MERRY MAC MASTERS
La Jornada
La fascinación que siente el pintor británico James Reeve Chamberlain (Ngong, Kenia, 1939) por el Centro Histórico (CH) de la ciudad de México, lo llevó a vivir cinco años en una vecindad en la calle de Leandro Valle, a un costado de la Plaza de Santo Domingo.
Durante ese tiempo el artista realizó una serie de obras de la cual 31cuadros al óleo, 12 estudios en acuarela y 10 estudios en óleo integran la exposición James Reeve. Diario de un pintor inglés en el Centro Histórico, que será inaugurada el martes 19 de abril a las 20 horas en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (Justo Sierra 16), como parte de la versión 21 del Festival de México en el Centro Histórico (FMCH).
La obra de Reeve mezcla el paisaje de lo barroco con lo moderno, es decir, ''los terribles rascacielos que ya se desmoronan a lado de las fachadas de las iglesias y los palacios que han resistido muchos más siglos''. Pero sin olvidar a los habitantes del lugar y demás transeúntes, algunas personas flamantes, otras patéticas, que el artista mira con ternura y humor.
Para Reeve cualquier plaza o calle del Centro Histórico ostenta una joya arquitectónica. Con su ironía inglesa ejemplifica con la capilla de la Conchita, atrás de la cual ''los pobrecillos, drogadictos, con sus botellas de vino, etcétera'', han hecho un baño público: ''Una vez me encontré con una señora mayor, muy decente, que barría los excrementos. Le pregunté, señora, ¿no hay otro trabajo para usted tan bien vestida? Sólo dijo, ni modo. Esta capilla en cualquier sitio sería la joya de la ciudad''.
El cuadro Escogiendo delicias en Manzanares (ca. 2001), habla de su contacto con las sexoservidoras. Reeve menciona las viejitas que se quedan dormidas en los templos después de rezar día y noche ante el altar, ''supongo por las almas de las chicas afuera. Entonces, me dice una, ¿por qué le dejaste dinero para aquellas? Tengo que pagar mi renta''.
Recuerda cómo un día ''la madama de las chicas salió con un bonche de escobas que repartió entre ellas, luego un jaboncito y una jerga. Empezaron a barrer la calle de manera frenética. Pensé que iba a venir una persona de importancia. Pero no, porque pregunté a un grupo de gente del campo que estaba alrededor y me dijeron, señor, usted no entiende, nosotros somos campesinos y nos gusta una mujer casera''.
Barriadas peligrosas y sucias
James Reeve también se interesa por cómo era la vida que se llega a captar en el CH. Cabe mencionar que el artista realizó estudios de literatura española en la Universidad de Oxford, luego se inscribió en la Real Academia de Bellas Artes, en Madrid, de donde salió para ingresar al Monasterio del Parral, en Segovia. Allí vivió como monje jerónimo, enclaustrado con voto de silencio durante dos años. Salió porque no lo dejaban pintar y empezó a viajar por el mundo.
Antes de llegar al Centro Histórico, radicó 15 años en Xitla, SLP, adonde llegó en 1985. Allí entró en contacto con don Plutarco, anciano compañero de su paisano Edward James, introductor de las esculturas surrealistas que han hecho famoso a ese pueblo en la Huasteca potosina, donde Reeve levantó unas construcciones ''muy extrañas en la jungla''.
Del CH a Reeve le fascina ''la Santísima, bajando por Venustiano Carranza'', aunque reconoce que esas barriadas pueden ser ''peligrosas y sucias''. Víctima de la violencia urbana, después de ser asaltado seis veces, pero también por el ''ruido'', se mudó de su vecindad.
''El ruido es lo más terrible. Los ambulantes, aunque vendan bragas, tienen su horrible bum bum bum; hacen ruido que entra hasta la médula. Tienen sus derechos también, pero en la calle de Brasil, por ejemplo, uno va entre los automóviles.
''En Santo Domingo, por ejemplo, hay plantón cada dos segundos. Vienen los amables maestros de Oaxaca con sus baños públicos, sus lagos de excremento, no es muy agradable. He visto hasta las señoritas del banco con pinzas en la nariz. Santo Domingo es de las plazas más bonitas de México, pero ya está arruinada por los ambulantes y los plantones.''
Reeve, entonces, se fue ''donde no vive nadie, hasta la Narvarte, como me dijo una señora elegante de Polanco. Pura tranquilidad, qué maravilla. El paisaje de rotoplas ya no lo pueden arruinar, porque ya está arruinado''. Por tanto, su serie sobre el Centro Histórico ya concluyó y tal vez retome el campo mexicano.
Curiosa y peculiar mirada
Para Paloma Porraz, directora del Antiguo Colegio de San Ildefonso, la obra de Reeve ''nos ha hecho volver a ver el CH por medio de su mirada curiosa y peculiar''. Su obra recupera del lugar su belleza arquitectónica con fidelidad y admiración. En este ámbito clásico inserta la vida cotidiana, destacando lo insólito de sus personajes: perros, mendigos, viejos y las actividades que podrían parecer casi surrealistas.
Ayer, Graciela de la Torre, titular de Artes Visuales de la Universidad Nacional Autónoma de México, señaló la necesidad de saber de vez en cuando que ''hay pintura-pintura todavía'' y ver a ''nuestro Centro Histórico siempre vivo retratado en la tradición de los pintores viajeros''. Un viajero artista y ''sedentario'', agregó José Areán, director del FMCH, por ''conocer de cerca'' esta parte de la urbe.
De forma paralela a la muestra de Reeve, habrá un concurso de cuento corto El Centro Histórico de tu puño y letra, en el que podrán participar personas mayores de 18 años.