Escena del corto LA CAJA DE EMILIO
José David Cano
I. En medio de una desorganización, una falta de comunicación entre el departamento de prensa y medios acreditados, entre decidir cuál era la mejor película iberoamericana -si Whisky o Crónicas (para el jurado fue Crónicas)-, y el éxito de la cinta mexicana El mago, de Jaime Aparicio, el XX Festival Internacional de Cine en Guadalajara llegó a su fin.
II. Definitivamente Guadalajara no está hecha para mí. No se malentienda. Guadalajara está imbuida de transparencia. Su cielo es de un azul único. Y su sol. Su sol da al entorno una claridad excepcional. Caminar por las calles de esta ciudad significa deslumbrarse, restregarse los ojos de tanto sol. Un sol que quema de arriba, pero cuyo reflejo también quema de abajo. Sin embargo, el ruido, la contaminación visual, el exceso de autos, ha hecho a esta ciudad insoportable por las mañanas y las tardes. Por eso es mejor recluirse en la primera cantina que uno encuentre. Ahí están las respuestas a todo.
III. La antes llamada Muestra de Cine Mexicano ha quedado reducida a cenizas. Ahora en estos tiempos posmodernos y globalizados, los organizadores decidieron no sólo cambiar el nombre sino terminar de moldear un festival que fuera internacional. El riesgo lo han asumido, y puede que a la postre no salgan bien li- brados de él. Y es que, ¿por qué dar un giro global cuando lo que identificaba a este encuentro era su interés por difundir el cine mexicano? Este año, por ejemplo, fue elocuente el contraste entre una magra sección de películas mexicanas en competencia (seis filmes) y una muestra de 17 largometrajes de ficción iberoamericanos, también en competencia, de los cuales nueve fueron argentinos.
IV. Lo que más llama la atención es que este contraste no sólo fue cuantitativo sino también cualitativo. Pongámoslo así, comenta Peter Schuman, programador del Festival de Cine de Berlín: "El problema fundamental del cine mexicano, en este momento, no es la falta de talento; el problema es que no existe una política cinematográfica definida. Tampoco hay dinero, ni apoyos. Cuando la gente corta los presupuestos culturales, como en este fatal gobierno de Fox, es algo que no se puede aceptar. Es una política ignorante. Por eso el cine mexicano está sufriendo, otra vez, un momento muy difícil por la falta de dinero. Espero que para el próximo año, con un nuevo presidente, y una nueva política cultural, cambien las cosas."
V. Pero Schuman va un poco más allá: en Alemania se han llegado a producir más de cien películas al año. Pero, en promedio, dice, son alrededor de 80 largometrajes. La mayoría están financiadas a través de varios fondos que existen en el ámbito federal. Entonces le digo a Schuman que esto no se ve aquí. Y pone como ejemplo a Argentina. "Hoy, son el país más creador, más novedoso, con más talento y posibilidades, de América Latina. Tienen una política cinematográfica definida, además de un apoyo por parte del Estado para cambiar ciertas leyes. Por eso, en este momento, es la cinematográfica modelo."
VI. Precisamente de esto se habló en el encuentro de creadores (directores, productores, actores) organizado por Kodak. Ahí se discutió la situación de la industria fílmica en la región latinoamericana, manifestándose las diferencias sustanciales entre los apoyos que reciben los cines de Brasil y Ar- gentina, con notables resultados a la vista, y la escasez de incentivos fiscales para nuestro cine, o el apoyo estatal selectivo, y a cuentagotas, que reciben nuestros directores. Ahí está el caso de Marcel Sisniega, cuya cinta El baile de la iguana -que mereció el premio al mejor guión- no recibió ningún apoyo.
VII. Pero también Jorge Fons, el homenajeado mexicano en esta ocasión, alzó la voz: "Ha habido muchas temporadas de nuevo cine mexicano. Es casi normal, por la eterna crisis de la cinematografía, en su intento por no morir. Hay que apoyarlo y estar con él. Surgen grupos de cineastas que significan, y después llegan momentos muy opacos. Hay muchos jóvenes que aparecen de escuelas de cine y que necesitan la manera de poder presentar su obra; lo que tenemos no puede considerarse como una industria, sino como un fenómeno cinematográfico que necesita más películas en cantidad y calidad."
