Portada del Libro
José Nava
En varias disciplinas de ciencias sociales existe actualmente una subutilización de las imágenes como forma de conocimiento.
Y eso que hoy se afirma que el mundo es, más que nunca,
hipervisual. Es decir, las imágenes circulan por doquier, tanto
de forma transitoria como de manera permanente.
Contrario a ello, señalan Fernando Aguayo y Lourdes Roca, coordinadores del libro Imágenes e investigación social (Instituto Mora), todo parece indicar que no hay un equilibrio entre el gran protagonismo de las imágenes en la sociedad y la escasa atención que merece su estudio desde la investigación social. Entre otras razones, dice Lourdes Roca en entrevista, porque la imagen ha sido valorada principalmente por sus cualidades artísticas y comerciales, y no tanto por las posibilidades de conocimiento que guarda.
-Apenas se comienza a dar importancia -agrega- al valor epistémico de las imágenes, dado que en el ámbito de la investigación y de la educación lo escrito ha tenido tradicionalmente un peso mayor, dejando de lado lo visual y lo audiovisual. Tal vez a partir de la crisis de las ciencias sociales de finales del siglo XX es que se ha hecho una reflexión que ha permitido poner atención a otras cosas, como las imágenes.
-¿A qué se refiere cuando habla de una subutilización de las imágenes? -preguntamos ahora a Fernando Aguayo.
-A que más allá de las propias imágenes siempre hay algo que nos está diciendo qué son las imágenes. En buena medida, también, podemos notar esta subutilización en cuanto a que no hemos podido desarrollar metodologías más apropiadas para aproximarnos al estudio de la sociedad a partir de las imágenes, metodologías que nos hagan superar lo que en su momento nos planteaba la historia del arte. Tradicionalmente el coleccionismo y la historia del arte nos plantearon que encima de cada imagen va la genialidad o la originalidad de un autor. Pero ahora sabemos, por ejemplo, que no siempre es así. Muchas fotografías que durante años se le atribuyeron a tal o cual personaje, hoy sabemos que no eran de ellos, sino que estas personas simplemente se encargaban de venderlas. Así que se ha caído en el prejuicio de que muchas imágenes son objetos de arte en vez de ser objetos que nos pueden ayudar a entender cosas. Ahora tenemos que plantear que estos objetos si bien son artísticos y valiosos para el patrimonio cultural, también son formas de conocimiento que debemos difundir.
-¿Cómo se puede estudiar la sociedad a partir de un objeto, en este caso las imágenes?
Fernando Aguayo: "Esto es interesante y se puede hacer de muy diversas maneras. Depende, sobre todo, de la sociedad en la que uno quiere trabajar. Cada época y lugar genera una serie de objetos que le son peculiares. El video y la fotografía digital son los que identifican esta época. Ambos formatos se acumulan a la fotografía analógica, a la pintura o al grabado. Y ya en sí misma, la mayor o menor utilización de éstos o aquéllos objetos nos habla de la sociedad, el por qué son preferidos unos sobre otros."
Lourdes: "Pero la imagen por sí misma en ningún caso ofrece todos los datos necesarios. Hay que recurrir siempre a otras fuentes. La imagen sola nunca nos puede llevar a saber todo lo que uno se está preguntando. Es necesario recurrir a documentos escritos, hablar con la gente que creó las imágenes, conocer la época y el contexto en el que fueron tomadas..."
-¿Por qué, a pesar de que desde hace varios siglos se emplea la imagen, se "están dando apenas los primeros pasos para el aprendizaje social generalizado que nos permita analizarlas e interpretarlas críticamente", como ustedes señalan?
-Hace unos días -responde Fernando Aguayo-, un geógrafo con el que estamos trabajando nos hablaba de las fotografías estereoscópicas para el análisis de los espacios. Y nos explicaba que antes de ir a los trabajos de campo ellos deben recibir clases de fotointerpretación. Sería genial que en historia, en sociología o en antropología tuviéramos ese tipo de clases. Porque cuando uno va a hacer un trabajo de campo en una comunidad seguramente encontrará imágenes como parte de los documentos que hablan de esa comunidad, por decir algo, para saber cómo se han construido los espacios. Como historiador diría que antes de conocer un espacio (una estación de ferrocarril o una plaza pública), deberíamos tener una clase de fotointerpretación. Tenemos que conformarnos un punto de vista para discutir las imágenes.
-¿Se puede, acaso, encontrar una metodología específica para estudiar las imágenes?
-La respuesta es el libro -dice Fernando Aguayo-. Lo que ha llamado la atención es que todos los autores que en él colaboraron pusieran por delante qué metodología usaron para alcanzar sus conclusiones. Como se ve, existen muchas posibilidades metodológicas. Lo que aún no sabemos es qué tantas posibilidades tienen estas metodologías de aplicarse a una temática distinta. Por mucha historia que tenga tras de sí el empleo de imágenes, y por mucho que se usen, es relativamente poco lo que metodológicamente se ha escrito para trabajarlas con rigor científico, para decirlo de la manera más pedante posible. Hay muchas metodologías y la prueba está en que cada uno de los autores señala, en cada caso, a qué se debe poner atención al estudiar una serie de pinturas, de fotografías, de grabados, de litografías, etcétera. Tenemos que sacudirnos la idea de que hay "la metodología". Más bien, con la publicación del libro estamos invitando a cada investigador a ensayar la suya.
