Un joven Henry James. (Foto: Alice Boughton)
C iudad Juárez, Chihuahua. 14 de noviembre de 2017. (RanchoNEWS).- La maestría y la originalidad de la obra de Henry James son tan indiscutibles como su prolijidad de volumen y de estilo. Considerado uno de los padres de la literatura moderna, pionero en temáticas y técnicas narrativas pero sin romper con la tradición, sus historias han sido profusa fuente de inspiración para la literatura y el cine. Autor de espléndidas novelas como Retrato de una dama, Los embajadores, Daisy Miller o Las alas de la paloma, es quizá en sus relatos donde el talento y la excelencia se dan más frecuente y rotundamente. Con esta opinión como premisa, la editorial Páginas de Espuma se embarca en el vasto y titánico proyecto de reunir toda la narrativa breve del autor estadounidense, tarea que ya acometió con éxito con la obra de otros grandes maestros del cuento como Zola o Chéjov. Andrés Seone escribe para El Cultural.
Tres volúmenes que reúnen en 4.500 páginas casi un centenar de piezas ordenadas cronológicamente son el resultado de seis años de trabajo de un profundo conocedor de la obra de James, el también escritor y traductor argentino Eduardo Berti, que afirma embarcarse en esta aventura «por inconsciencia y por pasión. Hace unos años ya traduje una novela corta de James, Gabrielle de Bergerac, inédita en español, y de ahí salté a otros cuentos o novelas cortas», relata. «Me llamó la atención que había más textos de los que yo pensaba sin traducir, y sobre todo el desorden. En un escritor tan abundante y variado como James es lógico que todo se fuera traduciendo de manera hermosamente caótica». Por eso, con la connivencia del editor Juan Casamayor, recientemente premiado en la FIL por su encendida defensa del cuento, «decidí que era imperdonable que no hubiese en nuestro idioma una recopilación de sus obras traducidas con una unidad de tono y de criterio».
El resultado de ese empeño es esta trilogía cuya publicación se extenderá hasta 2019 y de la que se llega a nosotros ahora el primer volumen, que abarca desde 1864 hasta 1878, los primeros años como incipiente escritor de un joven Henry James, que comenzó publicando en revistas literarias sus relatos en una o dos entregas. «Es muy importante mostrar que, si bien la mayoría de estos cuentos, eran una fuente de ingresos que le permitía vivir y viajar por Europa, él se los tomaba muy en serio, no eran solamente un trabajo», puntualiza Berti. «En ningún momento se siente al leerlos que los cuentos sean menores en su producción. De hecho, para un maestro como James el cuento también es central», asegura el escritor, confeso amante del género.
«En este volumen se recogen sus cuentos primerizos, desde los 21 años de James, el primero lo publica con seudónimo, hasta los 35». Berti decide escoger este punto de inflexión siguiendo los cánones de los biógrafos clásicos del autor y porque «hay varios hechos que marcan y acompañan al último cuento. El primero que James se instala definitivamente en Inglaterra. Estos relatos pertenecen a su época de idas y vueltas, de grandes viajes, largos periodos en Europa, Italia, algo de Alemania, Inglaterra, y por supuesto Francia». Además es en aquel entonces cuando tiene lugar su primer gran éxito editorial, Daisy Miller. Porque aunque nos cueste hoy creerlo, «durante su vida James no es un escritor de grandes éxitos, es más, hacia sus últimos años, está prácticamente olvidado», recuerda el traductor. Otro hecho destacable de finales de los 70 es que justo después del último cuento de este volumen, James comienza a escribir en sus famosos y copiosos cuadernos. «El cuento que inaugura el siguiente tomo es el primero que se puede rastrear en su cuaderno de notas. A partir de ahí, podemos leer en sus notas todos los cuentos de James, lo que dice sobre ellos, como conoció las anécdotas, qué quiso escribir... de todo este tomo no hay nada».
Cuentos primerizos, temáticas inagotables
Ya en estos cuentos primerizos, desarrollará James sus temáticas más identificativas y constantes, que maduraran en su obra junto al propio escritor. Con escasas salvedades, los temas van apareciendo en sus escritos y se instalan para ser reformulados una y otra vez. «Hay algunos más de carácter coyuntural que van a desaparecer, como el tema de la Guerra de Secesión, entonces muy reciente, que trata en varios cuentos y novelas. Hay en esto una culpa personal, porque él no va a la guerra y sus hermanos menores sí». Ese tema después se difumina, pero hay otros recurrentes que llegan para quedarse. «Obviamente el vínculo entre América y Europa, donde destaca el papel que cumple la inocencia y la decepción. Escribe muchas historias donde el estadounidense que idealiza Europa es engañado y estafado o él mismo se desilusiona», explica Berti.
«Otro tema es la reflexión sobre cómo conciliar vida y arte. Al principio el protagonista siempre es un pintor, porque en un primer momento James dudo si seguir su vocación pictórica. Las reflexiones entre arte y vida, entre ficción y realidad son constantes, pero en una época más madura ya apelarán a la escritura, como en Los papeles de Aspern o La lección del maestro. También aparece el fracaso, los límites o la ambigüedad entre el fracaso y el éxito, incluso el artista que fracasa pero que en medio de ese fracaso tiene un acierto único. Todo esto permanece en el James maduro», reitera el traductor.
