Rancho Las Voces: Textos / Reflexiones, Ocurrencias y otras Hierbas - Susana V. Sánchez: «A propósito de la educación»
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lunes, abril 30, 2012

Textos / Reflexiones, Ocurrencias y otras Hierbas - Susana V. Sánchez: «A propósito de la educación»

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«La Patria», de Jorge González Camarena. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 19 de abril de 2012. (Susana V. Sánchez / RanchoNEWS).- A propósito de que el mes que entra se celebrarán en México tanto el día del maestro como el día del estudiante, y tomando en cuenta que este mes se celebra el día del niño, nada me pareció mejor que escribir sobre el tan llevado y traído tema de la educación. En efecto estos tres días de celebración son para conmemorar a los tres agentes principales y dos de ellos el objetivo de la educación en todos los países del mundo. Sin embargo en esta ocasión me quiero referir específicamente al problema educativo en México. Por una parte porque es mi país de origen y en segundo lugar porque actualmente la sociedad mexicana está dando unos pasos tan grandes y, a costa de enormes sacrificios que me pareció conveniente hacer algunos pocos apuntes sobre un tema de importancia capital para cualquier sociedad.

Pese a que para los políticos es un tema inescapable las inversiones que se tendrán que hacer en educación todos los años, sobre todo los años de elecciones, en realidad es un tema que han tratado con una frivolidad sorprendente. La educación es uno de los temas que cualquier político que quiera llegar a un puesto de importancia necesita lanzar en todos los foros y dirigirlo a todos los posibles votantes. En los últimos sexenios, los gobernantes han estado citando cifras de unos incrementos substanciales en la cantidad de universidades que se han establecido a todo lo largo y ancho del país. Muy loables estos esfuerzos sin duda alguna. No obstante, las hornadas de profesionistas que se forman o, mal forman en estas instituciones de…educación superior???? salen al campo de trabajo y difícilmente encuentran algún puesto que de verdad cubra las expectativas del flamante profesionista o de su familia; que normalmente tuvo que hacer un esfuerzo verdaderamente considerable, a veces titánico para educar a este joven. Muchos de estos nóveles profesionistas van a dar a trabajos que están muy por debajo de sus capacidades, a veces de sus conocimientos y sobre todo con una paga que francamente es ridícula por decir lo menos. Muchos de los jóvenes que tienen la fortuna de ir a estudiar fuera de México en programas de posgrado, lo que intentan inmediatamente es quedarse en el país a donde se hayan ido a estudiar y muchos de ellos lo logran. No sé si haya cifras al menos tentativas de la cantidad de muchachos que se van después de haber recibido una educación de calidad y no vuelven jamás. Triste situación para un país que tiene que hacer enormes esfuerzos para educar a su gente. Pero a pesar de todos estos problemas, la cosa no sería tan grave si los dirigentes que hacen sus reformas educativas cada pocos años fueran gente realmente competente y con el ánimo de hacer estudios serios sobre las necesidades educativas que verdaderamente tiene el país.

Hace poco supe que en el pueblo de donde soy originaria hay una extensión universitaria donde es posible estudiar contabilidad. Desde luego esto no sería ni siquiera digno de mencionarse, si la contabilidad fuera una disciplina de la que la gente pudiera servirse apropiadamente. Por ejemplo, un ama de casa podría utilizar esta ciencia para mejorar la economía de su hogar y poder ahorrar en todos los rubros que componen el gasto de una casa que a resumidas cuentas también es una pequeña empresa. La cantidad de pequeños negociantes, artesanos y agricultores que viven en la región rural pudieran beneficiarse enormemente del conocimiento de la contabilidad; vista como una actividad básica para mejorar y planear su economía y por lo tanto planear sus inversiones –pequeñas o grandes– de manera más adecuada. Sin embargo, los estudios de la carrera de contabilidad en las universidades se imparten con el propósito de que los egresados trabajen en negocios y compañías medianas o grandes; o que pongan su despacho para atender las necesidades de los pequeños negociantes, sobre todo en lo que respecta a la cuestión impositiva que en México es terriblemente complicada. Entonces, yo me pregunto qué van a hacer las decenas de muchachos que semestre con semestre egresan de estas instalaciones universitarias y que seguramente saturarán el mercado de esta disciplina muy rápidamente, sobre todo en áreas muy deprimidas económicamente, como son los pueblos y pequeñas ciudades rurales.

