Manea evocó la pesadilla siempre repetida del odio del hombre hacia el hombre que vivió en su juventud. En la imagen, el galardonado acompañado por el premio Nobel Mario Vargas Llosa; el secretario de Salud, José Narro, y el presidente de la FIL, Raúl Padilla. (Foto: Arturo Campos Cedillo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 27 de noviembre de 2016. (RanchoNEWS).-El festejo inaugural de la edición 30 de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara incluyó un paseo geográfico, literario e histórico por el siglo XX a cargo del homenajeado con el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, el rumano Norman Manea. Juan Carlos G. Partida reporta desde Guadalajara para La Jornada.
Manea hizo un largo y detallado recorrido autobiográfico desde los campos de concentración nazis, donde junto con su familia fue recluido por el fascismo alemán, hasta sus múltiples exilios, el principal de todos, donde se encontró, a los nueve años, con su primer libro.
«La historia de Rumania y de Bucovina está trágicamente marcada por el horror del Holocausto, cuando toda la población judía de Bucovina fue deportada a Auschwitz por el gobierno pronazi y antisemita de Rumania a los campos de exterminio que se hallaban bajo la provisoria administración húngara de Transilvania. En octubre de 1941, el gran monstruo de la cruz gamada declaró la guerra y fui incluido entre los enemigos de la humanidad y expulsado, junto con la familia y los demás condenados del mismo origen, al vagón de ganado que nos iba a llevar al apocalipsis, en un camino donde la gente desesperada se lamentaba entre heces y oraciones, una primera y esencial lección sobre vida y horror», expresó Manea, claramente conmovido por sus recuerdos infantiles.
Habló de los horrores, la deshumanización y las salvajadas, la incertidumbre, la dominación de los guardias, el hambre y la corrupción que probaba «los eventuales efectos salvadores».
El circo totalitario y la farsa comunista de Rumania, su desencanto después de una juventud de «felicidad forzosa» como socialista, agradecido tras el rescate que el ejército rojo soviético hizo del dominio nazi, formaron parte de sus evocaciones como la iniciación «en la pesadilla siempre repetida del odio del hombre hacia el hombre».
La ceremonia comenzó con poco más de media hora de retraso, debido a que el avión comercial en que iba José Narro, secretario de Salud, en representación del presidente Enrique Peña Nieto, partió tarde de Toluca, pero tras dos horas de discursos, los cientos de personas reunidas y los personajes invitados al presídium, entre ellos los escritores Mario Vargas Llosa y Fernando del Paso, salieron satisfechos de las evocaciones.
Manea dijo que la presencia de Rumania en México con ocasión del premio que recibía no era sólo un feliz azar, pues la lengua rumana emana de los romanos que llegaron al Danubio y los Cárpatos desde el primer siglo después de Cristo.
Recordó que además de la influencia romana, la pertenencia de la Europa central al antiguo imperio hasbúrgico enriqueció la multiculturalidad en todas las provincias rumanas.
Hablando de sus exilios, forzosos o buscados, Manea destacó su primer contacto literario.
«Me sería difícil olvidar el 19 de julio de 1945, cuando cumplía solamente nueve años y recibí como regalo un libro de un cuentista rumano, Ion Creanga. Fui hechizado al instante por la lengua de la ficción, tan diferente de la situación política del momento, y con desesperación busqué ser aceptado por la familia de los hacedores de libros y evasiones librescas», rememoró.
Manea también habló sobre las contradicciones del mundo actual, desde su visión aticomunista, pero también anticonsumista, que ha permeado toda su obra.
«No sólo las contradicciones de la modernidad, sino también las nuevas contradicciones y los nuevos conflictos, como la energía revanchista de Rusia, las crecientes migraciones desde Oriente y África hacia Europa, la oscuridad belicosa y glacial de Corea del Norte e Irán contra los principios democráticos en muchas partes del mundo, incluido Estados Unidos. Necesitamos más que nunca lucidez y coraje, y me atrevo a decir consejo, de la página escrita que inspiró en tiempos difíciles a nuestros antepasados».
Desde 1987, la feria, un espacio de libertad
Por su parte, Raúl Padilla, presidente de la FIL, recordó la primera edición del encuentro librero en 1987, a la cual calificó de modesta, pero con un objetivo muy claro, en un mundo muy diferente al actual, un lugar de libertad donde las ideas y la crítica se sobrepusieron a las muchas tiranías que entonces prevalecían en el mundo, en especial en América Latina.
Comparó los números de entonces: 240 casas editoriales participantes con 90 mil títulos y 182 profesionales del libro; 120 mil asistentes, contra los de la edición actual, en la cual sobresale la presencia de 2 mil editoriales de 40 países, que traen 400 mil títulos; reúne a 21 mil profesionales y al menos 600 autores que integran el programa literario que atrajo, el año pasado, a 800 mil asistentes.
