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Una ilustración de Audiffred. (Foto: El Universal)
C iudad Juárez, Chihuahua. 27 de mayo de 2014. (RanchoNEWS).- Entre los centenares de cartones, historietas, dibujos, editoriales gráficos y portadas que Andrés Audiffred publicó en El Universal y El Universal Ilustrado, su casa desde 1927 hasta su muerte –ocurrida el 8 de diciembre de 1958–, destaca una muy singular: «El Señor Pestaña», una historieta en la que narró las peripecias de un mexicano clasemediero que viaja por el mundo acompañado de su fiel amigo «Chon Prieto», escribe Yanet Aguilar Sosa para El Universal.
El artista nacido en la ciudad de México el 30 de noviembre de 1895, considerado uno de los de los grandes exponentes de la caricatura costumbrista mexicana, protagoniza la nueva exposición del Museo El Estanquillo: ¡Así somos! Andrés Audiffred y su México. Caricatura costumbrista del Siglo XX, que representa un acto de justicia. «Es un gran artista, es un extraordinario dibujante y no es posible que no sea recordado. Es un gran dibujante que marcó a su época y no es posible que lo tengamos en el olvido», señala Rafael Barajas «El Fisgón», curador de la exposición.
De Andrés Audiffred sorprende su calidad estilística, su gama amplia de trabajo que pasó por dibujo, caricatura, historieta, retrato y tira cómica; también sorprende su profundidad para entender lo que era lo mexicano en ese país en plena postrevolución, su habilidad para crear personajes que hoy son símbolo de lo mexicano: «La changuita», «El Peladito», «El Payo», «El Tarzán», «El Maje», «El Rorro», «La Chicha», «El Perro», «El Roto», «El Cantinflitas» y «El Gacho», y que él sabía capturar de un sólo trazo.
Audiffred, colaborador de El Universal –su casa desde los años 20 cuando se convirtió en un «rock star» de la caricatura mexicana–, es uno de los grandes exponentes de la caricatura que permanecía en el olvido. «Audiffred es un caso extraordinario de la caricatura mexicana, es uno de los ídolos rocanroleros de la prensa nacional de los 20, 30, 40 y 50», afirma «El Fisgón», curador de la exposición que reúne cerca de 350 piezas, de las cuales 200 pertenecen a la colección Carlos Monsiváis.
Barajas, además de definirlo como «un artista que hizo la tipología de lo que serían los arquetipos mexicanos», reconoce la importancia de Audiffred en la caricatura y su estancia en El Universal, que lo sitúo como ídolo rocanrolero de la prensa nacional. «Ésa fue su casa, allí va a sacar la mayor parte de sus trabajos. La gente buscaba mucho sus cartones, era una seccioncita de crónicas donde hacía juegos de palabras, retrataba una escena popular, te hablaba sobre qué eran por ejemplo las filas, los puestos, y hacía toda una elucubración cronicada acerca de cómo usábamos los términos, qué tipo de puestos había».
Andrés Audiffred gozó de un éxito inusitado para su tiempo, producto de su estancia en Estados Unidos, donde aprendió las técnicas más eficaces de la caricatura norteamericana muy cercana al cómic. «Él entendió muy bien que la caricatura política era un género que estaba a la mitad entre la prensa escrita y la prensa gráfica y entonces lo trabajaba con mucho cuidado», dice «El Fisgón». Así se convirtió en un caricaturista que fue puente entre la generación de José Guadalupe Posada y «El Chango» Cabral y la de Ábel Quezada y Rius.
Audiffred, ese artista que Monsiváis definía como «el más cruel de los caricaturistas de su tiempo» y por ello se convirtió en su más importante coleccionista, ha permanecido prácticamente en el olvido hasta esta gran exposición –en 1960 el Museo de Arte Moderno lo homenajeó con un pequeña muestra–; un olvido provocado por la propia naturaleza de la caricatura política.
«El Fisgón» asegura que una parte del olvido se debe atribuir al género mismo, las caricaturas políticas están hechas para que la gente las vea tres o cinco segundos y después las tire; es un poco lo que hicimos con el trabajo de Audiffred y con otros caricaturistas, fueron celebrados en su momento y en cuanto dejaron de publicar pasaron al olvido.
En la muestra, las caricaturas, tiras cómicas, bocetos y portadas de revistas de Audiffred se alternan con obras, también costumbristas y nacionalistas, de otros artistas como Miguel Covarrubias, Ernesto García, «El Chango» Cabral, Luis Hidalgo, Antonio Arias Bernal, Carlos Mérida, Juan O’Gorman, Rufino Tamayo y José Clemente Orozco e incluso José Guadalupe Posada.
