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La escritora mexicana en su casa. (AFP PHOTO / Ronaldo Schemidt)
C iudad Juárez, Chihuahua. 19 de noviembre de 2013. (RanchoNEWS).- El mexicano Fernando del Paso, el nicaragüense Sergio Ramírez y el argentino Ricardo Piglia estaban entre los posibles candidatos a ganar el Premio Cervantes de Literatura 2013, pero Elena Poniatowska se lo quedó, siendo así la cuarta mujer, la primera mexicana, en recibir el llamado nobel español, otorgado a quien hay enriquecido la lengua castellana, escriben Karen Julibeth y Jesús Alejo para Milenio desde la Ciudad de México.
El ganador de la edición del año pasado, José Manuel Caballero Bonald, dijo que la lista de nombres que se barajaban para recibir el Cervantes este año era una «quiniela rara» que no se correspondía «exactamente».
¿Pero qué han dicho los colegas y amigos de Elenita?
Juan Villoro
De acuerdo con el autor de La casa pierde (Alfaguara, 1999), Elena Poniatowska ha trabajado en forma extraordinaria a partir de testimonios ajenos, de ahí que sus novelas, sus crónicas, sus biografías y sus cuentos se basan en un género previo, como lo es la entrevista.
«Pocos autores le han dado tal rango estilístico a esta forma, en apariencia humilde, de la literatura. Todos sus libros se fundan en el generoso acto de escuchar. A partir de entrevistas ha hecho libros decisivos, como La noche de Tlatelolco, el retrato coral de la represión sufrida por el movimiento estudiantil de 68, o Leonora, sobre la pintora surrealista Leonora Carrington. El Premio Cervantes honra a las muchas voces que han entrado en los libros de Elena Poniatowska y a su fecunda mezcla del periodismo con la literatura», dijo.
Guadalupe Loaeza
Amiga y alumna de Poniatowska, a quien ya le mandó «quién sabe cuántas flores» a su casa para felicitarla. Destacó a la mujer y escritora comprometida con su oficio, generosa y talentosa, que nunca hace concesiones. Además de ser una voz imprescindible para México, dijo en entrevista telefónica la autora de Siempre estará París (Océano, 2005).
Loaeza fue durante dos años al taller literario de la ahora Premio Cervantes de Literatura. Dice que es «una princesa pero de corazón», graciosa y hasta cándida, «pero tiene un colmillo bárbaro».
«Como maestra, es adorable. Llegaba y nos contaba todos sus problemas cotidianos; que si no había llegado el gas, que si no había arrancado el coche, que si había tenido problemas con los vecinos. Una mujer como cualquier otra, con los problemas de cualquier ama de casa», dijo.
Lo que más le gusta a Loaeza de su maestra son las entrevistas, destaca la de Diego Rivera, Octavio Paz, Juan Rulfo y a Tongolele. De las novelas sus metáforas y narración descriptiva.
Fabrizio Mejía Madrid
El autor de Pequeños actos de desobediencia civil (Cal y Arena, 1996) destacó la faceta desconocida de Elenita –como él y muchos otros la llaman– como una conocedora de las artes plásticas, ha hecho periodismo en este terreno, «de la vanguardia muralista hasta la Ruptura; entrevistó a Cuevas, a Günther Gerzo, etc», dijo en entrevista telefónica. Destaca, en particular, su entrevista con David Alfaro Siqueiros, además sus textos sobre diego Rivera y Frida Kahlo.
Mejía Madrid festeja el premio creado en 1975 y otorgado a la «intérprete de lo popular, de lo que ella llama los que no tienen voz», dijo.
El escritor destacó el registro de la autora de La noche de Tlatelolco (Era, 1971), que igual escribe novelas que entrevistas o crónicas. Aunque él prefiere éste último género literario.
Fernando del Paso
El novelista y también candidato al reconocimiento –dotado con 168 mil 948 dólares– que recibió esta mañana Elena Poniatowska, calificó de merecido el veredicto de los jueces del Premio Cervantes de Literatura.
«Es muy merecido (...), Poniatowska es una figura muy respetada en nuestro país», dijo a la agencia AFP el autor de José Trigo (Siglo XXI Editores, 1966).
En marzo de este año, Del Paso sufrió un infarto cerebral que le dejó secuelas en el habla.
Sergio Ramirez
Otro candidato al premio entregado por el gobierno de España, fue el escritor y ex vicepresidente de Nicaragua Sergio Ramírez, que felicitó y mandó un abrazo a su amiga Elena Poniatowska, por correo electrónico y a través de la red social Twitter.
El recién condecorado por el gobierno francés, calificó la decisión del jurado como excelente, y dijo a la agencia EFE:
«Ella (Poniatowska) es una escritora de una gran tradición en las letras mexicanas, como cronista fue una de las pioneras, una de las que más se acerca a la narración popular y mejora la mezcla con la antropología, con una visión muy profunda del habla popular mexicana», dijo el autor de la novela Margarita, está linda la mar (Alfaguara, 1998).
Rosa Beltrán
Desde la perspectiva de la autora de Alta infidelidad (Alfaguara, 2006), la obra de Poniatowska se ha vuelto un referente indispensable de cómo «suena» México, al ser una de las autoras pioneras en la inclusión de la oralidad mucho antes de que este término fuera adoptado por la academia y puesto «ahí» y en eso que llamamos cultura popular.
«Su aguda observación de los hechos y los protagonistas no habría dejado más que el testimonio de lo que ocurre y lo que nos ocurre desde la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI en ese fuego de artificio, brillante y fugaz, al que llamamos 'periodismo' si se hubiera limitado a ceñirse a él. Pero sabemos que no se puede hacer periodismo sin hacer ficción: es decir, literatura. Y eso es lo que hace con obras catalogadas como 'testimonio' (La noche de Tlatelolco y Hasta no verte Jesús mío), lo mismo que en sus crónicas y novelas, que se alimentan de documentos históricos, artículos periodísticos, entrevistas», dijo.
Myriam Moscona
Por su parte, la autora Las visitantes (Joaquín Mortiz, 1989) está convencida de que Elena Poniatowska es la figura pública de nuestra cultura más conocida dentro y fuera de nuestro país, por lo que el Premio Cervantes no sólo reconoce su trabajo, sino también lo que ella representa para este país en términos políticos.
«Más allá del adoratorio masivo e irreflexivo, más allá de compartir o no con cada una de sus posturas, ella incide en algo que la clase política soslaya de facto», destacó la poeta.
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