VIII. Así que la pregunta es inevitable: ¿cómo se hace un cineasta en nuestro país, y en particular en Guadalajara? "A pura pasión. Pura pasión por el arte -dice Éktor Alonzo, uno de los organizadores del encuentro alternativo Cine de Muestra (de Cortometraje), que se realizó a la par del Festival Internacional de Cine-. Guadalajara, por ejemplo, ya tiene una escuela (la de la Universidad). Esto es un aliciente. Estoy seguro que dentro de diez o 15 años será una escuela de renombre."
IX. Era lo que nos faltaba, dice ahora el jalisciense Antonio Arellano, quien participó en la sección de cortometrajes. "Porque las escuelas de cine son, por decirlo de alguna forma, fábricas de soñadores. Te van metiendo el sueño de que puedes hacer cine, de que tienes algo importante que decir. Estoy seguro que van a pasar cosas. Porque esta fabriquita ya existe, a todo vapor, y está repercutiendo en trabajos de calidad. Creo que terminará por repercutir en la producción de largometrajes, y que la infraestructura se mueva del Distrito Federal. Para terminar con este centralismo que no nos lleva a ningún lado."
X. Y es que hacer cine es muy difícil. Es una disciplina artística que implica un sinfín de disciplinas, señala Paola Chaurand, ganadora en la sección de cortometrajes. "Debemos entender que el cine es importante en la sociedad. Es el reflejo, el espejo de la sociedad. Por eso cuando la sociedad está enferma, y su gobierno está enfermo, su cine también lo está." ¿Hablamos de centralismo? "Sí, así es -añade Éktor-. Sigue siendo muy fuerte. Y regresamos al dinero. No lo hay. Y si lo hay, se apoya a ciertos grupos, a ciertos sectores, son cuestiones de los jurados; al final, ves otras cosas. Hay mucho nebulismo."
-¿Golpes bajos?
-Dejémoslo en nebulismo.
I. En medio de una desorganización, una falta de comunicación entre el departamento de prensa y medios acreditados, entre decidir cuál era la mejor película iberoamericana -si Whisky o Crónicas (para el jurado fue Crónicas)-, y el éxito de la cinta mexicana El mago, de Jaime Aparicio, el XX Festival Internacional de Cine en Guadalajara llegó a su fin.
II. Definitivamente Guadalajara no está hecha para mí. No se malentienda. Guadalajara está imbuida de transparencia. Su cielo es de un azul único. Y su sol. Su sol da al entorno una claridad excepcional. Caminar por las calles de esta ciudad significa deslumbrarse, restregarse los ojos de tanto sol. Un sol que quema de arriba, pero cuyo reflejo también quema de abajo. Sin embargo, el ruido, la contaminación visual, el exceso de autos, ha hecho a esta ciudad insoportable por las mañanas y las tardes. Por eso es mejor recluirse en la primera cantina que uno encuentre. Ahí están las respuestas a todo.
III. La antes llamada Muestra de Cine Mexicano ha quedado reducida a cenizas. Ahora en estos tiempos posmodernos y globalizados, los organizadores decidieron no sólo cambiar el nombre sino terminar de moldear un festival que fuera internacional. El riesgo lo han asumido, y puede que a la postre no salgan bien li- brados de él. Y es que, ¿por qué dar un giro global cuando lo que identificaba a este encuentro era su interés por difundir el cine mexicano? Este año, por ejemplo, fue elocuente el contraste entre una magra sección de películas mexicanas en competencia (seis filmes) y una muestra de 17 largometrajes de ficción iberoamericanos, también en competencia, de los cuales nueve fueron argentinos.
