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Portada del libro. (Foto: Archivo)
M adrid, 16 de noviembre, 2007. (Aurora Intxausti/EL País).- Mei, la protagonista de El ojo de jade, se asemeja bastante a Diane Wei Liang, autora de una novela policiaca en la que se descubren las miserias y bondades de una sociedad que se está modernizando como la china, y el pasado de un país en el que proliferaron los campos de trabajo y las muertes. Tiene mucho de ella, pero también de las mujeres que dirigen agencias de detectives en la provincia de Pekín, donde se dedican a investigar divorcios por motivos de infidelidad. Y, por cierto, con mucho éxito.
Wei Liang (Pekín, 1966) habla pausada, acompañada de un té, para desentrañar su experiencia en la plaza de Tiananmen, los terribles sucesos que costaron la vida a decenas de estudiantes. «La vida después de aquello no fue igual para mí. Las imágenes de lo ocurrido están en la retina, al igual que el sufrimiento. China empezó a ser distinta». La escritora acabó sus estudios de Empresariales y Económicas en Estados Unidos, donde impartió clases en la universidad durante 11 años. «Un día decidí contar una historia, El lago sin nombre, que era la de mi vida como estudiante, y a partir de ese instante opté por cambiar, abandonar los números y dedicarme a las letras». Su madre siempre decía que ser escritora en China es una de las profesiones más arriesgadas. «No seguí su consejo, tal vez porque no estoy viviendo en mi país».
Le gusta la novela negra como lectora, a pesar de que en su país no se prodigue ese género, y se siente muy vinculada a la literatura americana y europea. «Creo que es bueno narrar la crónica social a través del género policiaco. Está muy pegado a la realidad».
En El ojo de jade (Siruela), una mujer decide montar una agencia de detectives y un familiar suyo le encarga que encuentre un valioso jade de la dinastía Han que fue sustraído durante la revolución cultural. La investigación le lleva a descubrir muertes, traiciones y, cómo no, relaciones amorosas. La novela se ha vendido en 25 países, aunque no en el suyo. «Me gustaría que se editase mi libro en mi lengua y que pudiese ser leído allí, pero por ahora lo contemplo como algo difícil. Es imposible escribir sobre China sin enfrentarse con su historia, porque eso es lo que es, y ése es el contexto en el que viven mis personajes».
Es consciente del brutal cambio que está registrando su país. «Las mayores aventuras arquitectónicas y las mayores dosis de experimentación culturales se están registrando en estos momentos en China. Hay mucho dinero y mucha gente con ganas de abrirse al mundo. La gente es más feliz y con posibilidades de llevar a cabo cosas interesantes», explica Wei Liang. Una situación que se contrapone con el elevado nivel de corrupción que se está registrando en diferentes estamentos de la sociedad. «El dinero logrado de manera fácil lleva a corromper a la sociedad, y eso es algo que también está pasando en mi país. Ese tipo de situaciones es bueno que se cuenten y yo creo que puede hacerlo a través del género policiaco». Habla con ciertas dosis de nostalgia pero sin querer echar la vista atrás. Cada año vuelve a China para encontrarse con sus raíces, pero ahora prefiere seguir aprendiendo de la cultura europea. En su próximo libro, Mariposas de papel, la detective Mei seguirá investigando en su ciudad.
Video promocional del libro
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