Desde luego, no estoy en contra de que la gente obtenga una educación universitaria. La mente educada de cualquier joven o de cualquier persona le va a permitir contemplar un abanico de oportunidades mucho mayor que el que pueden ver aquellas personas que no tienen educación. El punto es que cualquier país, pero sobre todo los países que no son productores de tecnología o ciencia propias, tienen mucha más necesidad de artesanos, obreros y trabajadores de todo tipo que tengan la educación necesaria para ser eficientes y competentes en su trabajo. Por poner un ejemplo, hace algunos años tuvimos la necesidad de construir un cuarto de lavandería en mi casa. Entre mi marido y yo planeamos la distribución del mobiliario y equipo que se necesitaría, pero al destapar las paredes, nos dimos cuenta que habría que re-rutear algunas de las líneas de gas y de agua y de crear y conectar a la red general de la casa un drenaje nuevo para poder poner la lavadora y la secadora. También íbamos a tener que agregar algunos tomacorrientes dedicados para estos aparatos; lo cual implicaba poner nuevos interruptores en la caja de registro principal de la casa. Para llevar a cabo esta empresa, consideramos que tendríamos que contratar algunos ayudantes de manera que contratamos a dos jóvenes que dijeron estar estudiando la preparatoria. Ambos resultaron ser muy emprendedores y dispuestos a aprender y seguir instrucciones. Al comenzar a trabajar, nos dimos cuenta que ninguno de los dos sabía la diferencia que hay entre el sistema métrico decimal y el sistema inglés. Al utilizar las cintas de construcción para medir, a menudo confundían ambos sistemas y por supuesto daban mal las mediciones. Cuando nos dimos cuenta cuál era el problema me puse a enseñarles ambos sistemas, pero por la presión de terminar el trabajo no podía dejarles, digamos una tarea escolar, como problemas para que pudieran practicar y fijar correctamente este conocimiento. Entonces, me vi obligada a estar comprobando constantemente las mediciones que ellos hacían. Ambos jóvenes eran sumamente inteligentes y con mucha voluntad para trabajar; de forma que con su ayuda, el proyecto se terminó felizmente. Sin embargo, esta experiencia me hizo pensar enormemente en la responsabilidad fallida de las escuelas donde estos jóvenes estudiaron. Ambos me enseñaron sus relaciones de estudio de secundaria y no pude menos que pensar que esta secundaria había defraudado a las familias de estos muchachos; puesto que un joven que obtiene un diploma de secundaria, pero no es capaz de distinguir entre dos sistemas de medición completamente diferentes y que funcionan también de manera muy distinta, no está preparado casi para ningún tipo de trabajo.

Los muchachos que vienen de familias de extracción muy humilde, lo más probable es que consigan trabajo en proyectos de construcción, como ayudantes de albañilería, de carpintería o que se ofrezcan como obreros en las fábricas diversas que pueda haber en las ciudades. En una ciudad como Juárez, hay una gran cantidad de fábricas maquiladoras; algunas de ellas son solamente ensambladoras, pero otras tienen la operación casi completa de manufactura de diferentes productos. El trabajo que allí se desarrolla requiere destreza y un cúmulo de conocimientos que se supone que la gente obtiene en su paso por la primaria y la secundaria. En resumen, un obrero de este tipo de industrias tiene que dominar las cuatro operaciones aritméticas básicas; debe saber operaciones con fracciones comunes (quebrados) sobre todo si tiene que manejar medidas del sistema inglés de medición. Probablemente sea muy deseable que sepa la regla de tres simple –una ecuación básica que hace 40 años, cuando yo estudié la primaria, se aprendía más o menos entre cuarto y quinto grado de primaria–; es necesario que pueda interpretar correctamente algunas formas de gráficas, como las de pastel y las de barras. En lo que se refiere a la lecto-escritura, es necesario que un obrero sea capaz no solamente de codificar y descodificar mensajes, sino que sea capaz de comprenderlos correctamente. En una fábrica, a veces es cuestión de vida o muerte obedecer las reglas de seguridad que en la mayoría de los casos están escritas en carteles. Hay muchachos que pueden leer, o sea descodificar el mensaje, pero no lo comprenden, son analfabetas funcionales.

