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María Adánez y Cristina Marcos, en la obra. (Foto: El Cultural)
C iudad Juárez, Chihuahua, 9 de julio 2011. (RanchoNEWS).- A primera vista recuerda a Las amistades peligrosas, pero no lo es. Es cierto que en La escuela de la desobediencia una mujer enseña a otra más joven los secretos del amor y el placer íntimo, pero las semejanzas acaban ahí. No sólo porque en la obra que nos ocupa no hay competición ni ganas de pervertir a nadie como en Las amistades..., sino porque está basada en textos muy anteriores a 1782, cuando Choderlos de Laclos escribió sus Cartas. Una nota de Rafael Esteban para El Cultural:
Uno de estos textos es La escuela de las doncellas, un anónimo de 1665 condenado a la hoguera, y Sonetos Lujuriosos, los versos que Pietro de Aretino compuso en 1642. Precisamente la obra de este autor italiano, sobre todo Ragionamenti, inspiró un siglo más tarde, en París a Michel Millot su L'Ecole des filles o Philosophie des dames, por el que sería detenido y ahorcado mientras su libro también ardió en la hoguera pública. Cuatro siglos después las actrices Cristina Marcos y María Adánez se proponen seguir reflexionando sobre el ideario moral femenino encarnando a dos primas que actúan como maestra y discípula.
La idea de convertir en teatro esas obras es una iniciativa del escenógrafo y productor Andrea D'Odorico y Luis Luque. El productor pensó que «había que rescatar unos textos tan bonitos e interesantes que recogen una parte de esa literatura que muestra la transgresión de una época en la que a las mujeres sólo les quedaba la posibilidad de ser monjas, esposas o prostitutas», asegura D'Odorico.
Por eso encargó al autor, Paco Bezerra, Premio Nacional de Escritura Dramática, que tejiera una red que los uniera. La primera versión le pareció al productor «algo light» por lo que Bezerra tuvo que repasar lo escrito hasta presentar una segunda versión que acentuaba el tono libertino de los originales.
El montaje se desarrolla en dos escenas que están separadas temporalmente. En la primera, la mayor de las mujeres enseña a la menor los secretos de las artes amatorias, mientras que en la segunda la menor relata a su tutora los progresos que ha realizado tras poner en práctica sus enseñanzas. A través de sus charlas, las dos primas repasan las diferentes formas de alcanzar el placer con su cuerpo y con el de sus compañeros de amor, sean estos esporádicos o para toda la vida. Este diálogo se escenifica con la ayuda musical de una viola de gamba y de una soprano que interpretan piezas de Monteverdi y otras composiciones de autores coetáneos.
La obra evita «la vulgaridad, aunque hay partes muy fuertes, pero dichas con las palabras adecuadas», puntualiza D'Odorico. «Al contrario, dicen más barbaridades en cualquier televisión que en toda la obra», remacha el productor que, por si acaso, advierte en los programas que la obra no está recomendada para menores de 16 años.
El lenguaje es uno de los aspectos que más valora Cristina Marcos, la actriz que encarna a la mayor de las primas. «No es que no haya grosería, es que es un placer decir el texto. Está lleno de hipérboles, metáforas increíbles, cambios en el orden de las palabras que lo convierten en una delicia, aunque, precisamente por esas virtudes ha sido un texto muy difícil de aprender». La actriz tampoco cree que su personaje sea el de una libertina y pervertidora de menores. «Es una mujer con mucha ternura, generosa y que tiene una manera divertida y placentera de ver la vida, que piensa que el sexo es fuente de gozo y no de desdichas, como lo encuentran los demás». Y que busca preparar a su prima para un futuro dichoso.
La segunda parte de la obra se consagra a su prima y discípula (que interpreta María Adánez) , pues es el momento en el que ella toma protagonismo y da entonces cuenta de cómo ha pasado de ser una joven virginal a una auténtica experta en el arte de amar, apreciando a los hombre más como aliados que como enemigos.
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