Si los temas de Henry James son circulares, y su estilo está en constante pulimiento, donde demuestra una originalidad prístina es en su técnica narrativa, en su manera de aproximarse a la construcción del relato, que acomete de modo muy distinto a antecesores y contemporáneos. «Es un gran cuentista, pero no en el sentido canónico. El cuento clásico parece escribirse desde el final, como si fuese un desagüe y todo se precipitase hacia el final. En James es muy raro ver eso, él establece un contraste clave», opina Berti. «Sus cuentos son bastante largos, pero lo que ocurre es muy poco, muchas veces casi banal. Estás todo el tiempo esperando algo y no pasa nada, y lo que pasa es a otro nivel, es más algo mental que sujeto a la propia trama. Además, muchas veces deja al lector interpretar de forma muy ambigua la narración».
Los maestros del pionero
Como en todos los autores, en estas obras tempranas es donde más evidentes se hacen las influencias de otros escritores, que en el caso de Henry James se corresponden con una serie de maestros precursores en una o dos generaciones. «El escritor americano que más influye en James es Nathaniel Hawthorne», apunta Berti, «ese Hawthorne al límite entre lo fantástico y lo realista, un poco gótico, marcará la ambigüedad presente en sus cuentos de fantasmas». Pero hay algo más relacionado con el memorable relato Wakefield, que para Berti presenta un rasgo muy extraño. «Hawthorne liquida la historia en el primer párrafo, y todo el resto son disquisiciones, teorías, hipótesis e intentar descifrar la mente del personaje. En James hay mucho de esto también, no narra solamente la historia, sino que trata de entender las motivaciones y la complejidad de las motivaciones, porque tampoco es un escritor de causa-efecto, sino que va más allá». En este sentido, el escritor y traductor considera que James es el escritor bisagra entre el siglo XIX y el XX, «en él aparece la complejidad, el nacimiento del psicoanálisis, para decirlo de manera simple».
Esa profundización psicológica, ese ahondamiento en el personaje, nace precisamente de su rebelión contra otros de sus modelos, los realistas franceses. «James critica a escritores anteriores, que incluso son modelos para él, como Balzac, porque los ve como superficiales», asegura Berti. «A la vez, es un apasionado de Shakespeare, y tal vez mezcla un poco la maestría de Shakespeare para desnudar la complejidad humana con la tradición cuentística y novelística europea del XIX, que es todavía para él muy superficial», aventura. Aunque al hablar de modelos, Berti tiene claro que «sin duda su gran influencia es Flaubert, el escritor estrella cuando James empieza a escribir. Precisamente, los primeros atisbos que hay de análisis psicológicos se dan en Flaubert, por ejemplo en Madame Bovary, pero James lleva esto un paso más allá.
«Aunque en este sentido, tampoco hay que olvidar que su hermano mayor era psicólogo», recuerda Berti. «William James es un pionero de la psicología en un momento en el que no se hablaba de psicología, sino de filosofía. Él inventa los cimientos de la psicología, y muchas de las cosas que intuye William, las escribe su hermano». Para el traductor, es curioso cómo viviendo lejos y con un vínculo complejo entre ellos, van llegando a conclusiones similares. «Hay dos o tres momentos donde la obra de James parece ilustrar los descubrimientos de su hermano, que inventa conceptos como el "hilo de pensamiento", que después se van a usar para explicar la ficción de Virginia Woolf o de Joyce, de la que James es precursor, esos meandros narrativos que tratan de imitar el razonamiento de la mente humana».
Además de esa profundización psicológica, otro rasgo característico de James es el descriptivismo, que ya no es tan realista en el sentido de describir la realidad como tal, sino que nace de ese intento de describir los procesos mentales. Hablamos de los típicos y archiconocidos párrafos plagados de frases subordinadas, algo casi inédito en un idioma como el inglés y que pueblan las obras de madurez de James. «Su realismo es mucho más subjetivo, James es un maestro del punto de vista. Casi al mismo tiempo él y su gran amigo Joseph Conrad están revolucionando todo lo que es perspectiva y punto de vista en la narrativa», reconoce Berti. «Y ya en estos primeros cuentos, si bien estamos todavía en las década de 1860 o 1870, hay cosas que parecen más propias del siglo XX. Cuando utiliza terceras personas, no usa la omnisciencia clásica, el narrador que se mete en la cabeza de todos los personajes, sino que elige uno y a partir de él focaliza todo. Es algo que hoy parece muy simple, casi obvio, pero es radical cuando él toma esta decisión».
El germen de un narrador
En opinión de Berti, todos estos elementos que conforman la escritura de Henry James son más patentes en los cuentos que en el resto de su producción novelística o ensayística. «Es importante reivindicar su obra de cuentista, porque en ella hay aspectos de su narrativa que aparecen con una síntesis y creatividad que no alcanza en las narraciones más largas. Se citan muchas frases de sus cuentos por eso, porque los personajes son más explícitos, algo que parece contradictorio en el ambiguo James. En La madonna del futuro hay una frase que se cita siempre en referencia al contraste de Europa con Estados Unidos: 'Estamos atados a la imperfección. Un americano, si quiere destacarse, debe aprender diez veces más que un europeo. Carecemos de raciocinio profundo'. Conciso, sutil y magistral».
En cuanto a los próximos dos volúmenes que completarán la trilogía, Berti asegura que es cierto que hay una evolución. «Hay más madurez, más trabajo de la perspectiva y el punto de vista, la aparición de los escritores como protagonistas, más complejidad en las frases...» Sin embargo, aunque considera que las próximas entregas guardan auténticas obras maestras del género breve debido a una «explosión del escritor», el encanto y lo llamativo de este volumen, más allá de su evidente calidad, «es el interés que encierra ver que el James que conocemos no viene de la nada, sino que el germen está en estas páginas».
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