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Juan Almela era el verdadero nombre de este poeta nacido en Madrid en 1934. Durante la Guerra Civil española, su familia se mudó a México. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 21 de diciembre de 2014. (RanchoNEWS).- «Lo inatrapable, lo exuberante, lo escandaloso, lo fuera de todo límite: lo exiliado en una palabra: ese es el tono poético de Gerardo Deniz», dice Angelina Muñiz-Huberman sobre el poeta, en su libro El canto del peregrino, que dedicó a las voces del exilio. «Llegué a México el 24 de mayo de 1942 y desde entonces sólo he pasado, en total, unos 40 días fuera de esta ciudad», escribió por su parte el propio autor. Reporta desde la ciudad de México para Excelsior Luis Carlos Sánchez.
Gerardo Deniz, seudónimo de Juan Almela, había nacido en Madrid el 14 de agosto de 1934. Ayer falleció en la Ciudad de México a los 80 años, víctima de la neumonía. El escritor y periodista Fernando Fernández dio a conocer la noticia a través de las redes sociales: «Queridos amigos: les comunico con verdadera tristeza el fallecimiento, hace una hora, de Juan Almela, el poeta Gerardo Deniz», escribió en Twitter.
Quizás conocido de manera poco estruendosa, Deniz es sin embargo «una de las cosas más importantes que ha ocurrido en la poesía mexicana en los últimos 40 años»; un autor que gozó de lectores «atentos, lectores fieles, lectores cuidadosos y entre los propios escritores había un gran interés por entender qué era lo que formulaba en esa extraña poética que tiene toda su obra», opinó el también poeta y editor José María Espinasa.
En su país natal, el poeta sólo vivió hasta 1936 cuando su familia se marchó a Ginebra, Suiza, donde permaneció hasta 1942. Después vendría a México para ya no salir. «Estudié hasta preparatoria. He trabajado para varias editoriales, en traducciones y revisiones. Tengo dos hijas (1962, 1963)», enumeró él mismo apenas esos datos como lo más relevante de su vida.
También se interesó por la química, que apareció de manera constante en su poesía, y fue traductor del sánscrito y del ruso. Su erudición fue autodidacta y prudente, sólo fulgurando en sus versos. Su entrada en el espectro poético mexicano también habría sido así, discreta pero contundente: cuenta David Huerta que la aparición en 1970 de Adrede, su primer poemario, no causó «la menor inquietud», porque casi nadie lo escuchó.
Deniz tenía unos 36 años y se cuenta que Octavio Paz habría sido quien le alentó a publicar el libro e incluso le ayudo a conseguir editor; también sería, como recuerda Aurelio Asiain, «su primer entusiasta reseñista». A Adrede siguió Gatuperio en 1978 y hasta 1986, cuando publicó Enroque, su poesía se volvió más constante y fecunda. Las afinidades con otros escritores como Antonio Alatorre, Eduardo Lizalde, José de la Colina, Gabriel Zaid y Salvador Elizondo, continuaron siempre.
Adolfo Castañón, por ejemplo, recuerda en su libro Viaje a México que acostumbraba reunirse con él en la cafetería Chiandoni, que estuvo en Insurgentes esquina Parroquia, donde bebía «densas tazas de café exprés doble». Deniz fue, sin embargo, agrega Muñiz-Huberman, un «poeta marginado mucho tiempo, como ha ocurrido con los hijos del exilio, ahora ya reconocido». Sus versos, con excepción de algunos poemas, no fueron editados en España sino hasta 2002 en Fosa escéptica.
A partir de 1970, agrega Huerta, comenzamos «a seguirle los pasos a Deniz; título tras título, artículo tras artículo, ensayo tras ensayo, entrevista tras entrevista, cuento tras cuento —también es narrador—». Espinasa considera que «su escritura extraña, difícil, arriesgada, le puso una especie de parón a una poesía que se complacía mucho en la imagen, en el fraseo, en la melopea incluso azucarada; Deniz vino a demostrar que la poesía nombraba cosas mucho más profundas que esa vestimenta neomodernista que había tomado en un momento».
Picos pardos apareció en 1987; Mansalva el mismo año y Grosso modo un año después; también publicó Mundos nuevos en 1991; Amor y oxidente ese mismo año y los cuentos de Alebrijes en 1992. Tras la noticia de su muerte, la comunidad cultural expresó su pesar en las redes sociales.
El presidente del Conaculta, Rafael Tovar, expresó: «Luto en las letras mexicanas por el deceso de Gerardo Deniz, extraordinario traductor y poeta. Mi pésame a sus deudos.»; el joven escritor Julián Herbert agregó, «Me entristece de veras la muerte de Gerardo Deniz, un poeta mayor de la lengua española.»; Enrique Krauze dijo por su parte: «Ha muerto Gerardo Deniz, gran poeta, traductor y editor.».
El editor Ricardo Cayuela también se expresó: «Su poesía es un callejón sin salida de la capacidad del lenguaje de relacionar unas cosas con otras, burlándose al mismo tiempo de sí misma.»; en tanto Cristina García Cepeda, titular del INBA, dijo, «Un privilegio haberle entregado la Medalla Bellas Artes». Deniz la recibió en agosto pasado en su casa; cansado y casi ciego, no pudo asistir a recibirla al Palacio de Bellas Artes.
Publicado
Esta es sólo una parte de la obra literaria que legó Gerardo Deniz
Adrede (Joaquín Mortiz, Las Dos orillas, 1970, y Conaculta, Lecturas Mexicanas, cuarta serie, 1998).
Gatuperio (FCE, Letras Mexicanas, 1978, y Conaculta; Lecturas Mexicanas, 1988)
Enroque (FCE, Letras Mexicanas, 1986)
Picos pardos (Vuelta, 1987, y Vuelta, La Imaginación, 1992)
Grosso modo (FCE, Letras Mexicanas, 1988)
Mundonuevos (El Tucán de Virginia, Vita Nuova, 1991)
Amor y oxidente (Vuelta, La Imaginación, 1991)
Op. cit. (UAM, Margen de Poesía, 1992)
Ton y son (Conaculta, 1996)
Letritus (Taller Ditoria, 1996)
Cubiertos de una piel (Taller Ditoria, 2002)
Semifusas (Taller Ditoria, 2004)
Cuatronarices (Ediciones Sin Nombre, 2005)
Erdera (FCE, 2005)
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