Es indudable que México tiene un gran problema educativo. Se están creando universidades al por mayor, cuando es un país que no produce ciencia ni tecnología propias o si las produce es en un grado ínfimo. Sin embargo, sus clases dirigentes pretenden insertarlo a marchas forzadas con una miríada de operarios que no tienen el menor entrenamiento ni capacitación; y que para adquirir las destrezas necesarias para el trabajo tendrán que recurrir al ensayo y error constante. Este absurdo provoca que muchos jóvenes se accidenten con mucha facilidad en su trabajo, que queden inhabilitados de por vida o mínimo, que nunca lleguen a adquirir las habilidades necesarias para desempeñar adecuadamente su trabajo; ya no digamos para progresar y aprovechar las oportunidades que se les pudieran presentar.

En los países desarrollados, hace mucho tiempo que se sabe que el entrenamiento y capacitación para el trabajo es una necesidad económica, ya no digamos de derechos humanos. La mayoría de las maquiladoras establecidas en México, pero originarias de otros países, tienen sus departamentos de capacitación y adiestramiento que en la mayoría de los casos son excelentes; pero muchas veces tienen que manejar gente que viene con unos niveles muy dispares de conocimientos, lo cual crea serios problemas para entrenarlos adecuadamente. Esto les crea a esas compañías un problema grave de producción de «scrap» (productos defectuosos) que hay que desechar; pero cuya pérdida económica se compensa por los bajos salarios pagados a los trabajadores. Si los trabajadores tuvieran un mejor entrenamiento, o al menos algún entrenamiento, la producción sería más rentable y este excedente quizá se podría aprovechar en pagar mejores salarios o instituir premios económicos para los mejores trabajadores.

En los países más industrializados se han creado centros de capacitación y entrenamiento de nivel medio que conceden grados intermedios entre un diploma de preparatoria y un diploma universitario. En los Estados Unidos se tienen los colegios de la comunidad, una idea excelente que le permite al joven que necesita entrar a la fuerza de trabajo muy pronto en la vida, o que ha decidido independizarse o casarse muy joven continuar unos estudios que le permitirán capacitarse para conseguir un trabajo mejor pagado que si no tuviera ninguna capacitación. Es extraño que en un país como México, donde hay una urgencia de construir casi de todo porque sus clases dirigentes alegan que hay que hacer el país competitivo; y donde se gasta una parte muy importante del presupuesto en educación, no se haya ideado un tipo de institución que se asemeje a estos colegios. El Comunity College norteamericano, no solamente le permite a los jóvenes obtener una certificación en dos años o menos que lo prepara para comenzar a trabajar en una cierta especialidad, sino que con los estudios académicos hechos ahí, puede aspirar a completar una carrera universitaria, si así lo desea más tarde en la vida.

Por otra parte, ahora que la tecnología nos ha arrollado a todos, el primer ejemplo concreto que tenemos para planear una buena educación son las casas de cada persona. Cuando contruímos la lavandería de nuestra casa, caí en la cuenta de que un cuarto de este tipo era un verdadero nudo de todos los servicios que una casa tiene, esto es: sistemas de drenaje, hidráulicos, de electricidad y de gas. Un conjunto de sistemas entrelazados entre sí de manera bastante compleja; y ¡solamente para lavar, secar y planchar la ropa de la familia! También me di cuenta que el acomodo de los aparatos electrodomésticos y demás muebles que lleva esta habitación requerían una lógica que tiene que ver con el trabajo que se va a desarrollar en ese espacio de trabajo. Para mí, esta fue una experiencia verdaderamente fascinante y enriquecedora porque me di cuenta de la creatividad que se requiere para diseñar la construcción de un cuarto así, una verdadera sala de máquinas.

