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La gran dama de la danza contemporánea norteamericana. (Foto: Archivo)
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iudad Juárez, Chihuahua. 15 de mayo de 2014. (RanchoNEWS).- Quizás sería mas adecuado decir Gran Dama de la Danza Global, pues Carolyn Carlson (Oakland, 1943) desde hace décadas está instalada en Europa y su estela, influencia y trabajo creador se ve en todo el orbe, sus discípulos pueblan teatros, compañías, conservatorios y agrupaciones. Ella ha dirigido la Bienal de la Danza en Venecia y el Cullberg Ballet en Estocolmo, ha estado vinculada a la Opera de París y al Teatro de La Ville. Infatigable y generadora de ideas, a la vez siempre se ha caracterizado por nuclear a su alrededor a personalidades fuertes y singulares en el baile y en la música, en el diseño y en lo teatral. Dialogue con Rothko es un solo intimista y potente que la vuelve a situar en los debatidos ejes de la abstracción en el baile. Motivada por la estela e impronta de la pintura, la artista-bailarina juega a dibujar su propio lienzo corporal. Para esta pieza, ella misma ha redactado los textos y se apoya en una puesta en escena de Yoshi Oïda con la música original y el violonchelo en directo de Jean-Paul Dessy. Una nota de Roger Salas para El País:
Todos conocen la biografía del pintor de los planos feroces: Marcus Rothkowitz, conocido como Mark Rothko nació en 1903 en Letonia. A los diez años, emigró a los Estados Unidos, donde se convirtió en profesor de arte en 1929. Su carrera artística comenzó en los años 50 con la ayuda de algunos coleccionistas de arte entusiasmados por su ya entonces personal y peculiar trabajo. En los años 60, incluso a contracorriente del mercado del arte, varios museos americanos y británicos adquirieron algunas de sus obras. Rothko se suicidó en Nueva York en 1970. En esta nueva creación coreográfica, Carolyn Carlson se inspira en el trabajo pictórico de Rothko para ofrecer un solo refinado y poético. El espectáculo, originado en 2011, recrea el libro homónimo de Carlson donde relata las claves de sus afinidades con este artista; según su propio relato, el primer encuentro de Carolyn Carlson con el trabajo de Mark Rothko fue revelador, como «una inmersión en la plenitud del momento presente. Una pintura que envuelve, que aspira al infinito de la meditación. Sus cuadros son la expresión más intensa de una sencillez que conduce a lo esencial. No es necesario ningún tipo de interpretación». Carlson ha escrito: «Para Rothko, sus pinturas no eran sólo una ejecución de formas o colores, sino que le servían para la comunicación de las emociones humanas básicas, tocando al espectador con una espiritualidad superior».
En cuanto a la concepción del espectáculo y a la estrecha colaboración con el violonchelista y compositor que la acompaña, la bailarina californiana recuenta: «Jean-Paul Dessy y yo compartimos la idea común de abarcar el arte como un acto sagrado. Hoy en día, somos bombardeados con miles de imágenes que pretenden distraernos de la naturaleza esencial de ser, mientras que nosotros nos esforzamos por volver al aura de misterio de lo desconocido, en el retorno a la sabiduría de la filosofía a través de la poética de los sueños y las visiones». Finalmente Carolyn ofrece su arte sin respuestas concretas, sino como una propuesta abierta: «Los artistas inquietos no saben por qué escriben, pintan, bailan, componen música… Es una capacidad asombrosa de la naturaleza humana, el arte es impulsado por fuerzas internas. En este espectáculo, dejamos que el alma hable directamente a través de un lenguaje visual que llega a lo más recóndito de la psique humana, inspirado en Rothko, quien deseaba que los espectadores tuvieran su propia interpretación de cada obra, que la entendieran a su manera. Por eso, Dialogue with Rothko es un misterio por descubrir».
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