C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de mayo de 2014. (RanchoNEWS).- La erosión de las instituciones mexicanas al no cumplir con su papel y responsabilidades, la violencia extrema e inestabilidad que se vive en el territorio nacional, así como la injusticia social han llevado al país a convertirse en un «an-Estado». Un Estado que simula legalidad y legitimidad, al mismo tiempo que se niega a sí mismo. Una nota de Abida Ventura para El Universal:
Esta serie de anomalías, sostiene el periodista y ensayista Sergio González Rodríguez (Ciudad de México, 1950), indican que México está viviendo una degradación integral. «Cuando tienes un índice tal alto de impunidad de los delitos, de más de 90%, significa que no hay un Estado de derecho, hay un imperio del crimen», señala el autor de Campo de guerra (Anagrama, 2014). El volumen se presenta hoy, a las 19 horas, en el Foro Shakespeare (Zamora # 7 Col. Condesa), con la participación del escritor Juan Villoro, la periodista Yuriria Sierra y el autor.
En esa obra, que le valió el Premio Anagrama de Ensayo 2014, González Rodríguez analiza los fenómenos que han llevado a México a convertirse en un Estado disfuncional y bélico, así como su función geopolítica y relación desigual con Estados Unidos. «En México no hay una respuesta real para las inquietudes de las personas. Vivimos en una democracia simulada, formal, procedimental, pero no es algo real. El gobierno se limita a cumplir una democracia estrictamente administrativa y con eso gobierna», advierte el ensayista.
En diferentes partes del país, comenta, el gobierno ha dejado crecer los problemas de violencia, por lo que cuando ve una posibilidad de solucionarlo, como en Michoacán con el surgimiento de los grupos de autodefensas, crea una situación «abrumadora», porque va en contra del orden impuesto por el propio Estado mexicano. «Ahí es necesario tener un trabajo político más elaborado, en lugar de pensar que las armas van a solucionar algo. Primero, creo, el Estado debe pacificar a lo grupos levantados y no permitir la ilegalidad de ninguno de ellos», dice.
Ante este panorama, comenta, los ciudadanos debemos asumir una postura crítica, «conocer el entorno político, sus derechos como ciudadanos. Es fundamental saber lo que realmente está pasando», dice el autor, quien también sugiere cuestionar el supuesto «triunfalismo de la tecnología».
«Debemos tener un sentido crítico y autocrítico en todo esto. Tenemos la idea de que Internet es democrático, pero nunca lo fue porque hay que pagar para tener acceso. Si no tienes dinero no puedes acceder a Internet y esto contradice al mito de que todo es gratis, cuando en realidad en las redes sociales siempre tienes que pagar, incluso tienes que ceder tus derechos privados cuando firmas tu contrato para entrar a Facebook o Twitter . Esto es conceder tu privacidad a corporaciones que van a sacar provecho de eso. La gente dice que no le importa porque son sus datos, pero finalmente es tu persona», reflexiona.
Por otro lado, añade, hay que combatir la idea de que estamos utilizando una tecnología neutra. «Internet nunca fue neutro, todas las redes sociales, todos los sistemas informáticos están manejados por corporaciones que ganan mucho dinero. El mito de la neutralidad tecnológica de Internet es meramente irrisorio porque detrás siempre hay un interés».
Lo que la sociedad tiene que hacer, sugiere, es convertir esos medios de comunicación en herramientas útiles para la transformación de la realidad. «Estamos perdiendo el potencial que tienen para mejorar la propia realidad, se olvidan que está la posibilidad de usarlo desde lo que se llama tecnopolítica, que es un cuestionamiento integral a lo que estamos viviendo».
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