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«En virología se requiere infraestructura para prevenir y enfrentar las epidemias», dice el investigador. (Foto: Rubicela Morelos)
C iudad Juárez, Chihuahua. 2 de diciembre de 2014. (RanchoNEWS).- El científico Carlos Federico Arias Ortiz (Tierra Blanca, Veracruz, 1954), se alegró al enterarse de que el equipo que él encabeza fue distinguido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Ciencias Físico-matemáticas y Naturales. Reporta desde Cuernavaca para La Jornada Rubicela Morelos Cruz.
Sin embargo, su felicidad no es completa porque dos de sus compañeros ya murieron: Ernesto Méndez Salinas y Pedro Romero González. El primero fue asesinado de un balazo en la cabeza, en Cuernavaca, y el otro falleció de cáncer.
Méndez, recuerda Arias Ortiz, fue asesinado en noviembre de 2011, cuando circulaba en su camioneta sobre la avenida Teopanzolco.
Este crimen, como la mayoría que se han perpetrado en Morelos y en el país, debido a la inseguridad y la violencia que se vive, no se ha esclarecido.
Por la indignación que manifestaron sus compañeros investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Procuraduría General de Justicia del estado afirmó –en ese tiempo– que se trató de un intento de robo de la camioneta en la que iba Méndez.
El investigador en biotecnología fue asesinado y el autor o autores del crimen no se llevaron la camioneta ni sus tarjetas de crédito ni el dinero que traía.
Ernesto Méndez colaboró en el equipo de Carlos Federico Arias durante 25 años, mientras Pedro Romero, quien murió de cáncer a principios de este año, trabajó en el área técnica desde que ambos eran estudiantes.
Ahora, en la entrevista con La Jornada, con motivo del galardón que recibirá, Arias Ortiz lo dedica de manera especial a sus dos colaboradores.
Tras el asesinato de Ernesto Méndez, su compañero investigador del Instituto de Biotecnología, sostiene que nadie se salva de los asesinatos, robos y secuestros.
Dice que han tenido que cambiar sus actividades debido a la inseguridad, además de que cada vez más se sienten como en una lista de espera, es decir, que algún día les tocará ser víctimas de la delincuencia organizada o común que opera con tanta impunidad en el estado.
«Preocupa lo que se vive en Cuernavaca y todo el país; se está llegando a grados que no son compatibles con una sociedad saludable, se han tenido que modificar las actividades por esta inseguridad tan grande que hay.
«La verdad es que muchas veces se siente uno que está en una lista de espera, con tantas cosas que pasan y con la falta de mejoría. No se ve que haya realmente un avance en seguridad, pues pareciera ser que las cosas siguen igual o empeoran», dice el investigador en su oficina del Instituto de Biotecnología de la UNAM, campus Cuernavaca.
Respecto de la circunstancia que vive el país, ante la colusión entre policías y autoridades con el crimen organizado, como ocurrió en Iguala, Guerrero, cuando los uniformados asesinaron y desaparecieron –junto con elementos de una célula criminal– a 43 estudiantes normalistas (el pasado 26 de septiembre), afirma: «Es muy preocupante lo que se ve, pero creo que si supiéramos lo que hay detrás, estaríamos todavía más preocupados».
Colusión autoridades-delincuencia
Para el investigador Carlos Federico Arias Ortiz lo único que puede cambiar las cosas es la educación; una sociedad educada ayudará a transformar de raíz la corrupción y colusión entre autoridades y delincuencia organizada que padece México, pues acepta que actualmente «hay una red tan intrincada, entre autoridades y delincuencia organizada, que si se jala por un lado, se destapa por otro, entonces no le jalemos por ningún lado», dice sobre la crisis de las instituciones de los tres niveles de gobierno y de los tres poderes en el país.
Aparte de dedicar el Premio Nacional en el rubro de Ciencias Físico-matemáticas y Naturales a sus dos compañeros fallecidos (Ernesto Méndez y Pedro Romero), Arias Ortiz menciona a su equipo integrado por seis investigadores, entre ellos su cónyuge, Susana López.
