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Caricatura de Kerry Waghorn. (Foto: Archivo)
Ciudad Juárez, Chihuahua 8 de mayo 2010. (RanchoNEWS).- Cuando en el 2007 Jeff Beck tocó con Eric Clapton «Little brown bird», de Muddy Waters, en un bar de jazz en Londres, supo que la mejor manera para sobrevivir como artista era «incluyendo, sumando talentos, aprendiendo de otros, compartiendo la magia», dice en entrevista el guitarrista británico, quien ha tocado para músicos tan diferentes como Luciano Pavarotti, Buddy Guy, Macy Gray, Chrissie Hynde y Cyndy Lauper. Una entrevista de Juan Carlos Villanueva para el suplemento Laberinto de Milenio:
«La decadencia de muchos músicos nace del egoísmo, de la avaricia musical», advierte Beck, quien obtuvo en enero su quinto Grammy con el disco Performing this week... Live at Ronnie Scott’s. «Los grandes músicos son personas humildes, generosas y creativas que no dudan en crear lazos en la comunidad artística. Los mediocres son los que se creen autosuficientes, los personalistas, las estrellas del escenario».
De acuerdo a esa filosofía, Beck hizo su nuevo disco, Emotion & conmotion –el primero en siete años, producido por Steve Lipson y Trevor Horn–, con una selecta lista de músicos invitados (Olivia Safe y Joss Stone, por ejemplo) y una orquesta sinfónica de 64 músicos, con la que registró la inmortal aria de Puccini «Nessun dorma» y «Elegy for Dunkirk» (de la película Atonement), hasta «Somewhere over the rainbow» (El mago de Oz) y «Corpus Christi Carol», de Jeff Buckley y Benjamin Britten.
«La idea original era hacer un disco doble. Emotion iba a consistir en un tributo a piezas de música clásica, mientras que Conmotion sería algo más rudo, con cuestiones electrónicas, rock pesado. Finalmente no fue suficientemente sólido para un disco doble».
¿Cómo ha sido la experiencia de tocar con Eric Clapton?
Increíble. Lo que me ha gustado es que no existe ningún tipo de competencia. Ambos tenemos un gusto por el blues. Pero él sigue siendo el rey del blues. La gente podría pensar que la gira es un duelo, pero no, al contrario, yo estoy ahí para aprender de él. Cuando Eric toca blues, simplemente yo me hago a un lado, lo admiro y respeto. Sería estúpido pensar que estamos en un concurso y más a la edad que tenemos. Él hace lo que mejor sabe hacer y lo hace mejor que cualquiera.
¿Recuerda la primera vez que vio tocar a Clapton?
Sí, fue en Londres en 1966. Fue una experiencia sagrada verlo en Cream. Eran tres chicos creando una música grandiosa. Fue una bendición.
¿Cómo fue la experiencia de reemplazar a Clapton en The Yardbirds?
Fue una tarea complicada. Tengo muy presente los momentos en que practicaba las canciones del grupo. Me sentía acosado todo el tiempo. Me decían «Eric hubiera hecho esto o aquello». Fue un dolor en el trasero. Fue tocar bajo la sombra de Clapton, por eso dejé al grupo. Era mucha presión para mí.
¿Cómo sería su vida si hubiera entrado a The Rolling Stones en lugar de Mick Taylor?
Una completa locura. Fue en 1975 cuando toqué con ellos un par de cortes en Rotterdam. Cuando llegué a la audición, había 400 guitarras, pensé que eran de Keith Richards, pero no, eran de los aspirantes. Dije «yo no pienso audicionar». El puesto realmente era mío, pero cuando toqué con los Stones me di cuenta de que eso no era para mí. Le dije al manager de la gira, Ian Stewart, que rechazaba la oferta. Lo hice y no me arrepiento. Si hubiera aceptado tocar con The Rolling Stones quizá no hubiera hecho discos como Blow by blow (producido por George Martin y con Stevie Wonder en los teclados), que es uno de mis mayores orgullos. No funciono siendo músico de alguien, me gusta estar por mi cuenta y convivir con gente en mi proyecto.
¿Quién ha sido el guitarrista que más le ha sorprendido?
Era 1966, había una chica que me acosaba, pero gracias a ella lo conocí. Un día me llamó por teléfono y me dijo «¿Conoces a Jimi Hendrix? Él sí es un guitarrista». Cuando vi a Hendrix no me enamoré de su blues, sino de su impactante actitud con la guitarra, era explosivo. Cuando llegó a Londres fue impresionante verlo, fue como un terremoto, sentí celos de verlo tocar, eran unas ganas de ser él. Había escuchado a Clapton y a Jimmy Page, pero no tenían lo mismo. Cuando pude tocar con él en el club The Speakeasy, sólo pude ver paz y generosidad. Te miraba directamente a los ojos mientras decía cosas como: «¿Tu mente está en orden?» Comenzaba a tocar blues, era poesía, era sublime, era Hendrix.
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