.
Juan Carlos Valdez Marín. (Foto: Archivo)
Ciudad Juárez, Chihuahua. 26 de agosto 2010. (RanchoNEWS).- Ante los festejos por el centenario de la Revolución, se ha hecho una utilización intensiva de los acervos fotográficos sobre el tema. Sin embargo, ello es contradictorio con las políticas gubernamentales de poca atención y recursos para el rescate, conservación, investigación y difusión de esa riqueza iconográfica. Una nota de Arturo Jiménez para La Jornada:
De ese modo lo planteó Juan Carlos Valdez Marín, director de la Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia, luego de la inauguración, ayer miércoles 25, del cuarto Encuentro de Archivos del Distrito Federal: las ciudades iberoamericanas a través de sus archivos, que se desarrolla en el auditorio de la Plaza Banamex, en el Centro Histórico, y concluirá mañana viernes 27.
Al participar en la primera de las 12 mesas, titulada Realidad y perspectiva de los archivos en Iberoamérica, Valdez Marín agregó que, pese a sus cualidades documentales y artísticas, así como su amplia difusión y reconocimiento, la fotografía ha sido subvalorada y la preocupación por conservarla «no es un fenómeno común».
En su conferencia Archivos fotográficos en Iberoamérica: mirada e identidad, el especialista destacó que mientras en la mayoría de los países industrializados la fotografía es tratada como un «objeto comercial», en Iberoamérica es considerada como un «elemento de integración social», debido a sus mencionadas cualidades.
«A través de la imagen fotográfica se ofrece un panorama bastante completo acerca de las diferencias, similitudes, preocupaciones y realidades que compartimos los países de Iberoamérica. Es decir, el papel de la fotografía como generadora de reflexiones sobre la realidad de nuestro entorno. Un ejemplo es el auge en nuestro país a partir de la celebración del centenario de la Revolución. Gracias a la fotografía de ese periodo, nuestro conocimiento sobre la gesta revolucionaria se enriquece, lo cual confirma, reafirma o incluso contradice la percepción que se tiene de los jefes, héroes o caudillos que intervinieron en su desarrollo».
Valdez Marín dijo que la imagen fotográfica, en su calidad de testigo, es más que recurrente en exposiciones, libros y conferencias. «Se emplean imágenes para discernir sobre ese proceso. O bien, usan la fotografía como mera comparsa o ilustración para justificar tesis y escritos».
Escenas sobre el acontecer revolucionario, agregó, se encuentran en diversos pequeños archivos del país o en la Fototeca Nacional, donde por ejemplo está el acervo Casasola. Pero desde antes –y seguramente después– de los festejos centenarios predomina el desinterés gubernamental.
«Existe una contradicción entre el uso social amplio de las colecciones fotográficas y lo restringido de los recursos destinados para su preservación, investigación y difusión. Y eso lamentablemente es un problema endémico en la gran mayoría de los acervos fotográficos en Iberoamérica».
Recordó que el patrimonio fotográfico es «parte medular de la memoria gráfica colectiva», y por eso es admirada y estudiada por diversos estratos sociales y académicos. Se le observa como «insignia de identificación local, regional o nacional»; sin embargo, los esfuerzos y recursos para su preservación son «escasos o inexistentes».
Además, abundó Valdez Marín, se carece de centros especializados para su resguardo, donde además se capaciten cuadros que investiguen y conserven las imágenes.
Planteó que la fotografía de archivo «nos enmarca en una identidad iberoamericana», en un contexto de muchas diferencias, aunque también de similitudes y «realidades compartidas».
Destacó que en Iberoamérica existen más de 48 mil archivos, divididos en 46 categorías (nacionales, municipales, de administración), de los que más de 35 mil se encuentran en la península ibérica y casi 13 mil en América Latina. En la mayoría de ellos, agregó Valdez Marín, hay piezas fotográficas.
Modelo en manejo documental
Durante la primera de las tres conferencias magistrales que se impartirán durante el encuentro, Francisco Javier Osuna Currea, director del Archivo de Bogotá, Colombia, ofreció un panorama general e informativo sobre esa institución, creada hace apenas dos décadas, pero que ya es considerada como modelo de trabajo en manejo documental.
Osuna Currea señaló que en Colombia no se tiene un acervo y tradición a la manera de la ciudad de México, pues la gran mayoría del material se perdió por diversas circunstancias, como un incendio ocurrido hace un siglo, en el que se quemaron piezas fundamentales, como el acta de Independencia del país sudamericano.
En la organización e inauguración del cuarto Encuentro de Archivos del Distrito Federal participaron encargados de acervos históricos de la ciudad de México, la Universidad Nacional Autónoma de México y Banamex, además de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal.
REGRESAR A LA REVISTA