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El cineasta. (Foto: AFP)
C iudad Juárez, Chihuahua, 25 de noviembre, 2008. (RanchoNEWS).- «Internet provoca tensión, ruido y destrucción». Una entrevista de Gregorio Belinchón para El País:
Como un reloj de intrincada maquinaria, obra de un fino artesano. Así es Adoration, la última película del canadiense Atom Egoyan (nacido en El Cairo, en 1960), que trata de terrorismo, de Internet, de la búsqueda de las raíces familiares... «En realidad, es una historia de tres personas obsesionadas por construirse una estrategia de vida», asegura su realizador. Egoyan ha pasado por los festivales de Valladolid (veterano de la Seminci, allí ha ganado dos espigas de oro y una de plata) y de Gijón, con su sempiterna imagen de intelectual buen chico por el que no pasan los años. Su bulliciosa mente ha engendrado algunos de los mejores retratos de la decrepitud de la moral social, como El liquidador, Exótica o El dulce porvenir. «Creo que no puedo esconder mi estilo», comenta risueño.
En esta ocasión le apetecía hablar de Internet y el uso que hace de la tecnología la gente joven, probablemente porque su hijo ya está en edad adolescente. «Desde luego, aunque también es que esas personas están aún haciéndose, no están cerradas». Y que recurren a la red para conocerse. «Estoy muy sorprendido por el fenómeno Facebook. Tienes de repente 200 amigos. ¿Qué haces con ellos? Se construyen una irrealidad. Mejor, una doble vida: la real y la virtual. Y lo aceptamos sin más».
El dulce tono inglés que usa Egoyan va subiendo de volumen según entra en materia. En Adoration, un chaval que busca a sus padres crea para su progenitor un pasado de terrorista y la historia se expande por la red a un ritmo inverosímil. «Internet sirve para informarse; sin embargo no todo lo que vemos ahí es verdad. Además, tampoco es un lugar ni para la catarsis, ni para la revolución ni para la reflexión. Es el reino de people.com, en el que cualquiera suelta cualquier barbaridad». En este punto, pica el gusanillo de mentarle la bicha de las descargas de cine en Internet. «Por eso voy de festival en festival, porque creo en presentar las películas en salas con público. Aún recuerdo la primera vez que fui a Valladolid hace casi 20 años: me encantó que mi trabajo pudiera interesar a la gente de una ciudad de provincias. Aunque tengo la sensación de que me estoy quedando algo solo, ¿no?».
En el filme, uno de los personajes asegura que «la ira ocupa mucha inteligencia». Egoyan se ve reflejado en esa sentencia. «Absolutamente. Y vuelvo a Internet. Provoca tensión, ruido, destrucción. Apuesto por no dejarme llevar por esos sentimientos». Esa defensa ya la hizo en el cine, en Ararat. Egoyan es hijo de pintores armenios, y en aquel drama analizó el genocidio de ese pueblo a mano de los turcos, sin dejarse llevar por más pasión que la cinematográfica. «A mí me encanta la controversia, la intelectual, claro».
Y como recolector de historias, a Egoyan le pasan cosas muy curiosas en la vida. En los años ochenta leyó en un periódico una noticia sobre un joven jordano que engañó a su novia irlandesa, embarazada de muy poco tiempo, para que viajara hasta Israel para reunirse con él, sin que ella supiera que llevaba una bomba en el equipaje. «En Israel, al guardia de seguridad que descubrió en el control del aeropuerto el explosivo lo convirtieron en un héroe. Tomé esa anécdota, la metí en Adoration. Una vez que tengo en la cabeza la semilla, el guión fluye. Y por cierto, resulta que en Valladolid he conocido a unos amigos del guardia. El mundo es muy pequeño y las historias, universales». ¿Y el guardia? «Allí siguió hasta que se jubiló, un poco de alabanzas y vuelta al control».
El tráiler de la película
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