IV. Lo que más llama la atención es que este contraste no sólo fue cuantitativo sino también cualitativo. Pongámoslo así, comenta Peter Schuman, programador del Festival de Cine de Berlín: "El problema fundamental del cine mexicano, en este momento, no es la falta de talento; el problema es que no existe una política cinematográfica definida. Tampoco hay dinero, ni apoyos. Cuando la gente corta los presupuestos culturales, como en este fatal gobierno de Fox, es algo que no se puede aceptar. Es una política ignorante. Por eso el cine mexicano está sufriendo, otra vez, un momento muy difícil por la falta de dinero. Espero que para el próximo año, con un nuevo presidente, y una nueva política cultural, cambien las cosas."
V. Pero Schuman va un poco más allá: en Alemania se han llegado a producir más de cien películas al año. Pero, en promedio, dice, son alrededor de 80 largometrajes. La mayoría están financiadas a través de varios fondos que existen en el ámbito federal. Entonces le digo a Schuman que esto no se ve aquí. Y pone como ejemplo a Argentina. "Hoy, son el país más creador, más novedoso, con más talento y posibilidades, de América Latina. Tienen una política cinematográfica definida, además de un apoyo por parte del Estado para cambiar ciertas leyes. Por eso, en este momento, es la cinematográfica modelo."
VI. Precisamente de esto se habló en el encuentro de creadores (directores, productores, actores) organizado por Kodak. Ahí se discutió la situación de la industria fílmica en la región latinoamericana, manifestándose las diferencias sustanciales entre los apoyos que reciben los cines de Brasil y Ar- gentina, con notables resultados a la vista, y la escasez de incentivos fiscales para nuestro cine, o el apoyo estatal selectivo, y a cuentagotas, que reciben nuestros directores. Ahí está el caso de Marcel Sisniega, cuya cinta El baile de la iguana -que mereció el premio al mejor guión- no recibió ningún apoyo.
VII. Pero también Jorge Fons, el homenajeado mexicano en esta ocasión, alzó la voz: "Ha habido muchas temporadas de nuevo cine mexicano. Es casi normal, por la eterna crisis de la cinematografía, en su intento por no morir. Hay que apoyarlo y estar con él. Surgen grupos de cineastas que significan, y después llegan momentos muy opacos. Hay muchos jóvenes que aparecen de escuelas de cine y que necesitan la manera de poder presentar su obra; lo que tenemos no puede considerarse como una industria, sino como un fenómeno cinematográfico que necesita más películas en cantidad y calidad."
VIII. Así que la pregunta es inevitable: ¿cómo se hace un cineasta en nuestro país, y en particular en Guadalajara? "A pura pasión. Pura pasión por el arte -dice Éktor Alonzo, uno de los organizadores del encuentro alternativo Cine de Muestra (de Cortometraje), que se realizó a la par del Festival Internacional de Cine-. Guadalajara, por ejemplo, ya tiene una escuela (la de la Universidad). Esto es un aliciente. Estoy seguro que dentro de diez o 15 años será una escuela de renombre."
IX. Era lo que nos faltaba, dice ahora el jalisciense Antonio Arellano, quien participó en la sección de cortometrajes. "Porque las escuelas de cine son, por decirlo de alguna forma, fábricas de soñadores. Te van metiendo el sueño de que puedes hacer cine, de que tienes algo importante que decir. Estoy seguro que van a pasar cosas. Porque esta fabriquita ya existe, a todo vapor, y está repercutiendo en trabajos de calidad. Creo que terminará por repercutir en la producción de largometrajes, y que la infraestructura se mueva del Distrito Federal. Para terminar con este centralismo que no nos lleva a ningún lado."
X. Y es que hacer cine es muy difícil. Es una disciplina artística que implica un sinfín de disciplinas, señala Paola Chaurand, ganadora en la sección de cortometrajes. "Debemos entender que el cine es importante en la sociedad. Es el reflejo, el espejo de la sociedad. Por eso cuando la sociedad está enferma, y su gobierno está enfermo, su cine también lo está." ¿Hablamos de centralismo? "Sí, así es -añade Éktor-. Sigue siendo muy fuerte. Y regresamos al dinero. No lo hay. Y si lo hay, se apoya a ciertos grupos, a ciertos sectores, son cuestiones de los jurados; al final, ves otras cosas. Hay mucho nebulismo."
-¿Golpes bajos?
-Dejémoslo en nebulismo.