Obra de gran valor, como lo confirma Salvador Pruneda en el catálogo de la exposición, donde recuerda su paso por El Universal: «Trabajó primero haciendo machotes para fotografías; pero también ilustraciones y caricaturas que se publicaban en las ediciones ordinarias, en los suplementos dominicales y en los números especiales».
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El caricaturista mexicano. (Foto: El Universal)
La versión de Milenio
Ciudad de México, 27 de mayo de 2014. (Jes´su Alejo Santiago).-Durante casi tres décadas, Andrés Audiffred fue uno de los caricaturistas más reconocidos en México, los lectores consumían sus monos de manera ávida, ya fuera en periódicos o en revistas donde aparecieran sus imágenes: para la gente de la primera mitad del siglo XX era casi tan popular como Ernesto García El Chango Cabral.
«Fue uno de los ídolos de la prensa nacional de la década de los 20 a los 50», cuenta Rafael Barajas, El Fisgón, aunque su trabajo poco a poco pasó al olvido, «al punto que hoy la gente prácticamente no lo recuerda; sin embargo, la revisión de su trabajo arroja que se trata de un artista notable, que fue una figura clave dentro de la cultura mexicana del siglo XX».
Con esas palabras, el caricaturista explica la importancia de la exposición ¡Así somos! Andrés Audiffred y su México. Caricatura costumbrista del siglo XX, que albergará el Museo del Estanquillo / Colecciones Carlos Monsiváis. «Es una de las grandes exposiciones que hemos hecho en el recinto, porque rescata a una figura clave del arte popular».
Andrés Audiffred fue uno de los máximos exponentes del costumbrismo en la caricatura en el siglo XX, una tradición que data del siglo XIX, pero que en su caso se nutrió de sus experiencias en Estados Unidos, donde absorbió las enseñanzas de la prensa moderna, a fin de regresar con un estilo esquemático, directo, caricaturesco, «que resulta muy eficaz y con un aprendizaje muy importante de lo que es el cómic».
«Lo que hacía ahí era mezclar narraciones literarias con narraciones gráficas. Retrata a los personajes nacionales con su estilo y tiene un éxito impresionante, se convierte en uno de los ídolos rocanroleros de la prensa nacional», destacó El Fisgón de Audiffred, quien publicó en espacios como Nueva Era, Zig-Zag, Don Timorato, Vea y El Universal.
Identidad nacional
La exposición se integra con alrededor de 350 piezas, unas 200 pertenecientes a la colección del museo, con la cual se apuesta por ofrecer un acercamiento a una crónica divertida y gozosa del México posrevolucionario, mediante pinturas, dibujos, gráfica, fotografía y escultura, tanto de Audiffred como de Luis Hidalgo, Ernesto García Cabral, Antonio Arias Bernal, Carlos Mérida, Juan O’Gorman, Rufino Tamayo y José Clemente Orozco, por mencionar solo a algunos.
«Hay una parte importante de nuestro ser nacional que está ahí retratado. A pesar de que muchos no han leído sobre Audiffred en los últimos 50 años, les aseguro que sus imágenes se les van a hacer conocidas, porque ya pasaron al código genético cultural nacional».
Una de las características de la obra de Audiffred fue retratar los arquetipos de su época: el Tarzán, la Changuita, el Maje, el Payo, a la Rorra, al Mordelón, si bien poco se ha estudiado su trabajo, reconoció El Fisgón, de ahí las dificultades incluso para armar la muestra, «un acto de justicia, no es posible que lo tengamos en el olvido».
«Una parte de ese olvido se debe atribuir al género mismo. Las caricaturas políticas están hechas para que la gente las vea unos segundos y las tire a la basura: fueron celebrados en su momento y en cuanto dejaron de publicar pasaron al olvido», a decir de Rafael Barajas, curador de la exposición.
El mismo Barajas destaca la manera en que encajaron algunos textos de Carlos Monsiváis con las imágenes de Audiffred, pues para documentar la exposición encontraron una serie de pasajes que parecían estar inspirados en los dibujos. «Hay una frase en la que hace una descripción muy precisa de lo que es y lo menciona como el más cruel de los caricaturistas de su tiempo. No es tan cierto, hay otros peores, pero era bastante descarnado en sus comentarios».
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