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Foto del escritor tomada en 1969 en el Hôtel des Beaux Arts (París). (Foto: ABC)
Ciudad Juárez, Chihuahua. 9 de mayo de 2010. (RanchoNEWS).- Para Borges, enfrentarse a la idea de la novela en mayúsculas, como género literario por excelencia, debía de ser como contemplar su Moby Dick, su Leviatán, algo inmenso y sólo parcialmente visible por su lado más amenazador, como un monstruo primitivo. El escritor argentino, conocido cuentista, poeta y célebre por su afán enciclopédico y bibliófilo, además de por una de las mentes más lúcidas y alucinadas a la vez, nunca fue capaz de escribir la suya, la gran novela borgeana. O nunca quiso hacerlo: ya en el prólogo de su libro Ficciones, calificaba de «desvarío laborioso y empobrecedor» eso de «componer vastos libros; explayar en quinientas páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos», escribe Jesús Rocamora de El Público desde Madrid.:
El argentino, más relector de cuentos que lector de novelas, en alguna ocasión culpó a su «haraganería» de no haber cultivado la novela. En realidad, siendo un escritor que se entregó a la poesía, que alabó la brevedad y la capacidad de síntesis, no era raro que rechazase un género que siempre le parecía condenado a dar vueltas sobre su propia trama, víctima de su propia extensión.
Pero el mito alrededor de Borges como escritor único de cuentos, poemas y ensayos se ve amenazado: el próximo día 18, se editará en España un texto inédito, que según los especialistas, podría haber sido el arranque de aquella novela que nunca escribió. Se trata de cuatro páginas manuscritas que hasta ahora habían estado en el archivo de la Universidad de Texas en Austin y que en España será puesta en la calle por Del Centro Editores y la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, con el apoyo de la viuda, María Kodama (que, por cierto, no conocía de la existencia de este texto hasta ahora).
El drama familiar
Fue Julio Ortega, escritor y profesor de la Brown University, especialista en literatura hispanoamericana, quien dio con los manuscritos, «ocultos» junto a otra documentación de Borges que sí había sido publicada, como transcripciones de cuentos, correcciones a mano y mecanoscritos. Él es también el encargado de firmar el prólogo del libro, donde deja claro algunas cuestiones técnica, principalmente: ¿Qué es? «Borges llama crónica a este relato inconcluso, que no llega a ser un cuento y que bien pudo haber sido la única novela del autor», escribe Ortega, para quien, en efecto, hay elementos de crónica y de cuento, si bien «de su drama familiar emerge la historia novelada de las fundaciones republicanas, o la novela de la historia de los desheredados de la patria que sus padres liberaron».
En su opinión, estamos ante un experimento que tiene un poco de todo: crónica, cuento y novela, que «se ceden la palabra, como si los hechos no pudieran ser narrados en un solo género y en torno a un solo sujeto». Seguramente fue esa diversidad de «entonaciones y tentaciones» lo que hizo a Borges, «que descreía de la novela, abandonar la lección de la crónica a favor del trágico recuento de una familia criolla y patricia venida a menos en las miserias de la Guerra». Es decir: «Sólo la novela podría haber dado lección cabal de esos hijos del desengaño».
100 años de historia
Titulado como Los Rivero para esta edición, el argumento del manuscrito «describe magistralmente a una familia descendiente de un héroe de la independencia americana venida a menos. Junto a ella, describe también la historia de América y la de Argentina en particular», según Claudio Pérez Míguez, director de la editorial. Una familia heredera de «uno de los padres de la patria», encallada en la miseria económica y sin ningún tipo de reconocimiento, más allá de la lanza que blandió su antepasado en la batalla y que hoy es su fortuna. De alguna manera, el texto debía recorrer «100 años de historia de esta familia, y en paralelo, 100 años de historia también de la Argentina o de la América que se independiza en el siglo XIX».
Este tipo de descripción extensa de los personajes es «algo que no está en su literatura. En un cuento de Borges, cuatro páginas dan para toda la trama», lo que hace pensar en su origen como novela o, en el peor de los casos, «un cuento muy largo, algo también atípico en él», según el editor. Hablamos de un texto muy centrado en los personajes, mientras que la obra de Borges suele centrarse en la historia, en la trama, la idea, en lo que sucede, más allá de que los personajes estén descritos. «Nunca ha habido un retrato suyo con tanta exhaustividad: es lo que hace original» al manuscrito, reconoce Pérez Míguez.
El texto está fechado alrededor de 1950, aunque en realidad el manuscrito no fue fechado ni titulado por el propio Borges. El nombre de Los Rivero era con el que estaba guardado en el archivo y es el que «parece más adecuado por su temática», dice Pérez Míguez. Fue esa época cuando Borges dejó de escribir a mano por su ceguera. Comparándolo con la caligrafía de El Aleph, por ejemplo, que fue escrito en 1945 y cuyo manuscrito está en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, se puede ver que su estilo «está un poco deteriorado, con las vocales más cerradas y ese tipo de cosas. Bien puede ser de alrededor de los 50, también del 48 o el 52: no hay fecha cierta», revela Pérez Míguez.
