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El escritor participará en varias actividades organizadas dentro del Festival VIVA Perú. (Foto: Yadín Xoalapa)
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iudad Juárez, Chihuahua. 27 de noviembre de 2013. (RanchoNEWS).-Con motivo del montaje de la adaptación teatral de su primera novela, La ciudad y los perros, en el Teatro Julio Castillo de la ciudad de México, el escritor Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, expresa, en entrevista exclusiva a Geney Beltrán Félix para EL UNIVERSAL, la importancia que tuvo en su vida la publicación de ese libro, hace 50 años, en octubre de 1963: «Me tomó mucho trabajo escribirla pero fue una novela que me ayudó a descubrir el tipo de escritor que yo quería ser».
Vargas Llosa asistirá al estreno de la versión teatral dirigida por Édgar Saba este viernes 29 de noviembre, en el Centro Cultural del Bosque, en una actividad organizada dentro del Festival VIVA Perú en la capital del país. La novela, según cuenta el autor, «comenzó con la experiencia de pasar dos años en el colegio militar Leoncio Prado, en el Perú, en los años 1950 y 51, del que los alumnos salían con grado de oficiales de reserva. En un país tan fragmentado y dividido, el colegio era un pequeño Perú en el que había muchachos de casi todas las clases sociales y regiones. Entraban alumnos de familias campesinas gracias a un sistema de becas. Ahí se reproducían las tensiones, los prejuicios, la violencia de la sociedad peruana».
El también ganador del Premio Cervantes se presentará hoy en la Cineteca Nacional, cuando se proyecte la película La Fiesta del Chivo, basada en su novela homónima publicada en 2000 y dirigida por Luis Llosa en 2005, en la Sala Fernando de Fuentes, a las 19:00 horas, dentro del ciclo perteneciente también al Festival VIVA Perú llamado «Vargas Llosa en el cine», en el que también se exhibirá, el sábado 30, la adaptación cinematográfica de "La ciudad y los perros" filmada por Francisco J. Lombardi en 1985.
Sobre las dificultades que enfrentó durante el proceso de escritura de La ciudad y los perros, el también ensayista confiesa que fue «muy difícil porque uno tiene que aprender el oficio sobre la marcha. Lo que uno hace como escritor tiene que ver mucho con su personalidad, su psicología y su idiosincrasia. El libro me ayudó a descubrir el método de trabajo que prácticamente seguiría a partir de entonces en todas las cosas que he escrito. Al mismo tiempo, me ayudaron muchos maestros que admiraba y de los que había aprendido a utilizar la técnica, los puntos de vista, la manera de narrar, la manera de ocultar datos para darles mayor significación o presencia». Entre sus maestros tutelares menciona al autor francés Gustave Flaubert, sobre cuya obra principal, Madame Bovary, escribió un libro de ensayo, y al novelista estadounidense William Faulkner.
El autor cuenta que necesitó de perspectiva, tiempo y distancia física para escribir La ciudad y los perros: «Era una novela que me estaba dando vueltas en la cabeza desde hacía muchos años, pero la escribí en España, a donde había ido yo a hacer un posgrado. La terminé tres años después, en París. Fue una experiencia que ahora recuerdo como lejana pero con cierta nostalgia. Es una novela muy entrañable porque es la que me enseñó a escribir novelas y me enseñó el tipo de escritor que no quería ser y el que sí hubiera querido ser».
Uno de los personajes principales de la novela es Alberto Fernández, apodado «El Poeta», a cuya identidad Vargas Llosa le confirió algunos elementos autobiográficos, por ejemplo, el hecho de que redacta por encargo novelitas pornográficas o cartas de amor que sus compañeros desean enviar a sus enamoradas. «En el colegio se exaltaban mucho la virilidad y el machismo. No entraba en ese ambiente una vocación artística y creativa como la literatura, a menos que se le diera una función distinta. Escribir cartas de amor o novelitas pornográficas era una forma de literatura que no estaba reñida con la virilidad. Supongo que fui empujado por el ambiente a hacer ese tipo de literatura entre comillas. Mi padre veía con mucho temor mi vocación literaria; pensaba que era una carrera que lo condenaba a uno al fracaso y la frustración económica, y pensó que un colegio militar iba a acabar con esa veleidad. Ocurrió todo lo contrario: me convirtió en un escritor profesional y en un lector voraz. En el colegio leí muchísimo, incluso algunos libros que me marcaron profundamente, como Los miserables, de Victor Hugo, una historia tan ambiciosa y compleja que uno tenía la impresión de que la vida entera se reproducía en sus páginas. Aunque no fui feliz en el colegio, pues había mucha violencia entre los estudiantes, a la larga yo le estoy agradecido porque, en primer lugar, me enseñó la verdad de mi país, que yo desconocía, y por otra parte me dio una experiencia con la que escribí mi primera novela. Así que, hechas las sumas y las restas, al Colegio Leoncio Prado le estoy más bien agradecido».
La ciudad y los perros obtuvo el Premio Biblioteca Breve en 1962, pero no se publicó sino hasta octubre del año siguiente debido a las dificultades que enfrentó su editor, Carlos Barral, antes las instituciones de la censura franquista, debido al tenor crítico del libro ante los temas sociales.
«Yo mismo tuve que negociar un poco con el jefe de la censura en un viaje a Madrid, y eso retardó cerca de un año la publicación del libro», recuerda el novelista.
Su vocación de crítica social surge —asegura— debido a que estaba muy influido por el escritor y pensador francés Jean-Paul Sartre, quien planteaba que «escribir no era solamente una actividad artística, sino también un compromiso social, y que a través de la literatura uno podía actuar en la historia, y que era muy importante que un escritor se comprometiera con su sociedad, que participara en el gran debate público».
«Aunque en estos días esas ideas están un poco olvidadas, o despreciadas por escritores jóvenes, en mí no han desaparecido. Yo todavía sigo convencido de que la literatura tiene una función social, aunque esto no es algo automático, pues no significa que escribiendo de una determinada manera uno va a producir determinados efectos. La literatura tiene un efecto en la vida y a través de los lectores en la historia. Hay una responsabilidad moral a la hora de escribir. Todo eso aparece por primera vez en mi primera novela y en muchos sentidos yo sigo fiel a esas ideas».
Hace exactamente medio siglo, el joven escritor ya se encontraba dedicado a su siguiente proyecto, La casa verde, que se publicaría en 1965. «Cuando Seix Barral aceptó La ciudad y los perros, yo llevaba como un año trabajando en La casa verde. Un día recibí un telegrama de Carlos Barral diciéndome: ´Me ha interesado mucho su manuscrito, reunámonos en París para conversar’».
Vargas Llosa se convirtió en la más joven revelación del boom latinoamericano a partir de la publicación de La ciudad y los perros. Su éxito, recuerda, «me dio un estímulo extraordinario. Aunque no empecé a vivir de mis libros con esta novela, empecé a tener unos ingresos que no había soñado nunca. Todo fue una gran sorpresa, que me animó y entusiasmó mucho. Y me permitió planear novelas ambiciosas, complejas, extensas».
La agenda del autor peruano en esta visita a México incluye también la presentación de su novela más reciente, El héroe discreto (Alfaguara), este jueves en el Patio de los Escritores de la Biblioteca de México, y el sábado 30, a las 18:00 horas, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en la que también presidirá la apertura del Salón Literario, el 1 de diciembre a las 12:00 horas, con una conversación que sostendrá con el escritor israelí David Grossman.
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