Rancho Las Voces: En nombre del cine italiano
(6) El retorno de Francis Ford Coppola

miércoles, diciembre 29, 2004

En nombre del cine italiano


Cartel de la película. Posted by Hello



La mejor juventud Primero fue una serie televisiva, luego un largometraje en dos partes y ahora en DVD. La película de Marco Tullio Giordana es una brillante aproximación a la historia italiana desde 1965 a la actualidad


NÚRIA BOU & XAVIER PÉREZ - 29/12/2004 / La Vanguardia


El escritor Milan Kundera dijo en una ocasión que lo mejor que había dado Europa al mundo, después de la segunda guerra mundial, era el maravilloso “cinema italiano”. Todos sabemos a qué se refería: Rossellini, Fellini, Antonioni, Pasolini... Nombres de tal talla que cuesta hoy encontrar equivalentes en el espacio audiovisual no sólo italiano, sino también europeo. En un contexto de desertización progresiva de la creatividad cinematográfica occidental, no puede menos que ser celebrada la difusión de un producto que, aunque pensado inicialmente en forma de mini-serie televisiva, ha acabado convertido en díptico cinematográfico. Hablamos de La mejor juventud, ya en DVD tras su algo subterránea pero en todo caso meritoria exhibición en salas.

Esta sorprendente propuesta de la RAI toma prestado el título de un libro de poemas de Pier Paolo Pasolini (La meglio gioventù) para enmarcar la historia de una familia italiana, cuyas vicisitudes discurren en paralelo al devenir de la historia del país, desde 1965 hasta la actualidad. La alusión a Pasolini no puede extrañarnos en un director, Marco Tulio Giordana, que en 1995 había realizado Pasolini, un delito italiano, encuesta fílmica sobre el asesinato del poeta cineasta, que revelaba la orfandad de una generación que, como Nani Moretti en su fragmento motorizado de Caro Diario, sigue mirando el paisaje del creador desaparecido como el lugar de una ausencia irreparable.

No hay duda de que el mundo ha cambiado en todos los sentidos, y el filme, que prefiere exaltar la praxis reformista que la revolucionaria, opta también por una narrativa menos agresiva y más conciliadora de la que hubiera esgrimido Pasolini. Sin embargo, a pesar de su formato televisivo, La mejor juventud supera siempre la rutina académica, busca notables soluciones de puesta en escena, y, por encima de todo, captura aquella prodigiosa potencia melodramática con que el cine italiano supo abordar la invocación a la realidad histórica, abundando en la convicción de que no hay experiencia social sin sentimiento humano en que se inscriba.

Al nacer como proyecto televisivo, La mejor juventud asume sin problemas los referentes genéricos y las convenciones del culebrón al uso, para, y aquí está la hermosa novedad, redimirlos de toda banalidad. Por un lado, la historia familiar acumula todos los protocolos narrativos del serial televisivo: exageración y dilatación de los conflictos sentimentales, construcción de una línea evolutiva que incide en las brechas y heridas del tiempo, sacrificios, secretos de familia, paternidades desconocidas, revelaciones que implican un cambio de fortuna, pérdidas lacerantes y reencuentros catárticos. Por otro lado, cada miembro de la familia ha de asumir un rol en el devenir histórico (desde el policía hermético hasta la terrorista de las Brigadas Rojas, desde el psiquiatra progresista hasta la colega del juez Falcone), pero las vicisitudes humanas los alejan del carácter teórico que podrían tener sobre el papel, y se convierten en emotivas encarnaciones de un universo sentimental captado con fuerza indescriptible.

Para que este milagro sea posible, Giordana ha sabido invocar a los grandes maestros de su pasado cinematográfico como verdaderos faros orientadores. La mejor juventud rescata, por ejemplo, el emotivo lirismo del primer Bertolucci, cuya Prima della Revoluzione parece gravitar, en su recreación de una inquieta juventud que se debate entre el compromiso y el desencanto, en muchos de los momentos de la serie; invoca a Visconti en el carácter temporalmente dilatado del retrato de la saga familiar; y encuentra inesperadamente ecos del propio Pasolini en la creación de uno de los personajes más imprevisibles y a la vez fascinantes de la historia: Mateo, el hermano policía que encarna Alessio Boni.

Esta figura enigmática –un atractivo joven universitario, culto, enamorado de los libros, de sexualidad ambigua y rostro atractivo pero inaccesible–, se alista, contra toda lógica, en el ejército, se convierte luego en policía, y cierra su misteriosa trayectoria con un suicidio cuya premonitoria puesta en escena es uno de los mejores logros del filme. Esta desaparición lacerante no explica nada de un personaje sobre el que la película ha levantado las máximas expectativas, y, sin embargo, permite, poco a poco, como si se tratara de un sacrificio mesiánico, la conquista de la felicidad de los seres que ha dejado por el camino. Esta conversión del héroe desaparecido en agente póstumo que, en un emotivo giro melodramático, activa la experiencia sentimental de sus sobrevivientes, recuerda –Pasolini otra vez– el papel terapéutico del visitante de Teorema. También a la luz de este precedente, se aprecia en La mejor juventud un mayor optimismo regenerador, y no es seguro que el poeta del Friul hubiera aprobado un final basado en la simple exaltación de la felicidad familiar con que el filme concluye. Pero el misterio del carismático personaje desaparecido, denota, acaso involuntariamente, un rasgo metafórico de la película. Como ese Mateo irremplazable y sin embargo tan generador de nueva vida, son los fantasmas de los grandes creadores del viejo cine italiano los que parecen ayudar, a Marco Tulio Giordana, en la epopeya de volver a contar, con dignidad y convicción dramática, la historia de su país. En un contexto cinematográfico donde hubiera creadores a la altura y radicalidad de aquellos maestros imperecederos, La mejor juventud sería simplemente un pequeño acontecimiento televisivo, inscrito a pie de página, aunque con letras de oro, en la gran historia del cine europeo. En el raquítico contexto actual, cabe calificarlo, sin embargo, como un producto audiovisual de primer orden.