La reproducción ilegal de libros se ha extendido de manera alarmante por Latino-américa.
Considerada un ''delito de bajo riesgo", en México ocasiona a los autores pérdidas anuales de más de 110 millones de pesos por concepto de regalías, mientras los editores estiman que dejan de percibir unos mil 250 millones de pesos, según cifras del Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor (Cempro).
En Venezuela, la piratería de libros ha causado la pérdida de 46 mil puestos de trabajo en los pasados cinco años, así como daños financieros al sector editorial que superan 20 millones de dólares, afirmó recientemente el presidente de Ediciones Urano y Editorial Pomaire en ese país, José Luis García Fríos, quien aseguró que al menos 200 librerías han cerrado sus puertas ante la imposibilidad de competir con los precios de esos productos.
Venezuela se encuentra entre las naciones latinoamericanas con mayores pérdidas en el rubro editorial, seguida de Perú, Colombia y Bolivia.
En Ecuador, la piratería de libros, aunada a la de discos y películas, en siete años ha dejado 15 mil desempleados y pérdidas por más de 66 millones de dólares.
Paraguay, primer lugar
Las cifras de diversos organismos que combaten el problema señalan que Paraguay ocupa el primer lugar en piratería, pues figura como el gran abastecedor de los mercados argentino y brasileño.
Hace unas semanas, en España, durante un debate sobre el tema entre senadores y artistas, el poeta Luis García Montero afirmó que el problema de la piratería de libros es ya ''muy grave'' en Latinoamérica.
Censuró que la sociedad no esté ''suficientemente interesada en respaldar la conciencia crítica, pues el pato no lo están pagando los consagrados, sino los que están empezando".
García Montero puntualizó que ''la dignidad del arte está también en la dignidad del objeto artístico" y pidió una educación en valores como el respeto y la libertad ''para que los jóvenes no sean simples consumistas".
La directora del Centro Español de Derechos Reprográficos, Magdalena Vinent, en entrevista concedida a Americaeconomica.com, recordó que en mayo la asociación civil Alianza contra la Piratería publicó un informe en el que alertaba que México ha acumulado, en los últimos cuatro años, pérdidas de 2 mil 800 millones de dólares a causa de esa actividad ilegal.
Asunto añejo, atención reciente
No obstante que la piratería de libros es asunto añejo, apenas en 1998 se creó el Cempro, con la autorización del Instituto Nacional del Derecho de Autor (Indautor), con el propósito de formular una estrategia para proteger y gestionar de manera colectiva los derechos de reproducción, comunicación pública, distribución y transformación de los autores y editores afiliados.
A la fecha, el Cempro administra los derechos de 95 por ciento del mercado editorial privado nacional.
Combatir la reproducción no autorizada de obras literarias ha sido una ardua labor, en particular para poder ejercer acciones judiciales contra las imprentas piratas.
Hace dos años, por vez primera, el Cempro logró que se encarcelara a un impresor ilegal en Zitácuaro, Michoacán.
Era dueño de una librería en la que comercializaba desde la exitosa saga de Harry Potter, de J.K. Rowling, hasta novelas como El mundo de Sofía, de Jostein Gaarder, y los clásicos libros de matemáticas de Aurelio Baldor, todos ellos a mitad del precio oficial.
En sus bodegas había miles de libros y portadas piratas. No obstante, la sentencia fue de tan sólo tres años de prisión, por lo que el condenado pudo quedar libre bajo fianza.
Al respecto, tanto los abogados del Cempro como litigantes independientes que se especializan en delitos relacionados con la propiedad intelectual piden que las leyes cambien para que se castigue con mayor severidad la piratería y así contener un mal que se ha salido de control.
Lucrativo negocio
En el Centro Histórico de la ciudad de México es donde se ubica el mayor número de imprentas piratas.
Los cinco o seis operativos que ha realizado la Agencia Federal de Investigación los pasados dos años, son insuficientes para cortar de raíz la piratería en esa zona.
Hace falta encontrar a los impresores ''con las manos en la masa", cosa que se dificulta mucho por la tardanza con la que a veces se emiten las órdenes de cateo y por los pitazos que se da a los delincuentes. Los puestos ambulantes en los que se venden libros piratas continúan su lucrativo negocio en los alrededores de la Catedral Metropolitana y en las calles de Donceles, principalmente.
En la actualidad, la Procuraduría General de la República integra cuatro averiguaciones previas a petición del Cempro.
La directora de ese organismo, María Fernanda Mendoza, señaló que uno de los puntos clave para erradicar el problema sería concientizar a la población:
''Comprar un libro pirata no es 'obtener una ganga', sino incurrir en un delito. Hay que enseñarle eso a nuestros hijos."
Al respecto, la asociación civil Alianza contra la Piratería anunció hace días que a partir del ciclo escolar 2005-2006, la Secretaría de Educación Pública (SEP) informará, mediante su Guía para el docente, sobre el impacto negativo que tiene la economía ilegal en la sociedad, para que los maestros instruyan a sus alumnos en relación con el tema.
Alianza contra la Piratería, presidida por Roberto Castañeda Franco, ha pedido en varias ocasiones al titular de la SEP, Reyes Tamez Guerra, incluir en los planes de estudios del sistema básico educativo temas como la piratería, el contrabando y el robo.
Industria cultural en riesgo
Por otra parte, la actriz española Pilar Bardem manifestó hace un mes ante legisladores de su país, que ''la sociedad sigue sin ser consciente del daño que ocasiona la falta de respeto a los derechos de autor, daños que son gravísimos para la industria cultural y que pueden provocar el desmantelamiento de un sector que genera riqueza y empleo para muchos ciudadanos''.
En Venezuela, el presidente de Ediciones Urano, José Luis García Fríos, coincide en señalar que sólo un cambio en la percepción del consumidor y en las políticas de Estado respecto a la violación de la propiedad intelectual podrá salvar al mundo editorial.
''Si no cambiamos, lamentablemente, vamos a desaparecer", dijo al explicar que el gran problema de la piratería radica en el lector que desconoce la importancia que tiene el respeto a la propiedad intelectual y a los derechos de autor.
Por eso, el precio del libro se convierte en el factor determinante para el consumidor.
La directora del Centro Español de Derechos Reprográficos, Magdalena Vinent (en entrevista con Americaeconomica.com) explica que las personas piensan que imprimir un libro por Internet cuesta más barato y no es cierto:
''Si calculamos el costo del papel y de la tinta de la impresora, el precio sería el mismo que si lo compráramos. Lo que ocurre es que las personas lo imprimen desde la oficina y, así, casi le sale gratis."
Al respecto, el Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor lleva a cabo en México campañas para promover el respeto a los derechos de autor e impulsa una ''urgente" reforma a la legislación vigente en materia de propiedad intelectual.