En la universidad París 8, Vecchio dicta un taller de confección de lenguas inventadas. (Foto: Sandra Cartasso)
C iudad Juárez, Chihuahua. 21 de junio de 2018. (RanchoNEWS).- «Una invención siempre lleva a otras invenciones, haciendo que la humanidad ascienda, peldaño tras peldaño, la escalera sin fin del progreso», se plantea, con una estrafalaria devoción por el progreso, en La extinción de las especies (Anagrama), de Diego Vecchio, novela que fue finalista del Premio Herralde 2017. La imaginación de Vecchio es exquisita y obstinada en tiempos como el presente, en el que muchos escritores han decretado la muerte de la ficción. Zacharias Spears funda el Museo de Historia Natural en Washington, donde alberga los especímenes recolectados en la expedición de exploración del Oeste. Su sueño es que los visitantes puedan emprender un viaje hasta espacios y épocas remotas, por el módico precio de dos centavos, para ver el espectáculo del mundo, comprimiendo a escala humana «el parsimonioso tiempo de los planetas, de modo que hasta un niño pudiera observar, en cuarenta minutos, aquello que había acaecido durante miles de millones de años».
La novela empezó por un viaje que hizo Vecchio (Buenos Aires, 1969) al sudoeste de Estados Unidos en 2010. Entonces estuvo en Arizona, en el Gran Cañón del Colorado, y visitó la reserva de los indios Hopi. «Fue como pasar de un mundo al otro. Me hizo pensar mucho en un libro que había leído, El ritual de la serpiente, de (Aby) Warburg. Lo que me sorprendió fue que las imágenes que tenía del libro Warburg, que eran del siglo XIX, seguían todavía vivas en ese lugar. Al principio quería escribir una novela sobre indios, pero es muy difícil, por no decir imposible, por toda la tradición que hay en la literatura argentina, y esto hizo que el libro tomara otro rumbo hacia los museos», recuerda el autor de Historia calamitatum (2000), Egocidios: Macedonio Fernández y la liquidación del Yo (2003), Microbios (2006) y Osos (2010). Vecchio vive en París desde 1992, donde da clases de literatura hispanoamericana y talleres de confección de lenguas imaginarias y espectrales en la Universidad París 8.
La entrevista es de Silvina Friera para Página/12
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