El músico Robert Plant, cantante de Led Zeppelin. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 1° de noviembre de 2017. (RanchoNEWS).- El músico y exlíder de Led Zeppelin publica un segundo álbum junto a los Sensational Space Shifters, Carry Fire, Ignacio Julia lo entrevista para El País.
Hasta en tres ocasiones suena la advertencia: prohibido mentar a Led Zeppelin, grupo que se formó en 1968 y se disolvió en 1980. Ni falta que hace. Robert Plant (West Bromwich, Inglaterra, 1948) publica un segundo álbum junto a los Sensational Space Shifters, Carry Fire, y sigue oteando el presente con apasionada curiosidad, barajando lo antiguo con lo nuevo. En esta ocasión, la mezcolanza de rock y sonoridades étnicas arrastra poso político en canciones que tratan las actuales lacras del populismo y los nacionalismos. Plant saluda en correcto castellano: «¿Qué tal?». Y prosigue en un inglés que suena a brumosas colinas y rozagante madurez.
¿Cómo funcionan los Sensational Space Shifters?
Llevamos quince años operativos, con un par de cambios de personal, entre el resto de proyectos que me han ocupado en mi vida. Funcionamos como una cooperativa. Los músicos ofrecen ideas, estructuras y ambientes, y se trabajan entre todos. A veces combinamos la idea de uno con la de otro, así se construyen las canciones. Y cuando tengo una idea para una melodía, también la elaboramos conjuntamente, como si fuese una pintura colectiva. Se les debe respetar, son maestros musicales con gran imaginación y creatividad ajenas al mundo pop, lo que está muy bien. Resulta embriagador, musicalmente intoxicante.
No debe ser nada fácil mantener el interés con tan larga trayectoria…
No es nada difícil. Es un proceso que forma parte de mi vida desde los tiempos anteriores a Led Zeppelin, en los años sesenta, y hasta hoy mismo. Es lo que hago, lo que hacen estos tíos. Con el ambiente adecuado surgen muchas ideas, pero finalmente te concentras en solo unas pocas. Después de tantos años juntos nos sale mucho mejor.
La electrónica sigue siendo tabú en el rock.
Me importa un comino lo que digan. Hacemos música para nosotros mismos. Eso es todo, Si lo que quieres es que te amen por no arriesgarte, no tiene sentido ser músico, escritor o pintor. Debes seguir a tu estrella. La electrónica genera un ambiente seductor, y necesito esa atmósfera. Esto y el ritmo son los elementos aglutinadores; usamos ritmos norteafricanos, similares al flamenco. Esos ritmos sugestivos son como un mantra.
¿Es hoy su voz más rica, más sabia?
Mi estilo es amplio, puedo adaptarme al ambiente de las canciones. En escena canto piezas muy salvajes, pero cuando compongo para un álbum trato de crear una atmósfera general y cantar según dicta la canción. Tengo suerte, mi voz sigue en buen estado, todavía hace lo que le pido.
Debe haber sido un placer cantar en el álbum con Chrissie Hynde.
Siempre es fantástico cantar con otros; hacerlo solo es estar en un lugar muy solitario. He cantado con Patty Griffin, una de las mejores cantantes del mundo, y con Alison Krauss. Podemos cantar suavemente, con potencia o sexualidad. Es nuestro don, somos afortunados.
En Carry Fire se trata el cambio continuo como fuerza vital, pero también habla sobre la mortalidad.
Sí, tal vez, hay quien lo dice. Pero yo no creo que este trayecto vaya a finalizar algún día. Veo la vida como algo continuo que al final se detiene, por lo que no me preocupa. Básicamente se trata de reavivar la llama del romance. Es parte muy importante de mi vida, mantenerme enamorado del amor.
Cita al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su «muro, no una valla». Su música, claramente, intenta traspasar fronteras…
Siendo sincero, todo lo que pretendo es entretener con un poquito de intelecto. Mis observaciones no son profundas, son tan solo un catálogo de las locuras de la humanidad y la corrupción del poder. No hay nada nuevo en lo que digo, está por todas partes. Ahora mismo estamos preocupados, en cada esquina y en cada ciudad del mundo.
También hubo grandes conflictos en los setenta, pero los actuales se perciben más graves.
Lo que ha cambiado es la atención de los medios de comunicación, que se ha vuelto cercana a la pura histeria. La impulsan aquellos poderosos que usan los medios para crear problemas que no lo son, con sus reacciones inmediatas soltadas desde las alturas. En los años setenta tardabas más en enterarte de las cosas que ocurrían, no se daba esa respuesta histérica.
¿Pueden las redes sociales hacer contrapeso?
No podría decirlo, no lo sé, me mantengo alejado de ellas todo lo que puedo. Creo que estamos en franca desventaja al comportarnos como seres crédulos y tragándonos los grandes eslóganes e ideas. La vida es mucho más que atender los tuiteos de humanos dementes.
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