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La flor que proviene de China. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chih. 1 de noviembre de 2007. (RMV / RanchoNEWS).- Las flores constituyen un elemento imprescindible para el festejo mexicano del «Día de Muertos», una celebración –recordemos– de origen indígena mesoamericana que los españoles que conquistaron este territorio hicieron coincidir con las celebraciones católicas de Todos los Santos y Día de los Fieles Difuntos, del 1 y el 2 de noviembre, respectivamente.
Entre las flores empleadas para decorar las tumbas esos días destaca el cempasúchil (o cempaxóchitl), por ser una flor autóctona, aunque también participan las rosas y los girasoles, entre otras.
En el norte de México, y en particular en el estado de Chihuahua, era utilizado durante gran parte del siglo pasado el crisantemo. Esta flor oriunda de China, donde tiene un uso ornamental desde hace más de dos mil años, fue introducida en Europa a través de Francia en el último tercio del siglo XVIII. Los primeros cultivos en España coinciden con el inicio en el siglo XIX y suponemos que de España llegó a México.
Cabe mencionar, por su importancia, que antes de llegar a Europa su cultivo se trasladó a Japón donde se convirtió en una flor santa que recibía una veneración divina. Todavía es usado en ceremonias y es el símbolo de una vida larga. Contrariamente a lo que piensa mucha gente, la esfera en la bandera japonesa no representa el sol naciente sino el corazón de un crisantemo despojado de sus pétalos.
Para documentar el uso del crisantemo en el «Día de Muertos» chihuahuense vamos a reproducir dos fragmentos de un texto escrito por Martín H. Barrios Álvarez, un escritor nuestro que tenemos lamentablemente olvidado (ver recuadro al final del texto).
El texto corresponde a una columna publicada el lunes 2 de noviembre de 1953 en El Heraldo de Chihuahua, en el cual recrea el recuerdo infantil de su madre con respecto a esta fecha, he aquí la transcripción:
* * *
Todo el año al lado de las palabras con que mi madre mimaba las demás flores. A ésta por su corola, el «amor de un rato» y a la reina de la noche, como si fuera criatura de carne y hueso, se oía:
–Me falta agua para mis crisantemas.
Luego agregaba:
–¿Qué dirá tu abuelito si no le llevamos flores este año?
–¿Qué dirá tu padre?
–No me importa qué diga tu padre. No me importa mucho. Para qué me dejó. Para qué te dejó a ti huérfano. Si no le llevamos flores este año, pues bien merecido se lo tiene. Para qué se fue.
Pero siempre estaba vigilante. Vigilaba todo el año el crecimiento de sus amadas criaturas, para que, este día estuvieran bellas, con la belleza extraordinaria de toda flor que sabe que va a servir de regalo, mejor dicho, de ofrenda.
* * *
Mi madre, digo, quería mucho las flores. Todo el año les quitaba brotes, las acariciaba, las mimaba con palabras, les hacía la limpieza con tanto esmero como a mi hermanita, que sabía tejer y bordar y hacer unas tortillas de harina que parecían soles de tan doradas y tan hermosas.
Pero no la hacía conmoverse cuando le pedía una flor.
–Son para tu abuelita.
–Son para tu papá.
–Son para tu hermanita.
* * *
Hasta aquí don Martín. También podemos documentar el uso de esta flor en Ciudad Juárez precisamente en el año de 1953. Un reportero anónimo del periódico El Fronterizo escribía el 2 noviembre del año en mención que «desde temprana hora, caravanas de gente sin importar clase visitaron los panteones en automóviles, carros de tracción animal y a pie, llevando miles de coronas de crisantemos, la flor tradicional, que año tras año adorna las tumbas y los sepulcros de nuestros muertos… Y esas coronas tendrán miles de pesos de costo… De varias partes del estado de Chihuahua han llegado desde el sábado grandes camiones cargados de flores. Los introductores harán su agosto».
De la nota de ese reportero rescatamos también esta información:
«Además de los floreros –primeros en sacar pingües ganancias en este día– desde ayer empezaron a invadir los dos panteones (el municipal y el Tepeyac) las plagas de vendedores. Dulces, velas, sodas, elotes y hasta botellitas de bebidas alcohólicas son vendidas en los panteones… Con ello –dicen– le lloran mejor al hueso… Además están los que pintan las cruces que la pátina del tiempo va decolorando y aún destruyendo y estos, como los otros, cobran precios extratosféricos (sic)… Continuando con la tradición las escuelas públicas del estado y federales, las oficinas del gobierno federales, estatales y municipales no trabajarán hoy».