A lo largo de mi vida, muchas de mis amigas y familiares se han visto obligadas a hacerle una serie de modificaciones a sus casas, algunas de ellas han hecho verdaderas remodelaciones. Desde que vine a vivir a los Estados Unidos, he conocido mucha gente que compra casas viejas en relativo buen estado o en franca decadencia y poco a poco van actualizándolas de acuerdo a sus necesidades o presupuesto; o por la necesidad de instalación de los nuevos aparatos que la tecnología lanza al mercado para el mejoramiento de la vivienda. Pero no toda la gente está preparada o desea dedicarle tiempo y estudio al diseño de los espacios de su propia vivienda. ¡Qué bueno que existe la gente especializada en estos menesteres! No obstante, el problema es que la mayoría de la gente no tiene el dinero que se requiere para contratar por ejemplo un arquitecto especializado en este tipo de remodelaciones. Entonces muchas personas se ven obligadas a hacer diseños ellos mismos y contratar solamente albañiles y otros operarios que lleven a cabo la obra físicamente. El inconveniente es que muchas veces estos operarios son muy incompetentes y el dueño de la casa no lo sabe hasta que ya se gastó hasta el último centavo y que la edificación quedó bastante mal hecha en el mejor de los casos; o de plano es necesario tirar lo hecho y edificar nuevamente. Esta problemática es consecuencia de la pésima capacitación de los trabajadores. ¿No sería ya tiempo de que la vivienda común y corriente, la vivienda de la mayoría de la gente, fuera objeto de estudio y capacitación para todo el mundo? Ciertamente que no todo el mundo se va a dedicar a remodelar casas, pero la mayoría de la gente tendrá que reparar su vivienda eventualmente; o necesitará crear nuevos espacios por el aumento de la familia o por nuevas necesidades que surjan para el uso de la vivienda en el transcurso del tiempo. Hoy en día, hay una tendencia a regresar a trabajar en la propia casa. Una vivienda que se haya construído hace 30 años no tiene la capacidad para la conexión de muchos electrodomésticos que se inventaron más recientemente, por ejemplo el horno de microondas; menos aún para la conexión de las computadoras de la familia actual.

Volviendo a las universidades que se están construyendo por todas partes, hace poco me tocó ver un plano hecho por una recién egresada arquitecta. El supuesto plano no tenía ni una sola medida. Para aquellos que desconozcan la importancia de la medición en el diseño y planeación de cualquier cosa, les puedo decir que se puede hacer hasta un castillo en un terreno con las dimensiones para una casa del Infonavit, pero para ser habitado solamente por muñecas, porque ningún ser humano cabrá en tales dimensiones. El plano estaba destinado a la ampliación de la casa de una querida amiga; ampliación muy urgente y necesaria porque lo requería para la construcción de su despacho de trabajo. Por fortuna, mi amiga consiguió un maestro albañil de lo más competente que decidió qué medidas debía tener cada cuarto señalado en el «plano arquitectónico». El resultado fue bastante favorable, pero considero que una arquitecta que no tiene idea de las dimensiones que debe considerar para cada espacio, es una profesionista de una incompetencia increíble. Y, por lo tanto, podemos atribuirle a la universidad que le concedió el título de arquitecta un estruendoso fracaso en la educación que imparte, si no es que lo podemos llamar un franco fraude. En este punto debo añadir que fue una gran suerte para mi amiga la salvación que representó para la obra este maestro albañil y, cómo ésta es una muestra de lo que puede hacer un trabajador experimentado y competente para salvar las cosas cuando un profesionista incompetente estuvo a punto de echarlas a perder. Sin embargo, podría poner mil ejemplos de obras que han resultado en verdaderos bodrios debido a la falta de pericia de los trabajadores manuales y, por cierto que también debido a la ineptitud de ciertos arquitectos e ingenieros.