En varias disciplinas de ciencias sociales existe actualmente una subutilización de las imágenes como forma de conocimiento.
Y eso que hoy se afirma que el mundo es, más que nunca,
hipervisual. Es decir, las imágenes circulan por doquier, tanto
de forma transitoria como de manera permanente.
Contrario a ello, señalan Fernando Aguayo y Lourdes Roca, coordinadores del libro Imágenes e investigación social (Instituto Mora), todo parece indicar que no hay un equilibrio entre el gran protagonismo de las imágenes en la sociedad y la escasa atención que merece su estudio desde la investigación social. Entre otras razones, dice Lourdes Roca en entrevista, porque la imagen ha sido valorada principalmente por sus cualidades artísticas y comerciales, y no tanto por las posibilidades de conocimiento que guarda.
-Apenas se comienza a dar importancia -agrega- al valor epistémico de las imágenes, dado que en el ámbito de la investigación y de la educación lo escrito ha tenido tradicionalmente un peso mayor, dejando de lado lo visual y lo audiovisual. Tal vez a partir de la crisis de las ciencias sociales de finales del siglo XX es que se ha hecho una reflexión que ha permitido poner atención a otras cosas, como las imágenes.
-¿A qué se refiere cuando habla de una subutilización de las imágenes? -preguntamos ahora a Fernando Aguayo.
-A que más allá de las propias imágenes siempre hay algo que nos está diciendo qué son las imágenes. En buena medida, también, podemos notar esta subutilización en cuanto a que no hemos podido desarrollar metodologías más apropiadas para aproximarnos al estudio de la sociedad a partir de las imágenes, metodologías que nos hagan superar lo que en su momento nos planteaba la historia del arte. Tradicionalmente el coleccionismo y la historia del arte nos plantearon que encima de cada imagen va la genialidad o la originalidad de un autor. Pero ahora sabemos, por ejemplo, que no siempre es así. Muchas fotografías que durante años se le atribuyeron a tal o cual personaje, hoy sabemos que no eran de ellos, sino que estas personas simplemente se encargaban de venderlas. Así que se ha caído en el prejuicio de que muchas imágenes son objetos de arte en vez de ser objetos que nos pueden ayudar a entender cosas. Ahora tenemos que plantear que estos objetos si bien son artísticos y valiosos para el patrimonio cultural, también son formas de conocimiento que debemos difundir.
-¿Cómo se puede estudiar la sociedad a partir de un objeto, en este caso las imágenes?
Fernando Aguayo: "Esto es interesante y se puede hacer de muy diversas maneras. Depende, sobre todo, de la sociedad en la que uno quiere trabajar. Cada época y lugar genera una serie de objetos que le son peculiares. El video y la fotografía digital son los que identifican esta época. Ambos formatos se acumulan a la fotografía analógica, a la pintura o al grabado. Y ya en sí misma, la mayor o menor utilización de éstos o aquéllos objetos nos habla de la sociedad, el por qué son preferidos unos sobre otros."
Lourdes: "Pero la imagen por sí misma en ningún caso ofrece todos los datos necesarios. Hay que recurrir siempre a otras fuentes. La imagen sola nunca nos puede llevar a saber todo lo que uno se está preguntando. Es necesario recurrir a documentos escritos, hablar con la gente que creó las imágenes, conocer la época y el contexto en el que fueron tomadas..."
-¿Por qué, a pesar de que desde hace varios siglos se emplea la imagen, se "están dando apenas los primeros pasos para el aprendizaje social generalizado que nos permita analizarlas e interpretarlas críticamente", como ustedes señalan?
-Hace unos días -responde Fernando Aguayo-, un geógrafo con el que estamos trabajando nos hablaba de las fotografías estereoscópicas para el análisis de los espacios. Y nos explicaba que antes de ir a los trabajos de campo ellos deben recibir clases de fotointerpretación. Sería genial que en historia, en sociología o en antropología tuviéramos ese tipo de clases. Porque cuando uno va a hacer un trabajo de campo en una comunidad seguramente encontrará imágenes como parte de los documentos que hablan de esa comunidad, por decir algo, para saber cómo se han construido los espacios. Como historiador diría que antes de conocer un espacio (una estación de ferrocarril o una plaza pública), deberíamos tener una clase de fotointerpretación. Tenemos que conformarnos un punto de vista para discutir las imágenes.
-¿Se puede, acaso, encontrar una metodología específica para estudiar las imágenes?
-La respuesta es el libro -dice Fernando Aguayo-. Lo que ha llamado la atención es que todos los autores que en él colaboraron pusieran por delante qué metodología usaron para alcanzar sus conclusiones. Como se ve, existen muchas posibilidades metodológicas. Lo que aún no sabemos es qué tantas posibilidades tienen estas metodologías de aplicarse a una temática distinta. Por mucha historia que tenga tras de sí el empleo de imágenes, y por mucho que se usen, es relativamente poco lo que metodológicamente se ha escrito para trabajarlas con rigor científico, para decirlo de la manera más pedante posible. Hay muchas metodologías y la prueba está en que cada uno de los autores señala, en cada caso, a qué se debe poner atención al estudiar una serie de pinturas, de fotografías, de grabados, de litografías, etcétera. Tenemos que sacudirnos la idea de que hay "la metodología". Más bien, con la publicación del libro estamos invitando a cada investigador a ensayar la suya.