadia de Montserrat, y que abarca distintos aspectos de su trayectoria, Mar Peris y Teresa Duran repasan esta tarea de ilustrador de posguerra y recuperan sus trabajos para el sello citado y para otros como Noguer, Planeta o Credsa. Los dibujos de Riera Rojas –recuerdan las estudiosas– son muy variados, y no solamente se centran en seres humanos, sino también muy a menudo en animales. Fue, según Enric Satué, “un ilustrador de lujo para un país miserable”. Sus imágenes devuelven todo un aroma de época

Lo brillante
A veces son los teóricos adversarios quienes antes detectan las novedades interesantes en un determinado territorio. En el semanario de información y cultura religiosa “Catalunya cristiana”, Lluís Serra Llansana comenta la emergencia en EE.UU. del concepto “bright” (claro, brillante, luminoso) aplicado a personas que tienen una visión del mundo “exenta de elementos sobrenaturales y místicos”. Es decir, “bright” formula en clave positiva un término que hasta ahora solía sustentarse sobre la negación (ateo, agnóstico, etcétera), y en palabras del comentarista, podría abrir una dinámica de empatía parecida a la que tuvo lugar cuando el adjetivo “gay” sustituyó al más técnico y menos cálido de “homosexual”. Serra Llansana traza la genealogía del asunto a partir de un artículo publicado en “The Guardian” por Richard Dawkins en junio del pasado año bajo el título “The future looks bright”, al que seguiría en julio otro de Daniel C. Dennet, experto en teoría de la mente, en “The New York Times” (“The bright stuff”). Objetivos de ambos: impulsar una concepción del mundo totalmente inmanente, favorecer una comprensión nueva del ateísmo que no implique, como se ha dicho, idea de negación; y constituir un nuevo ámbito de discusión con personalidades de la ciencia y la política