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El artista afirma que se ha pasado 30 años discutiendo con las compañías de discos, conservadoras por naturaleza. (Foto: Claudia Guadarrama)
M éxico 8 de Marzo 2007. (Xavier Quirarte/Milenio).- El diseñador y fotógrafo está en México para presentar en el Auditorio Nacional una exposición de algunas de las portadas para discos de grupos como Pink Floyd, Led Zeppelin, Audioslave, Nick Mason, Peter Gabriel y otros.
Pink Floyd será recordado por la majestuosidad de álbumes como A Sauceful of Secrets, Ummagumma, The Dark Side of the Moon o Wish You Were Here. Pero también se hablará de las portadas de sus discos, un complemento a las ideas musicales del grupo. Sin temor a exagerar, sin el visionario trabajo de Storm Thorgerson Pink Floyd sería un grupo distinto.
De hecho, la historia podría haber sido distinta, como cuenta el propio Thorgerson, quien hoy inaugurará la exposición Música para los ojos en el vestíbulo del Auditorio Nacional. La muestra podrá visitarse gratuitamente a partir de mañana, de lunes a domingo, de 11 a 18 horas. “Pink Floyd le pidió una portada a un pintor que se llamaba David, quien era tímido, no tenía confianza o algo así, y dijo que no. Yo estaba parado en la puerta y dije: ‘Yo lo hago’. Había hecho cubiertas para libros pero no para un disco. Tal vez era un oportunista, valentón o muy bocón, pero como no tenían a nadie más aceptaron”.
El fotógrafo y diseñador que también ha trabajado para rockeros como Peter Gabriel, Led Zeppelin, Nick Mason, The Nice, Anthrax, Audioslave, Dream Theater y muchos otros, asegura que su carrera se caracteriza por buenos y malos momentos, pero rechaza el mito del artista que debe sufrir para crear. “Picasso tenía una vida muy feliz. Siempre pensaba en el sexo. Se despertaba, pensaba en el sexo y tenía sexo. Tuvo cientos de amantes y creo que se la pasó bien, no creo que haya sufrido”.
¿Entonces esa idea es un mito?
Van Gogh sufrió mucho, probablemente porque de todos modos estaba loco, era infeliz. Pero esta idea de que debes sufrir para hacer arte se ha exagerado. Algunas veces es verdad, pero no siempre, en ocasiones es lo opuesto. Si eres muy feliz eso también puede resultar en un buen arte. En mi caso, la mayoría de las cosas han sido buenas, aunque con mucho sufrimiento físico.
¿Por qué?
Hay cosas muy difíciles de lograr físicamente. Hay muchas complicaciones financieras porque las compañías de discos no quieren gastar mucho dinero porque piensan que las portadas no son importantes, o que no ayudan a vender –algo en lo que estoy de acuerdo–. Algunas veces las bandas no tienen dinero y financieramente es difícil, no porque yo quiera el dinero, sino sobre todo porque las cosas que hago son caras, desafortunadamente. Y luego hay dificultades físicas.
¿Puede constarnos algunas anécdotas?
Una vez hicimos una foto en Utah donde había mucho viento, y yo no quería viento. Nos levantábamos a las cuatro de la mañana porque nos dijeron que a esa hora no habría viento, pero ahí estaba. La foto para Division Bell de Pink Floyd fue muy difícil de lograr porque las estatuas son tan grandes como una casa y muy pesadas, y tuvimos que cargarlas por el campo. También tuvimos que esperar a que hubiera buen tiempo porque estábamos en el invierno y en Inglaterra el tiempo es una mierda. Esperamos dos semanas para tener buena luz para iluminar las esculturas, que estuvieron allí todo ese tiempo, a pesar de que los granjeros no las querían.
¿Tuvo problemas con la portada de Houses of the Holy, de Led Zeppelin, donde aparecen las niñas desnudas?
Sí, porque en algunas ciudades del centro de Estados Unidos, en España y otros países pensaban que el álbum era pedófilo. Pensaban que era perverso, pero yo nunca pensé eso. Es una portada hermosa.
¿Se considera surrealista?
Un poco..., pero no exclusivamente. Me gusta el surrealismo, así que me gusta estar cerca de él, pero no creo que sea realmente lo que hago. Tal vez alguien más me llama surrealista y no me importa, incluso me halaga. Algunas de las cosas que hago son surrealistas, pero también otras son hiperrealistas, otras irreales, otras fantasía o mitad real y mitad fantasía, así que no viajo sólo por el camino surrealista.
¿Cómo ha sido su relación con la industria?
¡Ah! Las compañías de discos son conservadoras por naturaleza, así que les piden a los músicos que hagan de nueva cuenta el mismo disco y a mí la misma portada. O deciden que hay que hacer lo que refleja el gusto popular, pero no saben ni madres. Me he pasado más de 30 años discutiendo con compañías de discos. Se preocupan por hacer dinero, pero tal vez es su trabajo. Odio las compañías de discos, obviamente, porque no venimos del mismo sitio. Pero a Pink Floyd, con quienes he trabajado mucho tiempo, tampoco les importan las compañías de discos. Las compañías de discos querían decirme qué hacer con sus portadas, pero ellos les decían: “¡A la chingada! Nosotros hacemos la música, nosotros hacemos la portada, su trabajo es vender el disco, distribuirlo, no influir en el artista”.
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