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El artista (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 24 de junio 2010. (RanchoNEWS).- Con la exposición Ciudad en movimiento, que este jueves será inaugurada a las 20 horas en el Centro Cultural Estación Indianilla, culmina el proyecto del mismo nombre que se puso en marcha hace tres años para festejar el cumpleaños 80 del artista Manuel Felguérez. Una nota de Merry MacMasters para La Jornada:
La muestra en el recinto de la calle Claudio Bernard 111, colonia Doctores, reúne 36 cuadros y ocho esculturas de pequeño formato.
El proyecto incluye también la exhibición de una docena de esculturas de gran formato en la glorieta de la palma de Paseo de Reforma. (En la actualidad son 11, ya que una camioneta se subió a la glorieta y afectó una de las obras, que ahora está en reparación.)
De forma paralela se abrirá Piso ochenta y seis, exposición del fotógrafo Rubén Ochoa, en homenaje al pintor, escultor y grabador zacatecano.
La obra surge de distintos intercambios dialécticos entre ambos creadores y de un amplio proceso de investigación realizado por Ochoa alrededor de la vida, obra y motivos de Felguérez.
Obra por internacionalizar: Masri
En charla con la prensa, Manuel Felguérez hizo un recuento de los tres años recientes en que «me tocó hacer cuatro o cinco esculturas públicas e igual número de exposiciones de diferentes categorías y lugares».
También habló de lo que va a hacer: «Por desgracia, necesito seguir trabajando de manera apurada porque ya tengo encima dos o tres compromisos en los próximos años», aunque anotó que la obra pública siempre ha sido «casual».
Hay propuestas, dijo el artista, relacionadas con el bicentenario de la Independencia, pero no especificó dónde. «Luego no hay dinero y se cae todo.»
Además, «surgen muchos proyectos. Nada más lo que tenemos en esta galería; cada obra podría tener 20 metros de altura. Material hay, lo que faltan son oportunidades», aunque ésas «se las da mucho la sociedad al artista.
«Estoy muy agradecido –prosigue– con lo que ha pasado en México, porque siempre he tenido apoyos; me han encargado obra y han dejado que esté en la calle.»
En lo que ahora trabajará Isaac Masri –director de Estación Indianilla y responsable del proyecto Ciudad en movimiento– es en «internacionalizar» la obra de Felguérez.
«Manuel –dice Masri– ha sido objeto de todos los homenajes posibles en nuestro país y, como todos los artistas latinoamericanos, en el mundo siempre nos dejan de lado. Tenemos que compartir uno de nuestros mejores artistas nacionales con el mundo y así revalorar de alguna manera algo que está proscrito siempre.
«Lo importante ahora es traducir sus libros, exponer su obra fuera, divulgarla y realmente lograr que el mundo reconozca las glorias de México.»
Felguérez acotó que en la actualidad tiene una exposición en Madrid, que itinerará en España, así como una invitación para exponer en París, en 2011, y en Cuba.
En Intaglio, taller de gráfica de Indianilla, se trabaja una carpeta con 12 litografías del artista.
Manuel Felguérez atribuye su decisión de crear arte abstracto a «mi generación y educación: en 1947 tuve oportunidad de viajar a Europa –siempre me hacen burla, porque era como boy scout– y visité museos.
«Allí se me ocurrió dedicarme al arte. Volví en 1949. En un principio el arte abstracto –ahora cumple 100 años– fue más fuerte en Rusia, luego brincó a Holanda y Francia. Pero después de la Segunda Guerra Mundial hubo una diáspora de esa vertiente.»
«Salió el action painting (expresionismo abstracto) en Estados Unidos, el Dau al Set en España, con Tàpies a la cabeza; en Inglaterra, en toda Latinoamérica surge también.
«Todos andábamos entusiasmados con algo que estaba pasando, era el momento. Entré porque no me quedaba de otra. Si todos mis amigos, todas las personas que admiraba, estaban en el mundo del arte abstracto, se me hizo lógico dedicarme a ello. Es generacional. Si hubiera nacido ahorita haría instalaciones.»
Monsiváis, siempre generoso
Carlos Monsiváis, dijo Felguérez, «evidentemente fue amigo y perteneció a nuestra generación. Siempre escribía de la llamada Ruptura y nos apoyaba. En el movimiento estudiantil del 68 él estuvo con los artistas e intelectuales. Nos habíamos seguido viendo, siempre fue generosísimo. Hay dos personas que extraño como opinión: Octavio Paz, porque siempre que había que resolver algún problema político, hacía un escrito bien pensado que uno tenía que firmar. A Monsiváis lo voy a extrañar también porque era la voz con la que criticábamos esta relación entre el arte y el Estado. Era suficientemente política para que su voz contara. Y esa voz, que era sólo de él, tenía atrás a nosotros. Es como si te quitaran palabra».
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