La versión de Excélsior
Guadalajara, Jalisco. 27 de noviembre de 2016. (Excélsior / Virginia Bautista).- «El destino me legitimó como escritor de la actualidad, entendida como exilio planetario», dijo ayer el escritor Norman Manea (1936) haciendo resonar la lengua rumana en la ceremonia de inauguración de la 30 Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Tras recibir el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances de manos del secretario de Salud, José Narro, en representación del presidente Enrique Peña Nieto, uno de los galardones mejor dotados de las letras hispanas (150 mil dólares), el cuentista y ensayista evocó en su discurso a su natal Rumania y a ese idioma latino que «ha sobrevivido en medio de un gran territorio eslavo».
Dijo que su discurso era un homenaje «a los escritores de ayer y hoy obligados a abandonar su país y su lengua materna, sin olvidar no obstante las raíces lingüísticas y espirituales de su biografía».
«Mi página tiene la cicatriz de los traumas, pero también la firmeza de la resistencia a ellos», afirmó el poeta que de niño fue llevado a un campo de concentración nazi y de joven vivió la dictadura comunista en Rumania, tierra que dejó en 1986, y que actualmente vive en Nueva York.
«Fui siempre muy circunspecto frente a los riesgos de la canonización, la oficialización y la comercialización, la vulgarización del sufrimiento y la manipulación ideológica», confesó ante los invitados que llenaron por completo el Auditorio Juan Rulfo para presenciar la apertura del encuentro librero más importante de Iberoamérica.
Ante un presidium integrado por 20 personalidades, entre las que destacaron el Nobel de Literatura peruano-español Mario Vargas Llosa, quien encabeza la delegación de América Latina como invitada de honor, y el Premio Cervantes Fernando del Paso, Manea habló de la crisis de valores que enfrenta el mundo.
«El mundo de hoy enfrenta no sólo las contradicciones de una modernidad rápida y cambiante, sino también la energía revanchista de Rusia, el desarrollo dinámico de China, las crecientes migraciones hacia Europa, la oscuridad belicosa de Corea y la rutina cada vez más rebatida de los principios democráticos, incluso en Estados Unidos. Necesitamos más que nunca lucidez y coraje, solidaridad y sabiduría», añadió.
Entre los invitados destacó una ausencia: la del secretario de Cultura Rafael Tovar y de Teresa, de quien Narro explicó que «no pudo asistir a esta ceremonia por tener que atender un asunto personal urgente».
Esa ausencia y la noticia de la muerte del líder de la Revolución cubana Fidel Castro enmarcaron el arranque de las actividades de la feria que durante nueve días exhibirá unos 400 mil títulos de más de dos mil casas editoras y reunirá a 650 autores y 21 mil profesionales del libro.
«¿Dónde podemos encontrar el lugar de la cultura y la literatura bajo el asalto de la vulgaridad, el comercialismo y las maniobras políticas del mundo contemporáneo?», se cuestionó Manea y respondió que en los libros: «El más duradero amigo de los solitarios del mundo, un apoyo fiel en tiempos difíciles, una fuente de energía y coraje».
Sobre el premiado, Alberto Manguel destacó que «es un escritor esencial para nuestra alborotada época tan averiada por nuevos totalitarismos. Es una voz recordándonos nuestras trágicas imbecilidades».
Evocan a Castro
Tras señalar que la FIL Guadalajara ha demostrado la fuerza civilizatoria del libro, su presidente Raúl Padilla, dedicó unos minutos de su discurso al ex presidente cubano Fidel Castro, fallecido ayer a los 90 años.
«Su personalidad tuvo una influencia determinante en América Latina y la presencia cultural de Cuba fue vital en el boom de la literatura latinoamericana. La historia juzgará el derrotero de la Revolución Cubana, y la impronta de Castro, pero el futuro de Cuba es de interés para todos los latinoamericanos. Nunca las ideas pueden florecer en el totalitarismo, sin libertad no hay creación. Nuestra solidaridad con el pueblo cubano está por encima de las ideologías».
José Narro en su momento también lamentó la muerte de Castro. «Personaje de nuestra historia contemporánea, hombre de talla universal, del que citó uno de sus pensamientos: ‘Quien no sea capaz de luchar por otros, no será nunca suficientemente capaz de luchar por sí mismo’».
El catedrático de la Universidad de Brown, Julio Ortega, aseguró al finalizar la ceremonia que «aun cuando estuviésemos en desacuerdo con alguna de sus ideas y métodos, tenemos que reconocer que Fidel fue uno de los grandes líderes de la historia política latinoamericana; y aun si no seguimos su ejemplo, en sus prácticas y resoluciones, creo que deberíamos recuperar la ambición de patria latinoamericana que siempre tuvo y trató de sostener más allá de las grandes dificultades que enfrentó».
Después de dos horas, los asistentes pudieron recorrer los stands de la feria, que comenzó «modesta pero digna» en 1987, ofreciendo 90 mil títulos de 240 sellos y una asistencia de 120 mil personas.
Hoy, con dos mil editoriales de 47 países, «es un encuentro cultural plural, donde se debaten todas las ideas», dijo Padilla.
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