«Somos un grupo de investigación; mi esposa codirige el equipo, hemos caminado juntos en esta aventura científica, hemos tenido grupos de investigación amplios, con asociados, técnicos y estudiantes, porque se consideró desde el principio que para ser competitivos en el ámbito internacional se requiere tener grupos, particularmente en biología experimental.
«Al final de cuentas, hacer contribuciones como las que hemos hecho no se debe a una sola persona, sino a todo el equipo de investigación», subraya el investigador titular del Instituto de Biotecnología de la UNAM.
Carlos Federico Arias Ortiz dice que recibirá el máximo reconocimiento que otorga el gobierno federal a los mexicanos más destacados por sus aportaciones, desde 1985, primero como investigador independiente y luego como director del Instituto de Biotecnología de la UNAM e investigador del Sistema Nacional de Investigadores, nivel III.
Cuenta que su investigación científica se ha enfocado, principalmente, en cómo ingresa el virus a la célula para enfermarla, de cómo luchar y cómo evitar que eso ocurra. «Este proceso es quizá una de las áreas donde sin lugar a dudas nuestro grupo es el líder internacional, pues hemos hecho muchas contribuciones en esa área que parece muy sencilla, pero es tremendamente complicada, porque al entender cómo entra, estamos hablando al nivel más íntimo, el más fino, son procesos complicados, pero muy importantes, porque lo que se pretende en muchas de las vacunas es evitar justamente eso, que el virus entre, porque una vez que ingresa ya enfermó, y la única manera de pararlo es prevenir su entrada. Por eso los procesos de ingreso de los virus a la célula interesa a los investigadores en el mundo y ahí ha sido nuestra contribución principal», explica.
La ciencia es divertida
Arias Ortiz narra cómo comenzó a gustarle la química, desde que iba a la secundaria. Desde entonces y hasta ahora para él la ciencia es divertida, ½viene uno todos los días a ver el resultado (de la investigación)».
En la ciencia encontró su vocación, «cuando uno hace las cosas bien, de manera natural se progresa, y eventualmente hay reconocimientos como el Premio Nacional de Ciencias y Artes», anota.
Arias Ortiz cursó la primaria en su natal Tierra Blanca, después estudió la secundaria en la ciudad de México, en el colegio Simón Bolivar, y la preparatoria en la Universidad La Salle; después ingresó a la Facultad de Ciencias Químicas de la UNAM, donde obtuvo la licenciatura de químico farmacéutico biólogo. Luego hizo la maestría y el doctorado en investigación biomédica básica, en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la máxima casa de estudios.
El gusto por la química lo heredó de su abuelo, quien fue químico y de su padre médico, quien siempre le platicaba de análisis clínicos, recuerda Arias Ortiz.
Enrique Arias Dufourcq, médico cirujano, con especialidad en pediatría –originario de Guatemala– fue su padre fallecido hace 10 años, mientras su madre, Blanca Rosa Ortiz, es originaria de Tierra Blanca, Veracruz, y aún vive.
Sus padres, cuenta Arias Ortiz, estaban convencidos de que la educación es la mejor herencia que podían dejar a sus hijos. Por lo que enviaron a sus tres hijos a estudiar a la capital del país desde los 11 años de edad. Carlos Federico y sus hermanos Enrique y María Antonieta lograron una carrera profesional. Enrique es internista cardiólogo y trabaja en el hospital Ángeles, en la ciudad de México; María Antonieta es pediatra y regresó a trabajar a Tierra Blanca, Veracruz.
Arias Ortiz, como sus padres, cree que la educación es la única vía para sobresalir. Su hijo Rodrigo se graduó en finanzas en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey y trabaja en una agencia de finanzas en Londres; mientras su hija Alejandra estudió fotografía y trabaja en la ciudad de México.
El flujo natural de la vida, considera Carlo Federico Arias Ortiz, lo trajo hasta aquí. «Todo lo que hecho en mi vida lo he disfrutado mucho, en todos los niveles, y al final de cuentas el esfuerzo que va uno poniendo en las diferentes etapas de la educación lo va llevando a uno adelante. Creo en la investigación científica, y en la UNAM es un sistema y un área donde uno claramente puede progresar en función de sus méritos y del esfuerzo; y lo bonito es que uno hace lo que le gusta».
