«Todos ejercitamos una intolerancia impresionante», dijo Piñon. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 30 de noviembre de 2016. (RanchoNEWS).- De la charla participaron la colombiana Laura Restrepo, la brasileña Nélida Piñon, el peruano Alonso Cueto y el venezolano Alberto Barrera Tyszka. Sivina Friera reporta para Página/12 desde Guadalajara.
«¡Cómo no hablar de Fidel!», exclama Laura Restrepo en la 30° Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), durante la charla «¿Qué rayos es América latina?», en la que participan también Nélida Piñon (Brasil), Alonso Cueto (Perú) y Alberto Barrera Tyszka (Venezuela). La escritora colombiana comparte un texto que escribió a mano en su cuaderno, el luto comprimido en el trazo de las letras en tinta negra, por la muerte del líder de la revolución cubana. «Nos pasa con los seres queridos que al morir se llevan con ellos los lados oscuros de su existencia y le abren campo a la memoria de los luminosos, ¿así será con Fidel frente a la sombra tenebrosa de la isla de pinos, la casa de opositores, la restricción de libertades, el enriquecimiento y control por parte de la burocracia? ¿Crecerá la leyenda dorada? ¿Iremos recuperando el recuerdo vivo, el latido entrañable de la rebeldía de Moncada, la audacia en el Granma, las campañas de alfabetización, la dignidad frente al imperio, la identidad lograda en la América latina y su presencia en el mundo por fin conquistadas en una isla tan pequeña y tan enorme?», interpela la escritora colombiana, sin perder esa dulzura que la caracteriza, con cada uno de los interrogantes que arroja sobre el público que la escucha atentamente.
Restrepo busca provocar, en el sentido de generar un deslizamiento en las rígidas estanterías de las creencias que cristalizan etiquetas. «Es de perogrullo que el poder corrompe y Fidel no pudo librarse de esta máxima. Pero aquí radica la paradoja: eludir la responsabilidad de asumir el poder, después del triunfo, ¿no habría sido un pecado aún mayor? La única ética posible en la rebelión es alcanzar el poder. Si no gobierna lo nuevo, seguirá dejándole el control y las riendas del destino a lo obsoleto. De ahí que desentenderse del poder implique un acto de cobardía y posiblemente de traición. Y aquí vuelve abrirse la boca de la trampa: no por ineludible deja de ser sucia la realidad del poder, que degrada y corrompe. Pese a todo, quiero decir, en estos días que siguen a la muerte de Fidel, que Cuba sigue siendo nuestro mejor sueño, con toda la ambigüedad que la palabra sueño entraña; sueño como meta y destino, como reto, como paradigma, como alegría, como entusiasmo y coraje colectivos. Y también sueño entendido como nebulosa, como instancia de la realidad, como acechanza de algo que pude haber sido y no llegó a ser, como nostalgia de lo que aún no se ha logrado», plantea la autora de Delirio, que calificó de «fea y marcada por astros adversos» la era que comienza con el ascenso de Donald Trump y el deceso de Fidel.
«Laura puso un petardo sobre la mesa», dice Barrera Tyszka medio en broma, medio en serio. «Pertenezco a una generación de la izquierda antimilitarista a la que nos costó muchísimo entender que podíamos estar en contra del bloqueo y en contra de Fidel», afirma el escritor venezolano. «Trump es el triunfo de la televisión sobre la política, el triunfo de los estereotipos sobre cualquier complejidad. Entre lo que Trump prometió en su campaña y lo que pueda hacer realmente, habrá un gran trecho. Por lo pronto, las decisiones que está tomando sobre su gabinete no son buenas para el planeta. Lo peligroso es la sociedad que lo elije y lo pone ahí. Hay líderes y hay carismas que destapan la irracionalidad en la sociedad, y que legitiman la violencia y lo peor que hay en el ser humano. Trump ha logrado esto en Estados Unidos», advierte el autor de Patria o muerte. Restrepo admite que tiene una visión catastrofista porque el problema no es Trump sino la multitud que piensa como él. «Lo que está más allá de la muralla es la barbarie. La situación en Europa es igual o peor –compara la escritora colombiana–. Europa está viviendo un momento de retroceso feroz porque se está amurallando también. Trump es muy bestia y cuando habla de muro se imagina unas piedras encima de las otras. Los muros existen con el odio, con la discriminación, con las visas, con los campos de concentración que están armando. La Unión Europea pasó de ser una especie de paso progresivo de la humanidad a un aparato de defensa contra los que están afuera. Quizá la catástrofe no esté mañana sino pasado en la ruta de esos migrantes que están encontrando las puertas cerradas por todos lados. Lo de los muros es un símbolo muy fuerte que encierra la posibilidad o no de nuestra supervivencia como especie; es decir si seremos una cultura de muros o una cultura de puertas abiertas».
Cueto coincide que el fenómeno Trump es producto de la televisión, del espectáculo y del facilismo. «Hay un concepto de la post verdad; las verdades que las emociones aceptan, aunque la razón las rechace. Me he preguntado qué podemos hacer frente a algo así. Tenemos que tratar de vivir en sociedades distintas, que sean abiertas, que sean tolerantes, que sean plurales y respetuosas de todos los ciudadanos. Tenemos que crear porque la creación es una apertura al mundo. La apuesta por el futuro es la mejor manera de resistir», propone el autor de La hora azul. Piñon, una mujer que confiesa que se siente mulata, hace un gran llamado a la resistencia. «Cuando los imperios declinan, imponen severas restricciones porque tienen que impedir que los bárbaros crucemos el muro –explica la narradora brasileña–. El muro es consecuencia de la desconfianza infinita que tienen hacia nosotros. Somos bárbaros porque somos extranjeros que no respetamos las fronteras que nos quieren restringir. El lenguaje es un arma que se manipula contra nosotros o contra quien sea. Pero no somos inocentes, tenemos una intolerancia tremenda contra el negro, contra el gay, contra la mujer. Somos víctimas del prejuicio ajeno, todos ejercitamos una intolerancia impresionante». La autora de La república de los sueños recuerda que había una desconfianza tan grande entre los norteamericanos que nadie comentaba que iba a votar por Trump. «El mundo está viviendo un período muy difícil. La salida del Brexit, la salida de los ingleses, ha sido tremenda; pero hay que ver el peso de la burocracia que empobrece a la gente. Las instituciones norteamericanas no van a facilitar los atropellos de Trump. Los derechos humanos han prosperado mucho en estos tiempos; involucran el género sexual, la mujer, los negros, toda gente que había sido marginalizada», enumera Piñon para pronunciar el principio de un gran llamamiento: «Que venga Trump que nosotros vamos a enfrentar los muros».
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