El escritor Francisco Casavella. (Montaje: Rubén Vique.)
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iudad Juárez, Chihuahua. 11 de enero de 2025. (RanchoNEWS).- Cómo le gusta al artista español la figura del pícaro. Hay un je ne sais quoi en ese muchacho espabilado como pocos, arribista como ninguno, ciudadano de baja estofa que sale de ninguna parte, que ha encendido el ingenio de grandes figuras de la cultura de nuestro país. La publicación del Lazarillo de Tormes en el siglo XVI fue el pistoletazo de salida para una larga tradición de bribones que llega hasta nuestros días, todos ellos graciosos sinvergüenzas que no conocen otra forma –cabe dudar si la hay– de medrar en nuestro país, escribe Ángel Mora en El Cultural.
A este pícaro lo llamó Quevedo «buscón» y lo puso a deambular de Segovia a Sevilla en una de sus novelas. También lo pintó Goya dándose garrotazos. Valle-Inclán, gran retratista de los bajos fondos, llenaría sus obras de estos chicuelos –o no tan chicuelos, como en el caso del Don Latino de Hispalis de Luces de bohemia– y les haría formar parte indispensable de sus «esperpentos». Ya en nuestros días, la mirada de Javier Cercas nos ha hecho concluir con Enric Marco en El impostor o incluso el Adolfo Suárez que dibuja en Anatomía de un instante que la realidad española está plagada de estos personajes sin necesidad de que medie la ficción.
Algo vieron todos ellos en ese tunante que les hace sentir que están viendo a España en su conjunto. En los últimos tiempos, el autor que probablemente haya logrado representar a este personaje de manera más lúcida es Francisco Casavella (Barcelona, 1963-Barcelona, 2008), autor de la gran trilogía sobre la Barcelona charnega El día del Watusi (Anagrama, 2002-2003). En ella, recorría la ciudad condal del postfranquismo de la mano de Fernando Atienza, uno de estos golfos arribistas criado en las barracas de Montjuïc que trata de ganarse la vida a golpe de chanchullos. El pasado abril se estrenó en el Teatre Lliure una adaptación de la mano del director Iván Morales que da muestra del calado que ha tenido la obra en la autopercepción de la ciudad.