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Obama y Putin retratados por la artista rusa Vera Donskói-Jilco. (Foto: E.M)
C iudad Juárez, Chihuahua, 14 de julio 2011. (RanchoNEWS).- La capital de las noches salvajes, el desenfreno sexual y el vodka en abundancia acaba de inaugurar el museo erótico más grande del mundo. Situado cerca de una de las calles más turísticas de Moscú (Arbat), el Tochka G (Punto G) ha recurrido a los dos hombres posiblemente más influyentes del planeta para atraer la atención: Barack Obama y Vladímir Putin. Una nota de Oscar Gantes para El Mundo:
Los líderes de EEUU y Rusia aparecen desnudos y equipados con unos gigantescos penes de colores –casi tan grandes como los misiles intercontinentales con los que cada uno de sus países se apuntan desde hace décadas– en el cuadro de la artista rusa Vera Donskói-Jilko, titulado Wrestling.
El controvertido lienzo es sólo uno de los miles de objetos que exhibe el museo El visitante no sale de su asombro entre tamaña colección de piezas de todos los tamaños, formas y épocas. Son 800 metros cuadrados de exposiciones con más de 3.000 objetos sexuales, un sex shop y un café.
Llaman la atención los iconos tibetanos, provocadores y espirituales al mismo tiempo; los anacrónicos condones y la vaselina soviética; las esculturas de animales en pleno acto sexual; las muñecas de goma más caras del mundo, las Real Dols norteamericanas; esculturas africanas con falos de fantasía, y una diosa transexual de dos metros de alto que apabulla al espectador.
«Tochka G suena bien. Misterioso. Hasta pregunté a los gays qué les parecía. Genial, dijeron», señala su fundador, Alexandr Donskói, antiguo alcalde de Arjanguelsk (norte de Rusia), que se ha gastado varios millones de dólares en la construcción del museo.
Tras pagar 500 rublos, ocho euros, el interesado recibirá una lección de historia sobre el sexo y podrá hojear libros y cómics que derrochan grandilocuencia.
El museo, que abre las 24 horas y los siete días de la semana, confía en romper el dualismo sexual de la sociedad rusa, donde la promiscuidad es la norma pero hablar de sexo sigue siendo tabú, al igual que en tiempos soviéticos, en gran medida debido al meteórico aumento de la influencia de la Iglesia Ortodoxa.
Por el momento, las autoridades moscovitas, que han tachado de «actos satánicos» las marchas de orgullo gay, no han molestado a Donskói. Pero pocos dudan que una nueva provocación con la imagen del todopoderoso Putin como protagonista, en vísperas de las elecciones legislativas de diciembre, podría costarle el negocio y la libertad.
Mayor información: Tochka G
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