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Tras más de tres décadas de existencia, la librería cerrará, aunque sus dueños piensa ubicarla en otro sitio (Foto: Adrían Hernández)
C iudad Juárez, Chihuahua, 16 de julio 2011. (RanchoNEWS).- Un conflicto por el arrendamiento del local, una resolución legal, además de problemas internos son las causas por las que la emblemática librería El Parnaso de Coyoacán, ubicada en Carrillo Puerto 2, frente al jardín del Centenario, cerrará en los próximos días. Una nota de Alejandra Hernández para El Universal:
En entrevista con El Universal, el señor Antonio Sultan Achar, propietario de este negocio que cuenta con 31 años de existencia, habló del «acoso» que ha recibido por parte de las autoridades de la delegación y del juicio legal que mantiene con el dueño del local.
Todo se inició -cuenta- con la remodelación de la plaza Jardín Centenario en marzo de 2008, que tenía como objetivo reubicar a los artesanos ambulantes y que se había dicho que duraría cuatro meses, pero en realidad duró 18.
Fue en ese periodo que comenzaron los problemas, dice Sultan Achar. Las autoridades de la delegación Coyoacán le pidieron que retirara la mesa con libros que desde su fundación se encuentra en la entrada de la librería.
Posteriormente –continúa Sultan– se vino la crisis sanitaria por la Influenza AH1N1 y «se nos pidió que cerraramos durante varios días, lo cual nos costó importantes pérdidas económicas».
En febrero de 2010, ya con la nueva administración, a cargo del delegado Raúl Flores, dice el librero, empezó el «acoso» por parte de las autoridades de la delegación Coyoacán, quienes insistieron en revisar los permisos con los que El Parnaso había operado durante más de tres décadas.
Basándose en la Ley de Establecimientos Mercantiles 2009, se les dijo que no tenían permiso para seguir operando la cafetería ubicada afuera de la librería, pues, argumentaban las autoridades, sólo los restaurantes y cafeterías, mas no las librerías, tienen derecho a tener enseres en vía pública.
Ya para julio de 2010, Sultan obtuvo el permiso para instalar enseres en vía pública, pero, dice, fue condicionado a remodelar la librería para destinarle un espacio interior a la cafetería.
No obstante, el arrendador del local no accedió a que se realizaran tales modificaciones y le reveló que tenía un mejor postor dispuesto a pagar hasta el triple de la renta que él pagaba y agregó que ellos no tenían derecho a nada.
Entonces se desató un juicio de terminación de contrato de arrendamiento que resultó desfavorable para Sultan, quien apeló el fallo del juez, el cual los obligaba a desalojar el local, de lo contrario, en de cinco días hábiles, se haría uso de la fuerza pública.
Incluso, comenta Sultan, cuando quiso hablar con Raúl Flores, éste sólo le dijo que alguien quería su local, porque había un negocio inmobiliario, pero no dijo quién lo quería.
Ante su desesperación, el librero incluso apeló al presidente Felipe Calderón, pero éste respondió que no podía interferir pues que se trata de un problema entre particulares.
Luego de que se iniciara este juicio, el 30 de noviembre de 2010 la delegación revocó al propietario de la librería el permiso otorgado para vender enseres en la vía pública.
En días recientes, Sultan solicitó una apelación al fallo dictado por el juez, situación que espera se resuelva de dos a cuatro semanas.
Para Sultan Achar, quien junto con Mauricicio Achar (creador de las librerías Gandhi) fundó El Parnaso de Coyoacán el 22 de febrero de 1980, la actuación de las autoridades de la delegación responde a una aplicación arbitraria de la ley, pues, ejemplifica, en agosto de 2009 se instaló el restaurante Ave María a un costado de la librería El Parnaso, el cual «sorpresivamente» cuenta con todos los permisos para operar como restaurante con venta de bebidas alcohólicas y enseres en vía pública.
Aunado al pleito legal, comenta la señora Ruth Sultan, sufrieron un robo interno tanto en especie como en dinero que terminó por poner en crisis a la librería coyoacanense.
El decaimiento de este negocio ha llegado a tal grado que a unos días de su cierre cuenta con apenas seis empleados, algo sorprendente si se considera que, cuando se inauguró el establecimiento, en 1980, tenía una nómina de 40 trabajadores.
No obstante su situación, la esposa del dueño de El Parnaso revela que instalarán su librería en otro sitio. Acerca del futuro del local, ella explica que no saben en qué se convertirá la casa que fue sede de una librería innovadora.
Al respecto, el director general jurídico y de gobierno de la delegación Coyoacán, Roberto Sánchez-Lazo Pérez, responde que no ha habido acoso y que se pidió que se introdujera la cafetería al local de la librería porque así lo marcaba la Ley de Establecimientos Mercantiles 2009, y que se le dio al señor Sultan un plazo de seis meses para hacerlo, pero que no lograron realizarlo porque quien no lo permitió fue el dueño del local.
El funcionario añadió que el negocio vecino, Ave María, cuenta con una declaración de apertura como restaurante y un uso de suelo que está siendo investigado, y que una sociedad anónima es la propietaria.
Un poco de historia
La historia de El Parnaso comenzaron a escribirla Antonio Sultan Achar y Mauricio Achar, su tío.
Con el antecedente de la librería Gandhi, de Miguel Ángel de Quevedo, en El Parnaso de Coyoacán, literalmente, sacaron los libros a la calle.
En mesas que recordaban a los puestos de mercados o tianguis –narra el cronista coyoacanense Luis Everard–, se apilaban grandes cantidades de libros, todos de temas y diseños atractivos que podían ser hojeados por transeúntes de Coyoacán, pues Maurico Achar, basándose en lo que había visto en San Francisco, Estados Unidos, decidió quitar el papel celofán de los volúmenes para que la gente pudiera apreciarlos mejor. Hacía esto, incluso, a riesgo de que le robaran algún ejemplar.
Ese fue un hecho insólito. Hasta antes de El Parnaso y de Gandhi (que este 2011 festeja sus 40 años de vida), en las antiguas librerías del Centro Histórico de la ciudad los libros permanecían encerrados en vitrinas que formaban una barrera infranqueable entre esos objetos y los posibles lectores-compradores. Esto inauguró una forma tanto de comprar como de vender libros pues, recuerda el cronista de Coyoacán, antes sólo entraban a las librerías los intelectuales. Luis Everard recuerda que fue en El Parnaso donde solían reunirse los intelectuales de la época.
Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Carlos Monsiváis, Jorge Castañeda, Paco Ignacio Taibo II, entre muchos otros, pisaron el suelo de esta librería. Además de sus tertulias, estos personajes solían interactuar con el público lector. Hablaban de sus nuevos ensayos o novelas. Toda esa época está por concluir en unos días.
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