C iudad Juárez, Chihuahua. 27 de julio de 2021. (RanchoNEWS).- El deseo «malsano» de hacer hablar a los muertos puede generar primeras novelas extraordinarias como La luz de una estrella muerta (Mansalva) de Paula Klein, que tiene un aire de familia con El affair Skeffington, de María Moreno. Elena, la protagonista, intenta avanzar en su tesis sobre pintores argentinos en el París de posguerra. La voz de Alberto Greco le parece cercana y sus obras «bajan al suelo y van a sacudirle la melena a los espectadores». De tanto leerlo y seguirle el rastro por Buenos Aires y París, Elena se pregunta si ella también se convertirá en una de sus «hijas pródigas» o «una amante que enviudó antes de tiempo».
No se trata tanto de la identificación con el pobre, extranjero y homosexual, sino de la fascinación que despierta en Elena un artista «inconforme hasta la médula», que intentó explotar las convenciones, el estilo y hasta los problemas estéticos, que avanzó «sin red de contención» y convirtió su propia muerte en su última performance, cuando se suicidó en Barcelona, a los 34 años, en octubre de 1965. Antes de tomar un frasco de barbitúricos, escribió la palabra «Fin» y «Esta es mi mejor obra». Klein (Buenos Aires, 1986), que vive en París y enseña literatura latinoamericana y comparada, escribe una novela vitalista habitada por fantasmas, sesiones de magia y una intriga académica, donde la protagonista deviene una suerte de heroína insumisa, con una lengua burlesca que esquiva las frases hechas y masticadas.
Silvina Friera la entrevista para Página/12