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Fotograma del cortometraje Charlie and the rabbit. (Foto. Archivo)
Ciudad Juárez, Chihuahua. 4 de agosto 2010. (RanchoNEWS).- «Todo empezó por culpa de un corto que habíamos hecho. Nos gustaba la idea de enseñarlo pero queríamos hacerlo de un modo distinto: queríamos proyectarlo en una sábana y en un sitio que nos gustara. La cosa fue creciendo. Y hasta ahora», cuenta entre sonrisas la actriz Laia Marull, a la que los cinéfilos recordarán por películas como Mensaka y sobre todo por Te doy mis ojos. La cosa a la que se refería Marull es el festival de cortos de Mas Sorrer, en el Baix Empordà, y la pieza que se convertiría en el núcleo de este precioso certamen llevaba por título 5º Piso (sin ascensor) y lo dirigía la pareja de la actriz, el también actor, Andrew Tarbet. Una nota de Toni García para El País:
Cuentan que los que dedican su vida a la interpretación acostumbran a ser proclives a la insistencia. Dicho de otra manera: los actores son gente tozuda. No es extraño pues que cuando Marull y Tarbet se empeñaron en convertir un paraje como Gualta, tan alejado de los círculos cinematográficos, en un pequeño paraíso para la versión reducida del séptimo arte, el asunto pudiera concretarse tan rápidamente. Así, en menos de un lustro el certamen ya se ha convertido en un referente para los espectadores con inquietudes que combinan el asueto y la cultura.
De modo que los amantes del corto tienen una cita cada año en este pueblecito a dos horas de Barcelona, situado en un enclave para el que casi es inevitable recurrir al tópico de «marco incomparable», rodeado de girasoles y con todas las comodidades que se le pueden exigir a un festival de cine... Y unas cuantas más: hamacas, comida de campo, mantas (por si acaso), una temperatura agradable (casi siempre), una gran selección de cortos y, sobre todo, una audiencia entregada, llena de locales y con ganas de aplaudir y de pasárselo bien.
Este año la concurrencia disfrutó con obras como Le technicien, un corto francés que se hizo con el premio del público y que repasa las peripecias de un técnico de televisión llamado a controlar una avería muy particular; Charlie and the rabitt, que se alzó con el galardón al mejor corto, y que cuenta las aventuras de un jovencísimo cazador con una misión inaplazable, y Que no, que no, el trabajo de Manel Martínez, que volvió a casa con el premio a mejor corto catalán.
Además, y para los infatigables con carné, el Mas Sorrer alarga la noche hasta las 4.00 y uno puede pasar la velada contando famosos, que este año se han paseado a docenas por la zona: Sergi López, Eduard Fernández, Candela Peña, Nausicaa Bonnín, Willy Toledo, Aina Clotet, Agustí Villaronga o Duna Jové, además de la propia Marull (ejerciendo de anfitriona con pedigrí) han formado parte de las más de mil quinientas personas que han dado brillo al certamen. Una cifra humilde pero que duplica los números del año pasado y que da aire a un proyecto diminuto que recuerda constantemente aquello que dijo Samuel Johnson: «La verdadera grandeza consiste en ser grandioso en las pequeñas cosas».
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