Diego «El Cigala», durante su concierto en Madrid el pasado 23 de julio. (Foto: EUROPA PRESS)
C iudad Juárez, Chihuahua. 7 de agosto de 2020. (RanchoNEWS).-Como era fácil de prever, Diego El Cigala es perfectamente impredecible. Sobre este maestro del cante flamenco transversal urge ahora comunicar que estrena nuevo álbum, Cigala canta a México, con el que pone término a cuatro años de silencio discográfico. Pero descartemos la opción de una charla convencional, porque su verbo es tan indómito como esa melena ensortijada que se sacude y remoja a cada poco. Perdamos toda esperanza de que la conversación guarde un orden y dejémonos engatusar, en una distancia corta y seguramente prepandémica, por la liturgia de una persona que casi desde la cuna se confunde con su personaje. O puede que la cosa venga de antes. «Mi madre siempre contaba que no paraba de pegarle patadas flamencas en su vientre», anota entre calada y calada.
Difícil eludir el roce con él, ese mano a mano estrecho: Diego Ramón Jiménez Salazar, madrileño de 51 años, acompasa cada afirmación con golpecitos reiterados (y muy rítmicos, eso sí) sobre la rodilla de su interlocutor. Cigala ha aguantado, estoico, las sesiones de fotos promocionales para la marca de cerveza que patrocina su primera clase magistral en la capital. Ahora se consagra a la cháchara, su arte favorito después del cante. Y, como el duende en el flamenco, la ocurrencia verbal puede aflorar en cualquier momento.
Fernando Neira lo entrevista para El País
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