Para concluir hemos anexado (ver recuadro) una guía de los elementos utilizados para realizar un Altar de Muertos y cuatro haikus de Basho con el tema de los crisantemos.
Martín H. Barrios Álvarez (1904-1964)
Maestro, ex Gobernador interino del Estado (1943), literato, poeta e ideólogo fundador de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Fue uno de los escritores más prolijos que ha dado nuestro estado. Nació en Santa Eulalia, Chihuahua, el 9 de agosto de 1904. Realizó sus estudios superiores en la ciudad de México, donde aprendió el idioma francés y el arte de la traducción, que lo llevó a ser uno de los mejores traductores que ha tenido México. De regreso a Chihuahua, colaboró en los periódicos Tribuna y El Heraldo, durante más de 30 años. De su creación literaria, destacan Como la estrellita del cielo; Espejo de dos ciudades; Ocho cuentos japoneses y la Historia de un balcón, aunque su obra cumbre es la Grandeza de Chihuahua, publicado en 1950. Falleció el primero de octubre de 1964 en la ciudad de Chihuahua.
Altar de muertos
Los materiales comúnmente utilizados para hacer un altar de muertos para el Día de Muertos tiene un significado, y son los siguientes:
«La Catrina», grabado de Guadalupe Posada. (Foto: Archivo)
* Retrato de la persona recordada. El retrato del difunto, sugiere el ánima que los visitará la noche del 2 de noviembre.
* Pintura o cromo de las Ánimas del Purgatorio. La imagen de las ánimas del purgatorio sirve para obtener la salida del purgatorio del alma del difunto por si acaso se encontrara ahí.
* Doce cirios. Aunque pueden ser menos, tienen que ser en pares, y preferiblemente de color morado con coronas y flores de cera. Los cirios, sobre todo si son morados, son señal de duelo. Los cuatro cirios en cruz, representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa.
* Cincuenta veladoras medianas (opcional). Estas veladoras servirán para iluminar el camino de regreso a casa del alma.
* Calaveras de azúcar. Las medianas en el nivel superior, son alusión a la muerte, siempre presente. Las pequeñas y en un nivel bajo, son dedicadas a la Santísima Trinidad, y una grande en el mismo nivel, al Padre Eterno.
* Seis candeleros, con boca suficientemente ancha para ubicar los cirios.
* Tres incensarios, pequeños anafres o braceros.
* Copal (incienso de tiempos prehispánicos). El copal sirve para que su humo limpie el lugar de malos espíritus y así pueda entrar el ánima a su casa sin ningún peligro.
* Carbón de madera.
* Ceniza de leña. La cruz grande de ceniza sirve para que al llegar el ánima hasta el altar pueda expiar sus culpas pendientes. La cruz pequeña de ceniza se pone por si el ánima se encontraba en el purgatorio, ayudándolo a salir de ahí para continuar su viaje.
* Un lebrillo o aguamanil que tenga o no pedestal.
* Jabón de pan.
* Una toalla de cualquier calidad. El aguamanil, jabón y toalla se colocan por si el ánima necesita lavarse después del largo viaje.
* Agua, jarra y vaso, preferiblemente de vidrio transparente para que se pueda apreciar el contenido que será agua natural. El agua en la jarra es para que se moje los labios resecos por el viaje desde el más allá.
* Cazuelas con comida. La preferida por el difunto cuando vivía.
* Ocote en rajas.
* Chiquihuite tortillero.
* Licor, un caballito tequilero, un salero y un platito con un limón partido. El licor, tequila preferiblemente, es para que recuerde los grandes acontecimientos agradables durante su vida y decida visitar a los vivos.
* Pan de muerto (Dos piezas medianas). La comida tiene por objeto deleitar al ánima que nos visita.
* Flores de cempaxóchitl, según las necesidades. Las flores sirven para adornar y aromatizar el lugar durante el tiempo que esté presente el ánima.
* Mesa, tablas, etcétera, para la base del altar.
* Papel de china de cualquier color, dando preferencia al morado (luto cristiano) y naranja (luto azteca), tantos pliegos como superficie se pretenda cubrir. (Fuente Wikipedia.org)
Cuatro haikus de Crisantemos
Basho
Los crisantemos
se incorporan, etéreos
tras el chubasco.
Olor a crisantemos
y en Nara, viejas
imágenes de Buda.
Después del crisantemo
Aparte el largo Nabo
Nada
El crisantemo blanco.
La pureza
al encuentro de ojo.
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