Hablando estrictamente de construcción ya sea nueva o para remodelación, lo que es cierto para la casa habitación es también cierto para todo tipo de edificios que se hagan con muy diferentes objetivos. Actualmente, la guerra de los energéticos que se desarrolla en todo el mundo los ha hecho encarecerse de manera espectacular. Necesitamos más que nunca edificios que sean capaces de maximizar los ahorros en energía para alumbrarlos, calentarlos y enfriarlos. México, a pesar de ser un país petrolero, no ha podido abaratar ni la electricidad, ni el gas, ni otros energéticos que se requieren para el servicio de todas las edificaciones. ¿No sería ya tiempo de que hubiera escuelas especializadas que capacitaran técnicos y operarios capaces de instalar sistemas de ahorro de energía en los edificios; o que fueran capaces de construír viviendas más económicas en lo referente a los energéticos? Por otra parte, todo el norte de México padece una sequía que ya se volvió endémica en las últimas décadas, sin embargo no hay una buena instalación hidráulica, ya no digamos en las casas, sino en las ciudades y las poblaciones. En las poblaciones del sur de Texas, el agua no solamente se recicla, sino que se inyecta en el subsuelo para purificarla cabalmente y volver a reusarla dos años más tarde. Pero aunado a esto, se han implementado políticas para que la gente ahorre lo más posible de agua. Claro, no han hallado la fórmula perfecta, pero tienen claro que los sistemas hidráulicos eficientes son indispensables para la supervivencia en estos desiertos. Creo que los ciudadanos comunes de México también están conscientes de esta problemática. Conozco varios jóvenes que ponen un balde bajo la regadera para capturar el agua que corre mientras sale agua caliente y después la utilizan muy juiciosamente. Sin embargo, éste debería ser un conocimiento que se impartiera en todas las escuelas, desde el jardín de niños.

Chihuahua que es el estado de donde soy originaria tiene extensas zonas de montaña donde la riqueza forestal se ha explotado de manera desalmada y que actualmente ha causado áreas muy extensas de terrible desforestación. Sin embargo, no conozco una sola escuela donde se formen técnicos que pudieran trabajar en la reforestación de esas regiones. ¡Ya sé que existe Chapingo! Pero, ¿dónde están las escuelas formadoras de los trabajadores que tendrán que trabajar sembrando los árboles nuevos o decidiendo dónde es mejor plantar este tipo o aquel de árboles y arbustos para la reforestación; dónde, los centros formadores de los trabajadores que tengan que cuidar los viveros para producir las futuras arboledas? Lo mismo pasa con los terrenos agrícolas. Aunque hace más de medio siglo que se sabe en todo el mundo que el monocultivo afecta de manera muy severa las tierras agrícolas, no hay estudios ni personas que tengan la formación para establecer la rotación de cultivos o que puedan decir cual sería el mejor destino de esos terrenos.

Cierto que Chihuahua se ha preocupado hondamente por su industrialización, pero no se puede descuidar en forma tan irresponsable al campo; porque precisamente al convertirse en una zona tan industrial se convirtió en un polo de atracción para las personas de prácticamente muchos del resto de los estados, sobre todo los sureños. Chihuahua es un estado rico, pero cuesta mucho sacarle alimento a la tierra y solamente con mano de obra calificada se podrán producir los alimentos necesarios para toda esa masa de trabajadores migrantes. Si no hay comida y habitación suficiente, la industrialización puede venir a causar más mal que bien.

