miércoles, enero 11, 2006
ALFREDO ZALCE, EL MAGO DEL ARTE
Carmen García Bermejo
C iudad de México. México. Miércoles, 11 de enero de 2006. (EL FINANCIERO) Hace tres años Alfredo Zalce falleció en su natal Michoacán. Pero el legado que este pintor, grabador y escultor heredó a la sociedad se mantiene itinerante. Mañana se presenta una exposición de su obra gráfica, tapices, repujado y esculturas, así como el libro de arte Alfredo Zalce, en la Casa de Cultura de la delegación Venustiano Carranza, a las 18 horas.
Zalce nació en Pátzcuaro, Michoacán, el 12 de enero de 1908 y falleció en Morelia, en ese mismo mes, pero de 2003. La labor de este artista plástico ha enriquecido la historia del arte latinoamericano del siglo XX. Por ello, EL FINANCIERO mantuvo un diálogo constante con este artista plástico durante la última década de su vida. Ahora que el gobierno de Michoacán y la Secretaría de Cultura de esa entidad editan el libro Alfredo Zalce con la publicación de obra inédita y poco conocida del autor, seleccionada por su hija Beatriz, traemos a la memoria parte de esas charlas que este diario sostuvo con el muralista.
Zalce inició sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes (1924-1927), en la Escuela de Talla Directa (1930) y en el Taller de Litografía de Emilio Amero (1931). Más tarde, se convirtió en profesor de dibujo de las escuelas primarias de la SEP y, en 1950, dirigió la Escuela Popular de Bellas Artes: "Siempre supe que podía hacer lo que quisiera -afirmaba en entrevista- sabiendo dibujar. Sólo es cuestión de aprender las diferentes técnicas, ya que pintar es dibujar con el pincel. Si otros artistas no lo hacen es porque no quieren, no tienen curiosidad o no les gusta. Yo siempre tuve interés por todo. De joven comprendí que el arte es una forma de expresar lo que llevas dentro, lo que te hace vivir. Puedes o no descubrirte en él, pero siempre será una manera libre de manifestar tu pensamiento. También supe que el pintor se forma solo, como cualquier especialista que le gusta su carrera, sin estereotipos, ni pedanterías."
Aunque en el Museo Metropolitano de Nueva York y museos de Estocolmo, Varsovia y Sofía existe obra de este muralista, el maestro Zalce aceptaba que nunca tuvo habilidad para comerciar su arte. Por ello, prefirió impartir clases en las escuelas del país: "Eso es más noble -apuntaba- que andar buscando dinero. Vivir como profesor me parecía mejor que tratar de comercializar mi trabajo. Así no se puede hacer nada. Pierdes la esencia, la dimensión de tu proyecto artístico."
Como prácticamente Zalce vivió todo el siglo XX, expresaba que disfrutó todas las épocas de esa centuria. Pero aseguraba que, sin duda, el periodo más importante en el que se lograron vincular los temas sociales en las artes plásticas mexicanas fue el de Lázaro Cárdenas del Río: "Aunque José Vasconcelos fundó las misiones culturales con los maestros rurales, Cárdenas las continuó. En esa etapa llevamos el arte a las zonas donde apenas había agua potable. Por ejemplo, en Tlaxcala pinté la fachada de una escuela rural usando el color revuelto con el cemento. Era una forma de decirle a la población que la pobreza no los podía llevar a la denigración, que podían colorear su entorno para regresarles la sonrisa."
El también cofundador del Salón de la Plástica Mexicana recordaba que en la época de las misiones culturales los artistas no trabajaban en grupo, sino les asignaban una zona geográfica a cada uno de ellos: "Sólo si había un trabajo muy grande, entonces sí lo realizábamos entre varios. Pero como no éramos una gran cuadrilla, la mayoría de las veces hacíamos el trabajo solos. Aunque nos tocaran muros grandes para pintar, nosotros calculábamos el tiempo y el espacio para avanzar con prontitud y continuar con nuestro trabajo. Yo trataba de pintar un metro cuadrado al día. A veces avanzaba un poco más, otras veces menos, dependía del concepto que se quería plasmar. Por ejemplo, si en el mural se tenían que pintar varios personajes tenía que diseñar perfectamente las cabezas y eso me ocupaba un poco más de tiempo. Pero ya en la ropa y otros accesorios avanzaba dos o tres metros al día."
Otro aspecto que Zalce no olvidaba era su labor como profesor. Contaba que le tocó impartir clases de dibujo a los maestros de las escuelas primarias para que comprendieran que el arte es una parte importante en el desarrollo del hombre: "Cuando a una persona le das la posibilidad de formarse como un hombre íntegro mediante la educación artística y la educación científicosocial, podemos tener una sociedad de librepensadores. Pero como en este país todo lo que funciona y rinde frutos se cancela, el sucesor de Cárdenas [Manuel Ávila Camacho] desintegró las misiones culturales y, a cambio, regresó el vacío en la educación básica de los niños mexicanos."
Para Zalce, el trabajo que desarrollaron en las misiones culturales fue muy importante. Explicaba que a mediados de la década de los treinta en el campo se vivía una situación caótica, ya que la población aún padecía los residuos del movimiento de los cristeros y quienes seguían pagando las consecuencias de ese levantamiento eran los maestros: "Quienes vivimos el trabajo de las misiones culturales nunca olvidaremos la masacre contra 20 profesores rurales de Zacatecas. Fue algo espantoso. Ese periodo muestra gran parte de la represión a la que el país estuvo sujeto durante largo tiempo. Pero de una u otra forma, con las misiones culturales logramos involucrar a las comunidades en el proceso educativo, tratando de romper el cerco del analfabetismo que envolvía a nuestra sociedad. Logramos hacer algo, pero era una labor permanente y a largo plazo. Sin embargo, el gobierno avilacamachista tenía, según su presidente, otra forma de «modernizar al país» y de llevar la educación a los lugares más apartados. Ahora sabemos que eso no fue así. Seguimos sumergidos en la pobreza intelectual y social. Sólo algunos pueden aspirar a tener una carrera profesional en la universidad."