En cuanto al estilo, parece que tampoco hay duda: «Es un texto importante. Toda producción de un escritor de su relevancia lo es. Pero es que además, en estas pocas páginas, Borges da una descripción tan cabal y tan refinada de la situación de esta familia y de la evolución de los 100 años de Argentina, que literariamente es impecable. Uno lee esto y ve la tristeza de esa decadencia, la evolución social... Y todo con su estilo, con su ironía y sentido del humor. Algunos ejemplos de ese estilo: de uno de sus personajes habla de que su ignorancia era casi perfecta. Y otro habla del pan amargo del destierro« », dice. Todo indica que se puede vincular Los Rivero a la parte de la obra de Borges que habla de Argentina, a todos sus cuentos vinculados a la historia de su país.
Miedo a la novela
Pero, ¿podríamos decir que Borges temía a la novela? ¿O fue un sentimiento de rechazo lo que le llevó a no cultivarla a lo largo de su carrera? «Nunca quiso escribir una. Desprecio no le tenía: era un gran lector de novela y muchos de sus autores preferidos eran autores de novela. Pero prefería la variante más complicada, la de reducir un texto a su mínima extensión sin dejar de decir lo importante, que es lo que es el cuento. Él decía que la novela tiene algo de ripio. Y es mucho más difícil, a nivel de técnica, escribir un cuento que una novela porque tiene que decir y crear lo mismo en pocas páginas. Era esto lo que más le gustaba a Borges. Más que desprecio, lo que no le gustaba era escribir novelas», concluye Pérez Míguez. Los Rivero será presentado y puesto a la venta el día 18, en una edición cuidada y limitada a 100 unidades numeradas.
El Bicentenario novelado por Borges
Manuscrito de El Aleph. (Foto: Archivo)
Madrid. 9 de mayo de 2010. (Antonio Astorga / ABC).- La intrahistoria del manuscrito inédito de Jorge Luis Borges Los Rivero, la novela latente, se sitúa en torno a Justo José de Urquiza, presidente de la Confederación Argentina entre 1854 y 1860, cuyas proporciones míticas lo hicieron no sólo padre de la patria sino de numerosísimos hijos. El temblor del relato es la familia Rivero, que rinde culto al espectro del coronel Clemente Rivero, muerto en el destierro en Montevideo. Rivero pertenece a esa mitología de libertadores continentales, sólo que sus hijos son huérfanos desde chicos, y lo son también de la misma república, porque «siendo como son descendientes directos de los guerreros que la habían fundado y defendido no contaban ya para nadie», explica Julio Ortega, uno de los mayores especialistas en literatura hispanoamericana del mundo, que exhumó este texto exquisito de Borges en los archivos de la Universidad de Austin (Texas). La diminuta grafía borgiana, en cuatro hojas, se titulaba Los Rivero».
Relato inconcluso
Borges llama «crónica» a este relato inconcluso, que «no llega a ser un cuento y que bien pudo haber sido la única novela del autor». Tiene, en efecto –añade Julio Ortega– de la crónica el estilo enumerativo, incluso cierta distancia ante los hechos narrados; y discurre con el tiempo sumario del cuento, que baraja tránsitos y decepciones; pero de su drama familiar emerge la historia novelada de las fundaciones republicanas, o la novela de la historia de los desheredados de la patria que sus padres liberaron. «La fundación extraviada anuncia la novela incumplida, que en estas límpidas y luminosas páginas brilla fugazmente, como el cuento inacabado de una historia incompleta. De todos modos, Borges tenía una visión heroica de la emancipación americana, y fue escrupuloso con su historia», subraya Julio Ortega. Los grafólogos que han estudiado el texto de «Los Rivero» lo consideraron dos o tres años posterior a El Aleph»; se pudo escribir circa 1950. Del Centro Editores, gracias a Claudio Pérez Míguez, que mantuvo amistad con el creador argentino (a quien fotografió vestido de hombre lobo en su casa), y en colaboración con la Fundación Internacional Borges, presentará la buena nueva borgiana el día 18 en Madrid, con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo.
La decadencia del héroe
Claudio Pérez Míguez, director de Del Centro Editores, explica a ABC que sobrevuela en el texto la decadencia del héroe. Se trata de un relato muy atípico en Borges, incide el editor, arropando el argumento de Julio Ortega de que podría haber sido la primera parte de la novela que Borges siempre quiso escribir: «Todo el relato se sostiene sobre la descripción de los miembros de los Rivero. Por vez primera el escritor argentino se aleja de la trama para realizar una recreación exhaustiva de los Rivero, maravillosa. En pocas páginas, cuatro, enhebra la decadencia de esta familia, los Rivero, que supone una metáfora también de la decadencia argentina. Los Rivero sienten que no se les da el lugar que se merecen por ser quienes son. El país argentino, a principios de siglo, está invadido por «gringos», por extranjeros, y ellos, los Rivero, que son herederos de los fundadores de la patria, no tienen el sitio que se merecen», apunta Pérez Míguez. Del Centro Editores edita el hallazgo borgiano en una obra de lujo, en colaboración con la Fundación Internacional Jorge Luis Borges: cien ejemplares con ilustraiones del artista argentino Carlos Alonso. La grandeza de la tinta de Borges, que en este manuscrito es microscópica, delinea la decadencia de unos desheredados y un siglo de la historia de la Argentina, que siempre llorará por él.
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