Necesitaría un ensayo muchísimo más largo para señalar todas las áreas que se podrían mejorar de fondo por medio del trabajo de personas verdaderamente educadas y entrenadas en especialidades prácticas y tendientes al mejoramiento del medio ambiente, de la vivienda, de la agricultura o de empresas agrícolas o industriales de muchos tipos y ése no es el objetivo de este escrito. Empero, me gustaría señalar que la educación y la instrucción escolar debería de ser una capacitación muy seria para el trabajo que les tocará desarrollar, no sólo a las futuras generaciones, sino a muchos jóvenes que ya están insertados en el campo del trabajo pero sin una base educativa firme y efectiva que les sirva para llevarlo a cabo. Hace medio siglo, se les impartía a los niños desde la escuela elemental un entrenamiento en talleres como carpintería, soldadura, herrería, costura, economía doméstica y otros muchos. No sé por qué quitaron la enseñanza de todos estos talleres, sin que los sustituyeran por otros, si es que consideraban que estos eran conocimientos pasados de moda. El resultado es que los muchachos llegan a la mayoría de edad sin tener ni la más mínima capacitación para el trabajo. ¿De qué sirve entonces su paso por las escuelas elemental, secundaria y preparatoria? Me puedo imaginar lo defraudados que se sentirán estos muchachos y la impotencia tan grande al no poder ser productivos para sí mismos ni para sus familias.

Creo que la educación de un país no debería basarse en el número de universidades que tenga cada estado o cada ciudad, sino en la cantidad de técnicos, de obreros y de trabajadores especializados que sean capaces de realizar su tarea con precisión y eficacia. Un país cuyos albañiles no saben usar la plomada y construir una pared firme y derecha; cuyos plomeros no tienen idea de las pendientes que se necesitan para un desagüe adecuado y, que no pueden interpretar las instrucciones para colocar un procesador de basura bajo el fregador de trastos adecuadamente; cuyos carpinteros no sean capaces de construir una cocina integral en el que el ama de casa no tenga encima de la cabeza el horno de microondas; es un país condenado a seguir en el subdesarrollo.

No importa cuantos ingenieros y licenciados de muchas disciplinas egresen de esas universidades, si no cuentan con la mano de obra calificada que interprete correctamente sus planos o sus instrucciones, las obras estarán destinadas al fracaso o a la mediocridad en el mejor de los casos. México necesita una reforma educativa verdadera; una reforma en la cual el niño comience a entender la importancia de los recursos naturales desde el primer año de kínder; una reforma en que el joven que llegue a la secundaria sepa las operaciones aritméticas básicas y tenga la capacidad de codificar y descodificar correctamente su idioma, o sea sepa de verdad leer y escribir. Una reforma que le garantice a los jóvenes desde que comiencen a abandonar la niñez, el conocimiento para ganarse la vida de una manera honrada y competente. Pero fundamentalmente, México necesita un cambio de mentalidad en sus clases dirigentes, así como también entre la gente en general. Se requiere que sean capaces de crear una reforma educativa que pueda entrenar y capacitar al joven trabajador del futuro, pero sobre todo que le inculque el amor y el respeto al trabajo, primordialmente al trabajo manual. Sólo los países donde los mecánicos de todo tipo; los constructores de vivienda y de infraestructura –desde el humilde intendente o velador–; los obreros que fabrican todo tipo de artículos que son tan necesarios para la vida actual; los prestadores de servicios como lo son los empleados de restaurantes, de tiendas o de muchos otros tipos de servicios sean valorados y respetados como lo son los profesionistas. Solamente un pueblo, que le tenga este amor y respeto al cualquier tipo de trabajo y que comprenda su necesidad de todos estos operarios, tendrá la esperanza de llegar a un verdadero desarrollo. Porque ellos, los creadores físicos de las ideas geniales o tan sólo prácticas de los que tienen acceso a la educación superior, son los que aterrizan estas ideas y las convierten en realidad tangible y concreta. Los trabajadores manuales necesitan una educación tan seria y de calidad como los trabajadores intelectuales. Sin todos estos operarios, ninguna idea, por eminente que sea, se podrá llevar a cabo apropiadamente.

En la actualidad, lo que está en severo peligro es nuestro medio ambiente y nuestros recursos naturales más básicos; en pocas palabras, nuestra civilización. Si nuestra generación no tiene el buen sentido de crear una reforma educativa seria, que proporcione una instrucción de calidad, de respeto al medio ambiente y sea capaz de inculcar una ética de respeto al trabajo de todo tipo, nuestra sociedad estará condenada, no solamente al fracaso y la mediocridad, sino tal vez a la destrucción del delicado equilibrio que apoya y mantiene nuestra civilización.

El Paso, Texas

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