Selva Almada. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 30 de junio de 2018. (RanchoNEWS).- El duelo a navajazos terminó. Pájaro Tamai, echado en el suelo, boca arriba, le parece que la vuelta al mundo del parque de diversiones de su pueblo sigue moviéndose. Como si la simetría del destino quisiera redimir en la proximidad de la muerte el odio que los quemó en vida, muy cerca está Marciano Miranda, echado boca abajo, con un solo ojo abierto. Los jóvenes enemigos, herederos de un rencor familiar que empezó con el robo de un perro galgo, se están muriendo. La agonía enciende la memoria y los dos comienzan a recordar. Los recuerdos se les vienen como trompadas de locos, uno atrás de otro, desordenados. En Ladrilleros, novela publicada en 2013 por Mardulce que se vuelve a reeditar y es el último título de la colección «8M», que saldrá mañana con la edición de Página/12, Selva Almada narra una tragedia excepcional en un pueblo del sur del Chaco, a fines de los años 90, donde el amor entre dos hombres es vivido por el hermano mayor del homosexual asumido como una cuestión donde se juegan el honor y la venganza.
La mirada de Almada (Villa Elisa, Entre Ríos, 1973) se ilumina cuando recuerda a un ladrillero que ella quiso mucho. «Lolo Bertone, a quien está dedicada la novela, era un tío de mi mamá. Él vivía solo en el campo, cerca de Villa Elisa, siempre fue soltero y nunca se casó. Y vivía de una manera muy pobre, en un rancho, con muchos perros. Como pongo en la dedicatoria, para mí era un espíritu libre y siempre me provocó mucha admiración y mucho cariño, sobre todo de más grande, cuando me di cuenta de que el tipo era un personaje muy raro. Yo conocía cómo podía vivir y pensar una familia de ladrilleros por mi tío», cuenta la escritora en la entrevista con Página/12.
Silvina Friera la entrevista para Página/12
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