Rancho Las Voces: Aquí, un amigo
(8) Del día en que Cristina se ganó un Premio Pulitzer

lunes, julio 04, 2005

Aquí, un amigo


Pat Metheny Posted by Picasa

J. M. GARCÍA MARTÍNEZ

Sale Pat Metheny a escena y es como si no hubieran pasado los años por él. La misma camiseta a rayas rojas y blancas, la melena en su sitio, algo más gris; el acostumbrado arsenal de guitarras y, todavía, Lyle Mays cubriéndole el flanco derecho tal cual viene haciendo desde los tiempos en que el uno y el otro soñaban con un futuro que debía ser muy parecido a lo que están viviendo ahora. Tampoco cuanto escriben ambos para el Pat Metheny Group ha cambiado gran cosa. La música del PMG sigue pareciéndose sospechosamente a sí misma. La novedad en su recital alcalaíno venía por ejecutarse, en la primera parte del mismo, la pieza titulada The way up, una a modo de suite de 80 minutos de duración en su versión en "directo", la cual ocupa la totalidad del último CD del guitarrista y le da título. Novedad relativa, también, por lo que parece ser poco más que una sucesión de melodías apenas hilvanadas entre sí por algo que pudiera parecerse a una línea argumental. Luego vino la segunda parte y, con la misma, los números más celebrados en la historia del PMG, todo ello hasta completar las tres horas reglamentarias de concierto más el bis.

En Alcalá, Metheny tocó para un público agradecido que respondía a cada uno de sus gestos con la correspondiente ovación y algún pito, bien entendido que de carácter animoso. Da a su público lo que éste le pide, su poquito de rock y su poquito de jazz, la pimienta étnico-brasileña y hasta algún amago medio clásico. Todo ello aderezado con un juego de luces sutil y efectivo. A base de dosificar sus esencias, termina el guitarrista por dibujar un paisaje sonoro cambiante acompañado por el trasiego incesante de un instrumento a otro por parte de los músicos multiusos que le acompañan. Si no había cuatro guitarristas juntos había sólo uno o dos bajistas a un tiempo o ninguno. Metheny es músico de masas dentro de un orden. Alguien capaz de interpretar dos baladas seguidas tras dos horas y media de concierto sin que al respetable le dé por evacuar el recinto o pedir "marcha" a voces, no sé sabe qué es peor. Lo que es valor, no le falta.