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Aspecto de una de las bibliotecas del programa. (Foto: Cortesía Comisión Nacional de Bibliotecas Populares de Argentina)
C iudad Juárez, Chihuahua. 9 de mayo de 2014. (RanchoNEWS).- Nadie como el bibliotecario sabe qué requieren sus usuarios. Ése es el punto de arranque de los acervos que conforma cada una de las 2 mil Bibliotecas Populares que existen en Argentina, en un programa pionero en América Latina que fue fundado en 1870 y tiene 144 años de historia, escribe Yanet Aguilar, enviada especial de El Universal, desde Buenos Aires.
En esa nación que todavía es considerada la más culta de América Latina, se leen 4.6 libros al año por habitante según datos del más reciente estudio del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, CERLALC-UNESCO. Frente a los 2.9 libros al año que leemos los mexicanos, según la Encuesta Nacional de Lectura 2012.
Aun cuando en el estudio realizado en 2012 por el CERLALC-UNESCO, Chile se sitúa como el país en el que se leen 5.4 libros al año por habitante, Argentina se mantiene como el país con mayor trabajo en el ámbito del fomento a la lectura y el libro. Se trata de un país con más de 2 mil 56 librerías –aunque buena parte se concentran en Buenos Aires–, con más de 740 editoriales, con más de 128 ferias de libro que se hacen año con año en todo el país; y el mayor número de bibliotecas en su territorio.
A las 150 bibliotecas generales, nacionales, estatales, o provinciales, se suman los 2 mil espacios registrados en la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), organismo dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación que fomenta el fortalecimiento de las bibliotecas populares en tanto organizaciones de la sociedad civil e impulsa su valor como espacios físicos y sociales relevantes para el desarrollo comunitario y la construcción de ciudadanía.
El proyecto de Bibliotecas Públicas podría ser semejante al Programa Nacional de Salas de Lectura que existe en México, sin embargo las diferencias son tremendas y muy notables. Mientras que en nuestro país el acervo de cada sala de lectura es seleccionado desde el centro del país y se envía igual a una biblioteca rural en Oaxaca o Chiapas, que a una urbana en Iztapalapa o Toluca; en las Bibliotecas Populares son los propios coordinadores de los 2 mil recintos los que deciden qué comprar, cuántos ejemplares de cada título adquirir y qué estrategias van mejor para cada grupo social que atienden.
La estrategia de adquisición no es nada complicada. Todos los años, CONABIP lleva adelante un proyecto llamado Libro por ciento, que consiste en que todos los coordinadores de las bibliotecas populares de todo el país, a través de un subsidio, de fondos que provienen del Estado, llegan a la Feria del Libro de Buenos Aires y eligen los libros propios que su comunidad les demanda, los compran a 50% de su valor y regresan a sus comunidades con cajas repletas de su nuevo acervo.
Así lo hacen desde hace nueve años y así lo harán entre hoy y el domingo, durante los últimos tres días de la 40 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
Gabriela Adamo, directora de la Feria del Libro y directora de la Fundación El Libro, asociación civil que colabora con el fomento del libro y la lectura en Argentina, asegura que en el país hay una gran tradición de librerías y un gusto muy importante por los libros.
«Libro por ciento es un programa indisoluble de la feria y único en el mundo en el cual el gobierno se hace cargo de invitar a todos los bibliotecarios de todas las bibliotecas populares que son miles, los trae a Buenos Aires, les paga el viaje, el hotel y les da un subsidio para que puedan comprar ellos los libros que sus lectores quieren; nosotros tenemos montado el correo que les manda los libros que compran directo a sus pueblos, a veces muy chiquitos; es muy emocionante cuando uno los ve llegar, no es que alguien desde la capital les seleccionó qué es lo que se debe leer en Santa Cruz sino que el bibliotecario elige qué compra y se va feliz», señaló la promotora.
Un país que fomenta la lectura
El ministro de Educación de Argentina, Alberto Sileoni, aseguró que se trata de un proyecto mayor que se engloba en el Plan Nacional de Lectura en Argentina: encuentros con escritores, capacitación de promotores y bibliotecarios, formación de docentes, estudios de investigación, estrategias de fomento a la lectura, colecciones de libros que se reparten en las escuelas públicas y proyectos bibliotecarios escolares y de aula.
«Más libros en el aula, más libros en la educación suman democracia a la democracia y garantizan igualdades de oportunidades», aseguró el ministro, quien reconoció que han capacitado a mil 400 docentes y que este año capacitarán a 300 mil más. Alberto Sileoni también dijo que han repartido más de 67 millones de libros.
«Este año vamos a distribuir 3 millones de libros de texto más; vamos a seguir trabajando en las 130 mil bibliotecas de aula, un proyecto que arrancó el año pasado y que sigue el modelo mexicano que arrancó en 2002. La biblioteca de aula genera autonomía de lectura, es una estrategia novedosa porque es tener el libro al alcance de la mano, en escuelas rurales, en escuelas urbanas, en escuela en contexto de encierro», dijo el ministro.
Este año, Argentina destinó 10 millones de pesos para la compra de libros en las 2 mil Bibliotecas Populares de todo el país, desde la más chiquita que se encuentra en Florida hasta la de mayor tamaño que está en la capital. Además son espacios que aunque reciben recursos del gobierno trabajan de manera independiente; deben cumplir reglas para mantener el registro y el subsidio, pero también cualquier grupo de la sociedad de cualquier provincia puede organizarse como sociedad civil y solicitar la instalación de una Biblioteca Popular.
Es un proyecto tan noble que entre los «Amigos de las Bibliotecas Populares» se encuentran personalidades como Roberto Fontanarrosa, Mercedes Sosa, Norberto Galasso y Quino, que apoyan el fomento del libro y la lectura.
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