Aspecto de la residencia de la escritora. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 18 de abril de 2012. (RanchoNEWS).- Una vez superado el empedrado del centro histórico de San Isidro, cuando la avenida del Libertador se hace finita y luego ancha otra vez, el follaje de los árboles se hace más denso y el aire ribereño se respira más cercano. Es allí donde quintas históricas como Villa Ocampo resisten el paso del tiempo, transmiten el espíritu de una época y se pueden visitar, escribe Silvina Beccar para La Nación:
Donada a la Unesco por su dueña, la escritora y mecenas Victoria Ocampo (1890-1979), la casa construida por su padre, Manuel Ocampo, para el veraneo de su familia fue su residencia exclusiva desde 1940.
Luego de un importante trabajo de restauración, hoy conserva su trazado original y permite sumergirse en una época y un tiempo distintos, además de apreciar el legado de Victoria y tomar el té o almorzar en galerías y comedores con vista al jardín con glorieta y barranca sobre el río, hoy oculto por la vegetación.
La visita guiada dura una hora larga y recorre el parque de acceso, parte del original que ocupaba mucho más terreno. Luego continúa por la escalera de mármol que conduce a la planta baja de la casona con su hall central, sobre columnas y rodeado de un balcón perimetral sobre el que flota una claraboya con vitrales. La chimenea de mármol, los retratos de familia, el piano, el cuarto de Victoria, las mesas y los sillones son objetos para pensar, hilos del relato que teje Julio Fernández, entre otros tres guías nacionales de turismo.
Dedicatorias, anotaciones
La biblioteca del primer piso custodia, en modernos estantes, los once mil libros con los cuales dialogaba Victoria: en las dedicatorias y los subrayados puede leerse -e intuirse- el voraz recorrido literario de esta mujer que desafió las reglas de su época y condujo un proyecto cultural como la revista Sur durante casi 50 años. De la mano de José Pepe Bianco, su secretario de redacción, creó también la editorial Sur que permitió la traducción de libros y publicación de autores como Faulkner, Camus, Sartre o Virginia Woolf.
Entre el 30 y el 60 muchos escritores como Gabriel García Márquez o Julio Cortázar pudieron leer en Sur a autores influyentes en su obra posterior. En este sentido, Gabriela Mistral le escribe a Victoria: «Usted ha cambiado la dirección de lectura de varios países en Sudamérica». En las páginas de Sur publicaron también Graham Greene, Rabindranath Tagore, Albert Camus, Octavio Paz, Jorge Luis Borges, María Elena Walsh, muchos, amigos que se hospedaron en Villa Ocampo.
Dijo Borges de ella que «en un país y en una época en que las mujeres eran genéricas, ella tuvo el valor de ser un individuo».
Presidenta de la Unión de Mujeres Argentinas, primera mujer en obtener su registro de conducir, ella se declaraba feminista porque «¿qué otro remedio queda frente a la realidad?», escribió en una carta a su hermana, la escritora Silvina Ocampo.
El guía cuenta detalles de su vida: el sueño de Victoria era ser actriz, pero entre su marido, Luis Bernardo de Estrada, y su padre, Manuel Ocampo, le prohíben hacerlo. De luna de miel con su marido conoce al primo de éste, Julián Martínez, un hombre de las artes que sí la apoya en su camino artístico y del cual se enamora.
«Al enterarse de la confabulación entre su marido y su padre para que dejara de actuar y quedara embarazada rápidamente, ella dice: "Me he casado con un traidor», cuenta el guía.
Victoria publica su primer libro, De Francesca a Beatrice, en 1924. Se trata de un ensayo sobre la Divina Comedia. La laguna de los nenúfares, sus Testimonios, la Autobiografía, entre otros títulos y cartas, reflejan su vida e impresiones que, junto con los ejemplares de la revista Sur, pueden adquirirse en el lugar de venta de la casa-museo o leerse en la biblioteca.
Sur y después
Maximiliano Maito, a cargo de los archivos, la comunicación y la programación de Villa Ocampo, destaca para los bibliófilos «la riqueza de encontrar el circuito que marcan las dedicatorias y las anotaciones en los libros únicos que se encuentran en la Biblioteca de Villa Ocampo». Y continúa, parafraseando a su curador, Ernesto Montequin: «Hay una diferencia interesante entre el proyecto estético-literario de Borges, Bioy Casares o Silvina Ocampo con el de Victoria, que es un proyecto cultural. Estos autores rescatan autores que funcionen en relación con su propia obra. En cambio, Victoria realiza un número de Sur sobre el surrealismo sin gustarle esa corriente, porque entiende que tiene un valor, o traduce Las criadas, de Genet, porque confía en sus editores, no porque fuera de su agrado. Escritores como Enrique Pessoni o Alejandra Pizarnik pudieron ver la luz gracias a Sur. Allí también aparecieron los primeros escritos de la escuela de Fráncfort, la primera traducción de Joyce o de Beckett, o Federico García Lorca en plena Guerra Civil Española. Ése es el verdadero legado de Victoria Ocampo», concluye.
A la derecha del hall se encuentra el antiguo office convertido en cafetería. Linda con la galería rodeada de santarritas y jazmines del país del jardín con una fuente de hierro fundido. Allí se puede tomar el té con scones, almorzar las crêpes que tanto le gustaban a Victoria o cenar los segundos y terceros viernes de cada mes.
Festivales de danza, cursos de paisajismo, las 7 noches (espectáculos organizados por Diana Teocaridis desde 2005), los talleres, las visitas guiadas: la donación de Villa Ocampo a la Unesco cumplió con el fin pensado por Victoria, «(.) con el deseo de que el destino que espontáneamente tuvieron mis casas se prolongara sin necesidad de mi presencia».
Citado en el libro Villa Ocampo, escenario de cultura de Ivonne Bordelois y Fabio Grementieri (Editorial Sudamericana), Manuel Mujica Láinez escribió: «Es difícil combinar imaginación y sencillez, grandeza y humildad, hospitalidad y libertad. Los jardines y la casa de Victoria atestiguan maravillosamente que esa síntesis puede existir».
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