El científico invita a los jóvenes a encontrar su vocación para dedicarse con gusto a ella.
Apoyo raquítico a la ciencia
Arias Ortiz afirma que el gobierno mexicano ha apoyado de manera baja e inconstante la investigación científica, a eso también atribuye que muchos jóvenes que apenas van comenzando se desesperan de no encontrar espacios para hacer sus investigaciones ni siquiera empleo.
«En México el apoyo para la investigación ha sido bajo, alrededor de .34 por ciento del producto interno bruto (PIB), mientras en otros países y economías emergentes pueden andar en 2 o 3 por ciento. Los 12 años que tuvimos con el PAN fueron muy malos (para la investigación); se aprobó hace algunos años la Ley de Ciencia y Tecnología, la cual dispone que debe dedicarse 1 por ciento del PIB y se espera lograr al final del sexenio».
Dice que por la falta de presupuesto no hay centros para que los jóvenes realicen sus investigaciones. Por ejemplo, menciona que en su área, en virología, faltan mucha infraestructura y apoyo para que se haga investigación y así las epidemias virales en el país se prevengan, y no pase lo que sucedió con la influenza A/H1N1 (en 2009), el Sars (en 2003), con el virus chikungunya y para estar preparados si se presenta un caso de ébola en el país.
«Se requiere infraestructura en virología. Lo vemos cuando tenemos emergencias sanitarias por epidemias virales, como fue la de influenza en 2009, ahora hay un nuevo virus que llega al país, el chikungunya, con muchas de estas enfermedades de origen viral queda claro que hacen falta especialistas en virología en el país, y esto no implica solamente el apoyo con recursos económicos a los grupos existentes, sino la creación de nueva infraestructura y más centros de investigación que puedan dedicarse a esta área, para que nos permita estar preparados y poder contender con estos nuevos virus emergentes que vamos a seguir teniendo, sin lugar a dudas».
Asegura que es difícil responder inmersos en una crisis, es muy complicado, por eso propuso que es necesario iniciar investigaciones sobre los virus que portan los mosquitos, los animales y aves salvajes en el país, porque muchas veces el sector salud se da cuenta de su presencia hasta que un humano enferma por ese virus, si es que lo detectan.
«Estamos interesados, con grupos de la comunidad veterinaria, de hacer un análisis de qué tipos (de virus) se pueden encontrar en diferentes animales, tanto locales, como migratorios. Entonces, si algunos virus tienen potencial de infectar humanos, pues habría que hacer un poco de investigación sobre ellos, porque se enferman muchos por causas que no se conocen, particularmente ahora en los casos fatales, pues no sabe qué pasa, simplemente, una enfermedad de origen viral, que no se identificó.
«Toda esa parte, donde no se ha identificado, habría que ver qué factores ecológicos y qué virus circulan en determinadas zonas».
A escala mundial, explica Arias Ortiz, las enfermedades por virus, tanto las respiratorias como las infecciones gastrointestinales, provocan millones de muertes en menores de cinco años. «Las muertes totales en el mundo en 2012 por cualquier razón: 6.6 millones, debidas a enfermedades respiratorias en 2012: un millón; muertes por enfermedades gastrointestinales en ese año: 600 mil; por rotavirus: 450 mil».
El ébola
Por último, se cuestiona al científico Arias Ortiz sobre si México está preparado para enfrentar casos de ébola. Al respecto, responde que ha faltado difusión para el sector salud de cómo identificar esa enfermedad. «Si llegara un caso de ébola en el país, al norte o al sur, en una clínica del gobierno, seguramente que no tendrían la información suficiente, de cómo manejar a un paciente de esa naturaleza,
«Cómo identificarlo, primero, luego cómo manejarlo y entonces esa parte creo que se ha quedado corta, pero al final de cuentas, aun estando de la mejor manera preparado, pues la única forma de saber qué tan bien nos va ir es cuando llegue un caso, porque en Estados Unidos, que es de los más países preparados, a pesar de todo, la reacción no fue ni cercana a lo que debió haber sido», concluye.
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